En Badajoz nace, el 7 de marzo de 1893, un artista singular, de poliédrica personalidad: Antonio Juez Nieto. Criado en una familia de clase media, en la calle Vicente Barrantes. Un hombre de formación audidacta, con una posición económica desahogada que le permitió viajar y conocer los museos más importantes de Europa. Residió en Madrid, Barcelona y París, para llegar a ser pintor, ilustrador y escritor, además de profesor de la Escuela de Artes y Oficios de la capital pacense a partir de 1928 y convertido en 1948 en jardinero Mayor de Badajoz.

         Como pintor Antonio Juez practicó varias técnicas: el óleo, la acuarela, el guache, la tinta china y la tinta aguada. Tiene un estilo que se caracteriza por su corte romántico y simbolista, marcado por la estética modernista y “art decó” exuberante. Con gran sentido decorativo e ilustrador, sus personajes son elegantes, sofisticados, aristocráticos, fantásticos y sensuales. Le gustaban los temas exóticos, orientales, quiméricos, simbólicos, misteriosos y femeninos. Una pintura que se caracteriza por el detallismo de todos los elementos del cuadro, sus composiciones suelen ser con frecuencia abigarradas, preciosistas, minuciosas y de fuerte impacto cromático. Con frecuencia se hacen alusiones al amor y a la muerte.

         Antonio Juez representa en el panorama de la pintura extremeña de la primera mitad del siglo XX la asimilación de un modernismo tardío, que se aparta radicalmente de la obra de sus contemporáneos y que en el caso de nuestro pintor se muestra con una clara tendencia hacia el simbolismo. Nada tiene que ver la obra de Juez con el costumbrismo tan presente en la pintura extremeña que abanderan, como hemos visto, la trilogía constituida por Hermoso, Covarsí y Pérez Jiménez. Un talante artístico singular y aislado que merece el reconocimiento y su sitio en el Museo de Bellas Artes de Badajoz.

         Una calle le honra en Badajoz, junto con el recuerdo que produce todo el diseño de jardinería de la época que le tocó vivir.

       En la localidad de Oliva de la Frontera nació, en 1896, otra figura de la pintura extremeña: Timoteo Pérez Rubio. Estudio arte primero en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, siendo alumno de Adelardo Covarsí, y posteriormente en Madrid. Viajó por Europa entre 1921 y 1928, período que estuvo alojado en la Academia Española en Roma. Allí se casó con la escritora Rosa Chacel y pintó algunos de sus mejores cuadros.

       La Guerra Civil vivida en España le llevó al exilio, al estar fuertemente comprometido con la república. Ocupó el cargo de Subdirector del Museo Español de Arte Moderno, antecesor del actual Museo Reina Sofía, pero al comenzar la guerra recibió el encargo de proteger las obras del Museo del Prado y de los conventos y palacios madrileños, y por el peligro de destrucción arriesgó su vida para trasladar las obras a la Sociedad de Naciones en Ginebra, lo que hizo en junio de 1939 después de un azaroso viaje por España y Francia. Tras mantenerse un tiempo en Ginebra, sobreviviendo con obras que vendía y exposiciones que realizara se fue a vivir a Brasil, donde falleció en 1977. Fue considerado uno de los pintores extremeños más importantes del siglo XX.

   

          Badajoz le mantiene vivo en el recuerdo también por la calle que lleva su nombre.

        En 1908 nace en el pueblo de Villagarcía de la Torre (Badajoz) Eduardo Acosta Palop, aunque siempre considerara su patria chica a la localidad de Monesterio. Tuvo unos orígenes humildes, y sufrió los padecimientos de una Guerra Civil que le hizo perder su plaza de profesor que había obtenido por oposición, aunque rápidamente se incorpora a la docencia en Sevilla. Tras una primera formación en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla bajo la tutela de Gonzalo Bilbao, que a su vez fuera igualmente maestro de Eugenio Hermoso, la completó con estudios en Madrid. Su obra artística se reconoce con facilidad por la recurrencia a vistas de pueblos. En sus paisajes destacan los trazos vigorosos y las pinceladas matéricas, con las que el pintor consigue una peculiar luminosidad y colorido intenso. Falleció en 1991.

 

       Su obra, poco prolifera, se haya en su mayoría en el Museo de Bellas Artes de Badajoz. También aparece alguna obra suya en el catálogo de las existentes en poder del Ayuntamiento de Badajoz.

          En el mismo año de 1908 nace José Amador Purificación, natural de Talavera la Real (Badajoz), que es de esas figuras que pasaron en su tiempo casi desapercibidas por aquello de la vida austera y tremendamente discreta que llevara, dedicada a su trabajo y a la búsqueda de la perfección técnica, la maestría de los grandes clásicos, que convirtió en su meta personal.

          Se formó en sus comienzos en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, alumno igualmente de Adelardo Covarsí. Continuó su formación en la Academia de Bellas Artes de Sevilla para concluir luego en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Puede decirse que trabajó prácticamente todos los géneros de la pintura, aunque fue un auténtico maestro del retrato (uno de los mejores del siglo XX). Murió en Madrid en 1994.

       Si Felipe Checa es el pintor de bodegones por excelencia del siglo XIX, Manuel Fernández Mejías es considerado el autor de bodegones pacense del siglo XX. Nacido en Badajoz en 1911, fue alumno de Adelardo Covarsí que le animó para que se trasladara a Madrid para completar su formación en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, y con la Guerra Civil de por medio, vuelve a Extremadura donde se dedica en exclusividad a la pintura y a la enseñanza de las artes pictóricas, en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, aun cuando también le gustaba practicar diversos deportes. Fallece en 1989.

        Casado con Eva Callejo García (1918), una mujer polifacética y de enorme personalidad, con una actividad tremenda como escritora, pintora, deportista, concejala, por citar algunas de las muchas que realizara.

           Las obras de este pintor son mínimas en cuanto a posesión de museos, estando prácticamente repartida en colecciones particulares y de su propia familia.

          Manuel Fernández Mejias también tiene una calle en Badajoz para recordarle, paralela a parte de la calle Zurbarán, detonante de un reconocimiento céntrico para rememorar su pasado.

          En Salvaleón (Badajoz) nace, en 1910, José Mangas Gago, aunque a los 17 años se establece en Olivenza, donde toma clases de pintura con el maestro Ramallo; tras realizar el servicio militar se traslada a Badajoz donde trabaja con el maestro Cerezo en decoración, dedicando su tiempo libre a pintar óleos (paisajes, bodegones y retratos). En 1959 inaugura su primera exposición con 45 obras, y debido al éxito obtenido, decide dedicarse por completo a la pintura. Falleció en 1981, y su pueblo lo recuerda dándose su nombre a una calle.

         Sus raíces quedaron plasmadas en sus cuadros a través de paisajes de Salvaleón, y todos los años ofrecía una obra a la Virgen para que fuera subastada.

      Su prolifera obra se encuentra, en su mayoría, en colecciones privadas, aunque también se conservan varias en la Junta de Extremadura, en el Ayuntamiento de Badajoz y en el Museo Provincial de Bellas Artes.

          En La Garrovilla (Badajoz) nació en 1913 José María Collado Sánchez, aunque su familia se trasladó pronto a Badajoz donde comenzaría sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios, para ampliar después su formación en la Academia de San Fernando, aunque debido a la Guerra Civil se vio obligado a terminarlos en la Escuela de Bellas Artes San Carlos de Valencia. A su regreso fue profesor de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios, y más tarde también del Instituto Politécnico, compaginándolo con el de Catedrático de Dibujo del Instituto Bárbara de Braganza. Falleció en Badajoz en 1981.

       El tema preferido de Collado fue el retrato, destacando en la técnica del pastel. También realizó murales, como el del Salón de Juntas del Ayuntamiento de Badajoz. Fue ilustrador en el diario “Hoy” de Badajoz y realizo portadas y dibujos en las obras de Reyes Huertas. Bodegones y composiciones en óleo, son otros de los temas que conforman su obra artística. Sus creaciones se conservan en diversas colecciones privadas y en el Museo de Bellas Artes de Badajoz, aunque en el Palacio Municipal existen algunas de sus obras.

         Tiene su calle en la capital badajocense, rememorando así su figura, cercana al río Guadiana, paralela a la de Timoteo Pérez Rubio.

       En 1916 nace en Santa Marta (Badajoz), Félix Fernández Torrado, que iniciara sus estudios de muy joven con el afamado maestro Adelardo Covarsí en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, para posteriormente matricularse en la Escuela de Bellas Artes de la Complutense de Madrid. En esta localidad, y de la mano también del pintor extremeño Eugenio Hermoso se adentró en el mundo del paisajismo.

         El pintor amante y gran observador de la naturaleza y en constante contacto con ella por su afición a la caza, se dice que supo sacarle partido y plasmarlos en esos majestuosos paisajes en gran formato que caracteriza su obra. Recrea con maestría esos reflejos mañaneros de las dehesas extremeñas con unas pinceladas empastadas y llenas de múltiples matices. No pueden dejarse atrás sus atardeceres con cielos plagados de color al estilo covarsiano y característicos de su tierra. Murió a finales de 1976 y es enterrado en Santa Marta de los Barros, su pueblo natal.

Badajoz le otorga su nombre a una de las calles de la ciudad.

    Leopoldo Gragera Castillo (Puebla de la Calzada, 1919-1995), pasó su juventud y conformó su formación entre Madrid y Badajoz. Fue uno de los pintores retratistas más destacados dentro de la pintura extremeña del siglo XX. Pero junto al retrato, también asumía la pintura de personajes del entorno natural extremeño, sin dejar de lado a bodegones, paisajes y flores, producidos en la segunda mitad del siglo XX. Aunque en sus obras puede observarse la influencia de otros pintores, difiere claramente de los bodegones del gran maestro Felipe Checa, en los elementos de la composición y su disposición sobre el lienzo, en los fondos y en las calidades de luz y color. En general, y como se dijera desde instituciones públicas que alabaron su obra, estamos ante un pintor académico, realista, correcto en sus composiciones, conservador, que optó por la pintura tradicional que en Extremadura transcurría todavía en su tiempo por los temas y los tipos costumbristas.

            Juan Galea Barjola fue un pintor extremeño nacido en Torre de Miguel Sesmero en 1919, donde transcurre toda su infancia, con unos padres humildes labradores, un entorno que le permitió comenzar a dibujar espontáneamente lo que brindaba la naturaleza que veía: animales, árboles y obras e imaginación. En 1934 se traslada a Badajoz para asistir a las clases de la Escuela de Artes y Oficios que dirigía Adelardo Covarsí. Tras la Guerra Civil se traslada a Madrid para continuar su formación. Hasta 1950 no se dedica plenamente a la pintura, y su evolución se llevó a integrarlo en la corriente del expresionismo representativo, destacando en su pintura el componente moral, que recoge en imágenes las convulsiones que se producen en la sociedad española de tiempo con un gran dominio del color y del gesto. Tras sufrir un accidente en su estudio, falleció en Madrid el 21 de diciembre de 2004, a los 85 años de edad.

        Una calle de Badajoz rememora su persona, perpendicular a esa gran avenida que es la de Carolina Coronado (en la popularmente conocida como barriada de La Estación).

          En 1921 nace en Los Santos de Maimona (Badajoz), Ramón Fernández Moreno, un destacado pintor muralista de temática religiosa. Aunque su desarrollo artístico hubo de adaptarse al gusto coetáneo oficial imperante, logró alcanzar un alto nivel técnico y una notoria carrera artística. Su faceta más conocida fue la de retratista de estudio, aunque también realizara series de paisajes sobre la Ruta de los Conquistadores, de carácter popular y comercial más alejadas del cubismo costumbrista que destaca en sus grandes creaciones auténticas y sinceras.

       

             Badajoz le rinde homenaje perpetuo ensalzando sus obras en el Museo Provincial, en el Palacio Municipal,  y con la calle que lleva su nombre.

     Guillermo Silveira García nace en Segura de León (Badajoz) en el año 1922, si bien su niñez y adolescencia la vivió en Sigüenza (Guadalajara), Oliva de la Frontera, Fregenal de la Sierra y Zafra, todas ellas poblaciones de la provincia de Badajoz.

        Silveira fue encuadrado por el Museo Español de Arte Contemporáneo, en Madrid, dentro del «intimismo narrativo», pues dedicó la parte más fundamental de su obra a la crónica o crítica social: a los operarios peor pagados, a los mendigos, a los músicos ambulantes, a los artistas de circo de carromatos de mulas y, en general, a los que llevan una vida desgraciada, resaltando de ellos su entereza de alma y grandeza humanitaria. El 11 de mayo de 1987 falleció en la ciudad de Badajoz.

 

         También cuenta con el reconocimiento de la ciudad de Badajoz dando nombre a una de sus calles.

         Juan Tena Benítez nació en Castuera en el año 1925, aunque badajocense por adopción. Fue conocido sobre todo por sus creaciones paisajísticas, siendo características en las obras del artista los cielos de nubes aborrascadas, coloristas y, sobre todo, personales. Buena parte de su obra está dedicada a la Comarca de la Serena. Falleció en Badajoz, en el año 2009.

       En 1927 nace en Badajoz Julián Pérez Muñoz, otro pintor extremeño que recibió clases de dibujo en el liceo de la ciudad, formado entre la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, el Círculo de Bellas Artes, y la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid. Sus paisajes son tomados del natural pero interpretados se relacionan con la Escuela de Madrid. Ávido observador de los clásicos en el Museo del Prado, también siente admiración por artistas contemporáneos, siendo patente la influencia de Picasso en su obra.

      Es en su producción mural donde mejor se aprecian los matices cubistas dentro de su obra: en lienzo se desarrollan en abstracción decorativa y figuración esquematizada, que bebe del informalismo. Entre sus géneros vemos paisajes, bodegones y figuras, dentro de una estética amable de color sutil y expresivo.

       El Palacio Municipal y el Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz tienen muestras de la obra dejada por este pintor.

           1933 es el año en que naciera en Badajoz Antonio Vaquero Poblador, que descubrió a los impresionistas franceses de la mano del poeta Manuel Pacheco, cuando aún era niño. Empezó a estudiar en la Academia Superior de Bellas Artes de San Fernando, pero la abandonó trasladándose a París y de ahí a media Europa, donde subsistió cantando con su guitarra, su otra gran pasión. Residió largo tiempo en Escandinava. Nos dejó en 2004, aunque su obra no fenece.

 

      Su obra está marcada por su colorido que ha sabido transmitir con sensibilidad y dominio del pincel y la espátula. Hombre que consideraba que la belleza está en lo imperfecto, plasmaba sus lienzos con figuras de viejos, mendigos y niños pobres y campesinos con colores fríos pero intensos. Le gustaba las escenas de interiores con personajes en afable conversación o disfrute. También como buen artista confirió a sus paisajes, de gran colorido, seguidor de ese gran artista extremeño Ortega Muñoz. Algunas de sus obras tienen reminiscencias Picasianas.

         Su obra está repartida en colecciones particulares de toda Europa, así como en el Museo de San Fernando (Cádiz), El Brocense de Cáceres, el Museo de Bellas Artes de Badajoz, el Ayuntamiento de Badajoz, y la Junta de Extremadura.

          En 1934 nace en la localidad de Los Santos de Maimona (Badajoz), Manuel Santiago Morato, que vivió una vida de superación permanente debido a la poliomemielitos que lo acompañó desde niño. Ello no le impidió que se convirtiera en uno de los grandes pintores españoles. En Madrid prepara su ingreso en Bellas Artes y se licencia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Hace oposiciones a Instituto, las aprueba e inicia su período docente, alternando con las exposiciones de su obras. Murió a la edad de 80 años (2015).

              Aunque comenzara pintando temas infantiles, pasó luego a otros estilos y motivos.

          La localidad de Don Benito (Badajoz) es la cuna de Antonio Gallego Cañamero, que naciera el 2 de junio de 1936 para ingresar a corta edad en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz y continuar su formación en Madrid. Fue licenciado en Bellas Artes y dos años después de obtener su titulación académica viajó a París donde permaneció varios meses. Ya en 1979 se establece definitivamente en su localidad natural, y de la que se le nombró hijo predilecto en el año 1982. Falleció en 2013.

         El Museo Provincial de la Diputación de Badajoz cuenta con un buen número de su obra que destaca, sobre todo, por su producción paisajista, tanto en lienzos realistas dominados por la soledad y el sosiego como por obras imaginadas y oníricas en las que denuncia la degradación que el ser humano viene ocasionando en la naturaleza.

       En la localidad de Villanueva del Fresno nace, en 1941, Enrique Parra Gómez. Desde muy joven sintió inclinación al dibujo y la pintura. Declarado discípulo de Covarsí y Fernández Torrado, recibe además las influencias de su amigo Murillo Daza; su actividad expositiva intensa se desarrolla especialmente en Extremadura y Madrid. Falleció en 2012.

      Prima en su obra el pequeño formato, donde le gusta representar el paisaje extremeño de amplias perspectivas tomadas del natural. Maneja tanto óleo, como acrílico y técnicas mixtas sobre el soporte más apropiado en cada caso (lienzo, tabla o cartón).

         Su obra se reparte entre numerosas colecciones públicas (Diputación de Badajoz, Ayuntamiento de Badajoz, Ayuntamiento de Aldea del Fresno) y privadas (diversas Cajas de Ahorros, y otras instituciones y colecciones privadas).

           En el año 1945 y en la localidad de Mérida nace José Vega Ossorio, cuya infancia transcurre en el campo extremeño absorbiendo la vida de la fauna y flora de los maravillosos encinares extremeños. Tras sus primeros estudios se traslada a Madrid e inicia sus estudios de Arquitectura, pero su pasión por el arte le absorbe por completo coincidiendo en tertulias con maestros de la época que marcarán la futura trayectoria como pintor. Realiza viajes por toda Europa, vive un tiempo en Roma y realiza numerosas exposiciones. En 1863 expuso individualmente en el Círculo Emeritense de su ciudad natal y en 1964 en el Círculo de la Amistad de Cáceres, pero hasta 1974, que presentó su obra en la galería Tebas de Madrid, no afrontó la creación pictórica como profesión, prosiguiendo numerosas muestras expositivas a lo largo del territorio español, además de colectivas tanto en España como en Portugal, Buenos Aires o Nueva York. Murió el 30 de octubre de 2015.

           Su pintura es elegante, llena de contrastes, que destaca por su riqueza cromática.

         Otro personaje polifacético fue José Gordillo Sánchez, nacido en Fuente del Maestre en 1988. Fue fotógrafo, pintor, dorador y hombre de mil oficios para salir adelante en los duros años que le tocó vivir. Tras sus estudios primarios, a los 12 años aprendió el oficio de carpintero ebanista y después el de pintor decorador. Su apego por la pintura lo fue desde su más tierna infancia. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, para pasar a disponer de galería en Madrid donde exponía sus cuadros y los ponía en venta. Con todo, gran parte de su obra se encuentra dentro de la provincia de Badajoz, en pueblos cercanos al de su nacimiento, aunque se advierten obras en Palencia, Madrid, y Portugal. Fue un pintor español de la escuela realista extremeña, que murió en 1972, a los 83 años.