La Bailía de Jerez (continuación)
- Fregenal de la Sierra tenía jurisdicción sobre Bodonal de la Sierra e Higuera la Real.
La localidad de Fregenal de la Sierra ocupa una posición estratégica por ser zona de confluencia entre las provincias de Badajoz y Sevilla. Se encuentra muy próxima al límite con Huelva, siendo 16 los kilómetros que la separan de Andalucía. Pertenece a la comarca de la Sierra que recibe su nombre de Sierra Morena, situada al sur de Badajoz. La fortaleza está rodeada por la villa.
El castillo tiene planta de polígono irregular, cercana al triángulo. El conjunto se encuentra surcado por siete torres, de las cuales seis son cuadradas y una pentagonal; estas se rematan con almenas y en sus muros discurren varias aspilleras defensivas. Una muralla aislada al recinto exterior, pero fue destruida en el siglo XVIII. Está construido con mampostería y sillares de cantería en las esquinas de las torres.
Como elemento interesante, en la torre del homenaje destaca del resto del edificio. Posee arcos apuntados. Sobresale el matacán que le sirve de defensa. Está rematada por un campanario con un reloj del siglo XVIII. Destacan las ventanas y los vanos que se van abriendo a lo largo del muro. Cabe señalar también los detalles de su último piso y el escudo de la Orden del Temple que se conserva, realizado en mármol.
El material utilizado en esta edificación es la piedra. Para los muros, se usa la mampostería, es decir, la piedra muy poco o apenas trabajada. Y, para las esquinas, se utiliza buena sillería. Esta doble elaboración de la piedra hace que se perciba de forma clara las partes del edificio.
El estado actual del edificio es regular pues algunas de sus estructuras antiguas han desaparecido. Se ha utilizado para actividades que no tenían nada que ver con su función primigenia. En su patio de armas se construyó la plaza de toros en 1783, y en 1913 se habilitó como mercado de abastos para el abastecimiento de la población.
Recientemente se ha llevado a cabo una restauración general de las murallas del castillo, actuándose fundamentalmente en la cara exterior, solucionándose los graves desperfectos que presentaba, y que en algunos casos llegaban a representar un auténtico peligro. También se ha dotado de una barandilla metálica a todo el paseo de ronda, eliminándose así el grave riesgo que presentaba para los visitantes. Por último, también se ha recuperado la gran sala del interior del torreón del homenaje, haciéndose visitable.
Castillo de Fregenal de la Sierra
- Además de los términos ya citados, pertenecieron a esta encomienda otros tres lugares: Olivenza, Barcarrota y Táliga, y en todos ellos construyeron fortificaciones los templarios.
En el caso de Olivenza existe una controversia entre los que consideran que los templarios no construyeron en este lugar una fortaleza (con esta opinión sobresalen los investigadores portugueses), y los que opinan que sí lo hicieron, lo cual es lo más lógico, dada la importancia del enclave por su cercanía a Badajoz y los cuarenta y siete años de posesión templaria, unido a la existencia templaria en Taliga (sólo se conservan algunos restos), su aldea.
Castillo de Olivenza
En el siglo XIII fue cuando se erigió la mencionada fortaleza de Olivenza sobre unos terrenos que el rey Alfonso IX había cedido a aquellos como una manera de compensar la ayuda que le habían prestado para conquistar la taifa de Badajoz.
Las murallas del siglo XIV que aún conserva, los matacanes o la torre del homenaje, que llega a alcanzar los 36 metros de altura y que fue construida por orden de Juan II de Portugal, son algunos de los principales elementos que dan valor y belleza a este Castillo de Olivenza que en el siglo XIII pasó durante un tiempo a manos lusas.
No obstante, también hay que prestar especial atención a las dos puertas que conservan y que son muy significativas: la del Alconchel y la de San Sebastián.
El castillo de Barcarrota está situado en el centro de la población (en su interior se encuentra la plaza de toros al igual que ocurre en Fregenal). Actualmente, los restos que se conservan son escasos, estando ocultos en gran parte por el caserío, destacando la torre del homenaje, de planta rectangular y muros de gran grosor, construida en mampostería y reforzada por sillares angulares. El interior del recinto poligonal se ha aprovechado como plaza de toros.
Castillo de Barcarrota
La desaparición de los templarios de la encomienda de Jerez fue más cruenta que la de Capilla, teniendo que tomarse por la fuerza los castillos de Fregenal de la Sierra y de Jerez, quedando en éste como testimonio de esta lucha el nombre de la torre del homenaje del castillo, llamada, como se ha dicho, Torre Sangrienta, en recuerdo de los últimos templarios de la villa, degollados en este lugar. En este caso, al igual que en Capilla, los grandes beneficiados de la disolución de la Orden del Temple fueron los nobles y otra orden militar, en este caso la de Santiago.
Otras posesiones templarias.
A cuatro kilómetros de Fuentes de León, al sur de esta localidad se conservan los restos del castillo del Cuerno, construido por los árabes en el siglo IX en una zona de difícil acceso de la sierra de Santa Marina. Está levantada en tabiya y mampostería, con reformas posteriores realizadas por los cristianos. Pasó a manos de la Orden de Santiago en la segunda mitad del siglo XIII.
Emplazado sobre un cerro que se eleva a 730 metros de altitud sobre el nivel del mar se ubica un asentamiento fortificado que es conocido en Fuentes de León como Castillo de El Cuerno, nombre que procede de la denominación de la sierra sobre la que se asienta. La elección del lugar no fue casual, por el contrario la fortificación buscó la protección natural de una colina de escarpadas laderas sólo accesible con cierta comodidad desde su flanco Sureste.
El control visual que desde esta atalaya natural se tiene del entorno es digno de ser destacado, especialmente en dirección Sur, hacia el camino natural que a lo largo de la Edad Media unió esta comarca con el área de Huelva y Sevilla. La sierra estuvo ocupada al menos entre los siglos X y XIV, es decir, desde los tiempos islámicos del Califato cordobés hasta la Baja Edad Media,
Abandonado desde el siglo XIV, el asentamiento cayó en el olvido adentrándose en un proceso de ruina generalizada provocada por el paso del tiempo, los agentes meteorológicos y la desidia de los hombres. Desde entonces, pasados casi siete siglos, el lugar ha permanecido olvidado.
El asentamiento de El Cuerno ha de entenderse como un ejemplo singular en el panorama del patrimonio histórico y arqueológico extremeño. Singular en tanto que la datación del castillo en la segunda mitad del siglo XIII y su vinculación a la Orden del Temple son excepcionales en Extremadura, pues todos y cada uno de los ejemplos fortificados de los templarios fueron profundamente modificados una vez que se suprimió a los caballeros del Temple. La posición periférica del castillo con respecto a la localidad de Fuentes de león, la ya lejana frontera con el mundo musulmán y la difícil accesibilidad del emplazamiento condujeron a que la Orden de Santiago, a quien fueron donadas estas tierras una vez liquidada la Orden templaria, no ocupara el lugar, llegando a nosotros con su trazado original. Circunstancia excepcional no sólo en el conjunto de castillos extremeños, sino también en el panorama de la castellología hispana.
Será durante la fase de dominación islámica cuando la tierra de Fuentes de León alcance una notable importancia integrada en el área del dominio de Montemolín, principal asentamiento musulmán en el Sur Bajo extremeño. A lo largo del siglo X, e incluso en el siglo precedente, sobre la Sierra de El Cuerno se asentó un poblado amurallado cuyas dimensiones intramuros rondaban 1,5 hectáreas de extensión. Este poblado debe asociarse al característico hisn islámico: asentamiento rural fortificado dependiente no del estado, sino de las comunidades locales que organizan la defensa y la articulación del territorio y de sus habitantes en torno a un punto central de rango mayor que las alquerías periféricas. El hisn, como tal, permaneció habitado al menos entre los siglos X y mediados del XIII, momento en el que se produce la conquista cristiana y el desmantelamiento del mismo.
Esta fase viene representada por la construcción de un primer recinto defensivo que englobaba el castillo visible en la actualidad. La muralla se construyó siguiendo un trazado claramente irregular, aunque con cierta tendencia a la circunferencia, en consonancia con la conformación del risco. Los lienzos de la cerca son jalonados por torres de planta cuadrangular hoy sepultadas por la ruina y camufladas entre la abundante vegetación. Tanto torres como muralla se realizaron con mampostería y un mortero de cal pobre mezclado con rena. Como decimos, la muralla debió ceñir una población de carácter estable a juzgar por la notable cantidad y dispersión de materiales constructivos tanto en la meseta que corona el cerro como en las laderas de éste. De este poblado nada es hoy visible en superficie, hecho que ha de vincularse tanto al más que posible abandono del mismo tras la conquista cristiana, como a la reordenación del espacio por parte de sus nuevos ocupantes, que debieron usar el lugar como simple espacio militar más que como asentamiento con ciertas características urbanas, ciñéndose a ocupar y remodelar el sector principal y más elevado, donde construyeron el castillo que todavía en nuestros días se alza. Tratándose de un asentamiento estable, podemos pensar en la existencia intramuros de una población perfectamente articulada alrededor de la mezquita mayor, verdadero centro en torno al cual gira la vida de un enclave islámico y no sólo desde un punto de vista religioso. En el sector más elevado del cerro podemos deducir, en función de los restos conservados, la posible existencia de un recinto defensivo a modo de alcazaba, posteriormente utilizado tras la ocupación cristiana para elevar el castillo bajo medieval. Una torre de notable porte de este recinto militar fue aprovechada para cimentar buena parte de la torre del homenaje cristiana.
Hacia el Este del cerro, ocupando un relativamente amplio espacio amesetado extramuros previo a los campos sembrados, se dispuso el área cementerial musulmana. El mundo islámico no hace sino perpetuar la antigua tradición mediterránea del culto a los muertos, a los que se sitúa fuera de las ciudades, o al menos en un área periférica de éstas; las magbara (cementerios) se emplazan junto a los caminos, en ocasiones buscando la proximidad de rawabit y morabitos.
Inmediatamente después de la reconquista cristiana (fines de los años 40 del siglo XIII), la zona de Fuentes de León fue donada a la Orden de a excepción de la fortaleza de El Cuerno y las tierras situadas al Oeste de ésta, tierras que son integradas en el bayliato de Jerez de los Caballeros, nombre con el que se designa el dominio de la Orden del Temple en el suroeste extremeño. Los templarios llevan a cabo una importante reforma en El Cuerno una vez alcanzada su posesión. El antiguo asentamiento islámico debió ser abandonado por sus antiguos ocupantes que, o bien huyeron hacia el sur buscando el cobijo de tierras aún dominadas por el Islam, o bien fueron reubicados por la Orden del Temple en otros emplazamientos próximos como Jerez de los Caballeros o Fregenal de la Sierra. El Cuerno deja de ser un poblado de cierta entidad para convertirse en una fortificación habitada exclusivamente por un destacamento militar.
Entre mediados del siglo XIII, momento en el que la tierra es ganada al Islam y donada al Temple y 1312, fecha en la que la mencionada Orden es disuelta por mandato papal, debió desestructurarse el poblado y reformarse profundamente el espacio en el que se asentó la alcazaba andalusí, dando lugar a la fortificación que hoy conocemos.
Poco después de 1312 El Cuerno es donado a la Orden de Santiago, integrándose en el término de Fuentes de León. Los santiaguistas se limitaron a ocupar un castillo ya poco útil si tenemos en cuenta el notable avance hacia el Sur de la frontera con los musulmanes. El alejamiento de la fortaleza con respecto a la localidad de Fuentes condicionó el abandono paulatino de la misma en tanto que emplazamiento inservible ya militarmente y ante la perceptible ya incomodidad de su ubicación. Esta circunstancia hace inadecuado el mantenimiento del inmueble, pues el abandono supondría su rápida degradación, ha posibilitado el mantenimiento de un trazado original no tocado ni alterado desde el siglo XIV.

Castillo de Lares. Sobre la aldea de Galizuela, en el término de Esparragosa de Lares se conservan los restos de lo que fue la gran fortaleza de Lares, que en tiempos islámicos controlaba, junto a la fortaleza de Puebla de lcocer, el paso de la Serena. No se conoce la fecha en que dejó de pertenecer a los templarios.
En las proximidades de la fortaleza se encuentra la ermita de la Virgen de la Cueva, templaria según la tradición, aunque reconvertida de cultos anteriores en un proceso de sincretismo religioso.
Castillo de Lares
Puebla de Alcocer. Algunos autores han considerado a esta localidad como cabeza de una encomienda templaria, aunque otros lo consideran erróneo pues aunque sea cierto que tras la reconquista de esta villa en los primeros años del siglo XIII fueron los templarios sus primeros poseedores, lo cierto es que fue durante pocos años. En 1214 pasó al señorío de Don Rodrigo Jiménez de Rada y con él a la jurisdicción de Toledo. Tal vez el error provenga, según se dice, de confundir Lares con Puebla de Alcocer.
Los orígenes de este castillo son objeto de polémica entre los estudiosos. Según unos es de origen musulmán y según otros es obra de los Sotomayor.
Se pueden diferenciar al menos tres momentos en su construcción:
La fase más antigua se corresponde con el perímetro amurallado y con un conjunto de dependencias en el sector este y en el tramo noreste. Estas dependencias serán anuladas por obras posteriores. Presenta muros altísimos, aparejo de mampostería1 rematada en ladrillo y un reducto del homenaje en uno de los ángulos del castillo.
La segunda fase vendría marcada por la enorme torre del homenaje y la torre cilíndrica que flanquea la entrada. El encintado de ladrillo que caracteriza las construcciones de esta fase se encuentra también en dos torres de la muralla del pueblo y en el ábside de la Iglesia Parroquial.
La tercera fase viene caracterizada por el único muro en sentido norte-sur que divide la fortaleza en dos partes desiguales: una de enormes dimensiones al oeste y otra más reducida y fortificada al este. Es posible que este muro divisorio estuviera reforzado con un foso y la conexión entre las zonas se hacía a través del adarve2 norte o por la puerta elevada del muro.
Elementos característicos del castillo de Puebla de Alcocer son: la ausencia de saeteras, la exagerada altura de la torre del homenaje y la separación entre el ámbito militar y el doméstico por una escalera monumental.
La torre del homenaje está construida mediante mampostería con encintado de ladrillo, con dos muros concéntricos entre los que se desarrolla la escalera y se organiza en pisos con suelos de madera que descansan en arcos de refuerzo. A través del adarve norte se accedía al tercer piso cuyo suelo de madera podía retirarse en caso de peligro para impedir el paso. En la planta baja de la torre hay otra puerta, pero, para evitar ataques por sorpresa, se encuentra a tal altura que resulta imposible la entrada sin ayuda de una escalera. La torre, muy bien conservada, se encuentra pegada al muro y es visible desde el exterior debido a su gran altura.
Castillo de Puebla de Alcocer