La constitución legal de la Orden Templaria.
La Orden del Temple fue fundada en Jerusalén, aunque su constitución legal como Orden se produce en el Concilio de Troyes en enero de 1128, donde el Papa Horacio II la autorizara eclesiásticamente. Inicialmente se funda con el nombre de “Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón” (en latín, Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici), aunque a posteriori pasaron a ser conocidos como Caballeros Templarios o Caballeros del Temple.
El Concilio pidió a los nobles y a los príncipes que ayudasen a la nueva fundación y encargó a Bernardo de Claraval (monje cisterciese francés y Abad del Monasterio de Claraval) que redactase una Regla original para los Templarios. La decisión de San Bernardo fue la de adaptar al Temple la dura Regla del Cister, con arreglo a la cual la Orden militar organizó su vida monacal. Los templarios, en cuanto monjes en sentido pleno, debían pronunciar los votos de pobreza, castidad y obediencia, más un cuarto voto de contribuir a la conquista y conservación de Tierra Santa, para lo cual, si fuera necesario, darían gustosos la vida. Con los tres primeros votos solemnes, es decir, que solo podían ser dispensados por la Santa Sede, los templarios se convertían en verdaderos monjes, integrantes de una Orden religiosa plena y no de una simple asociación de caballeros. El cuarto voto, el mismo que los cruzados emitían con carácter temporal mientras estuvieran realizando su «peregrinación armada», se convertía para ellos en perpetuo, denotando su condición militar según el espíritu de la Cruzada.
Bernardo escribió en 1130 el «Elogio de la nueva milicia templaria«, que asoció a los lugares de la vida de Jesús con infinidad de citas bíblicas. Intentó equiparar la nueva milicia a una milicia divina:
«Aspira esta milicia a exterminar a los hijos de la infidelidad […] combatiendo a la vez en un doble frente: contra los hombres de carne y hueso y contra las fuerzas espirituales del mal.»
Elogio de la nueva milicia templaria.
Bernardo de Claraval
Los Estatutos aprobados por el Concilio describieron que el hábito o el uniforme de los caballeros se compondría de una capa blanca con una cruz roja en el hombro, como la de los cruzados franceses, y su estandarte estaba partido en negro y blanco.
La cruz estaba colocada sobre el hombro izquierdo, encima del corazón. En el caso de los caballeros, sobre el manto blanco, símbolo de pureza y castidad. En el caso de los sargentos, sobre el manto negro o pardo, símbolo de fuerza y valor. Así mismo, el pendón del Temple, que recibe el nombre de baussant o bauceant, significa semipartido, ya que también incluía, como hemos dicho, los colores blanco y negro.
Después de recibir la regla básica, cinco de los nueve integrantes de la Orden viajaron, encabezados por Hugo de Payns, por Francia primero y por el resto de Europa después, con el objeto de recoger donaciones y alistar caballeros en sus filas. Se dirigieron inicialmente a los lugares de los que provenían, con la certeza de que serían aceptados y asegurándose cuantiosas donaciones. En este periplo consiguieron reclutar en poco tiempo una cifra cercana a los trescientos caballeros, sin contar escuderos, hombres de armas y pajes.
Clases de templarios.
Los templarios estaban divididos en cuatro clases: caballeros, hermanos laicos, capellanes y sacerdotes. A la cabeza de la orden estaba el gran maestre, con rango principesco, quien tenía el poder de designar a los oficiales inferiores. Su posición de autoridad estaba limitada por el capítulo general, que determinaba la guerra y la paz con los sarracenos. Durante una vacante en el oficio de gran maestre, la orden era dirigida por el gran comandante. El gran maestre era escogido por el voto mayoritario de 13 electores debidamente cualificados. La vocación de caballero concordaba mal con el propósito monástico de la oración y consecuentemente los estatutos mostraron una tendencia continuada a subordinar este último deber. Lo que se aprobaba en el capítulo era mantenido en secreto estricto. Los castigos impuestos para las transgresiones de los miembros eran generalmente más suaves que en las órdenes monásticas. Sin embargo, ofensas tales como simonía, asesinato de un cristiano, robo, sodomía, perjurio, rebelión, huida cobarde ante el enemigo o deserción ante los sarracenos, suponían la exclusión de la orden.
El ejemplo atrajo a un buen número de invitados, y se extendió por los diversos países de la cristiandad, teniendo sedes en Francia, Inglaterra, Alemania, España, Portugal, Suecia, Dinamarca, Polonia, Cerdeña, Sicilia, Chipre, Constantinopla y otros lugares. De esta forma, de trescientos miembros a finales del siglo XII, los templarios pasaron a quince mil a finales del siglo siguiente.
Templario. Grabado sobre madera de finales del siglo XVI.
Biblioteca Nacional de París
Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas; los miembros no combatientes de la Orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano, creando, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco. La Orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
Importante es resaltar que los caballeros templarios daban un salto de fe. Consagraban su vida a un propósito que está por encima de la humanidad: servir a Dios. Dejarlo todo. De este modo, los caballeros templarios renunciaban a todo tipo de bienes personales, siendo la Orden la propietaria de todos ellos. Por ello mismo, adoptaron la siguiente divisa: «non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam» (Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino por la gloria de tu nombre).
Dibujo: L. Cordero (2015)
Su promesa era del siguiente tenor:
Dibujo: L. Cordero (2015)
Y su fuerza:
“Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno”.
Estatutos de la Orden Templaria.
Fue en 1168 (aunque algunos estudiosos lo fijan en 1187) cuando se redactaron los estatutos jerárquicos de la Orden, una especie de reglamento que desarrollaba artículos de la regla y normaba aspectos necesarios que no habían sido tenidos en cuenta por la regla primitiva (como la jerarquía de la Orden, detallada relación de la vestimenta, vida conventual, militar y religiosa o deberes y privilegios de los hermanos templarios, por ejemplo). Consta de más de 600 artículos, divididos en secciones.
Desde el comienzo, la orden deja bien claro que se trata de una caballería militar y así reza en sus estatutos. «Siempre deberán aceptar el combate contra los herejes aunque estén en proporción de tres a uno«. En cuanto a sus obligaciones, entre otras, se dictan las siguientes: «Comerán carne tres veces por semana. Los días que no coman de ella, podrán comer tres platos» y en lo que se refiere al aspecto religioso, su obligación consiste en comulgar tres veces al año, oír misa tres veces por semana y hacer limosna tres veces por semana.
El Papa Inocencio III les concede en 1139 una Bula con numerosos privilegios, entre los que podemos destacar:
- Conservar el botín tomado a los sarracenos.
- Están bajo la tutela exclusiva de la Santa Sede.
- Están exentos de diezmos.
- No se les puede exigir ningún tipo de servicio feudal.
La humildad y pobreza de los templarios queda patente en el sello y símbolo usado por los mismos; dos caballeros templarios montados sobre una cabalgadura. El sello plasma la recogida y traslado de los peregrinos que iban a Jerusalén.
Los elementos distintivos de los templarios.
La armadura de los templarios era muy ligera, comparada con las de la época, y pretendía conseguir con ello una caballería ligera y una gran movilidad como infantería. La vestimenta era muy completa y estaba preparada para soportar los rigores del frío y calor.
Caballeros templarios (mantos o capa y túnica:
Espadas y puñal:
Escudos:
Cascos:
Guantes de hierro:
Mallas de hierro: