La paz interior

El ajetreo de la sociedad actual y las circunstancias que concurren en cada persona lleva, a veces, a sentir un cierto desasosiego interno que impide ser como deseas y caminar con la rectitud que se precisa, si no para alcanzar la plenitud de la felicidad sí para conseguir una cierta armonía en el estado emocional como para no ir dando pasos llenos de insatisfacción y sintiendo eso que algunos llaman «ruidos interiores», tan persistentes como para hacer padecer al que los tiene.

Es por eso que uno de los deseos más perseguidos por los seres humanos sea el de alcanzar la paz interior, entendida como la búsqueda de un estado emocional subjetivo de bienestar que facilite caminar con esa serenidad que se precisa para hacerlo con cordura y plenitud de sentimientos, sin verse dominados por las emociones negativas y perturbadoras. No cabe la menor duda que la pretensión es loable.

Pero encontrar. la paz interior no es fácil cuando se aturrullan los pensamientos negativos o la conciencia juega malas pasadas, tendenciosa en su proceder, y la indecisión aflora en la manera de actuar e impide alzar el vuelo. Hay que pasar la situación para entenderlo. Quienes estén alrededor de la persona que no tiene paz interior advierten ese estado mental negativo y tampoco les resulta fácil acudir para dar la ayuda precisada.

He podido advertir en mi reciente retiro temporal a uno de esos lugares donde acude infinidad de gente alejándose del mundanal ruido, cómo la búsqueda de la paz se convierte en un peregrinar para arreglar interioridades. Mejor desde la soledad buscada que estando inmersos en una sociedad proclive a moverse acelerada y que tanta ansiedad produce. Las situaciones son variopintas, cada uno con su cruz, y aliviar la mente cuesta cuando los problemas pueden ser relevantes. Sea como fuere, ver lo que hay llega incluso a favorecer tu deseada paz cuando divisas que todo puede ser peor. No dejas de ser un grano de arena en el desierto.

La paz se ve desvanecida cuando la conflictividad mental fluye sin dejar descansar. Son por ello mismo muchas las alarmas que el organismo dispone para decir que tienes que poner remedio a aquello que impide ir sin cargas en las alforjas. Desde el insomnio hasta las lágrimas que caen sin esperarlas, pasando por el fluir nervioso de un cuerpo que tiende a la extrema actividad o a desvanecerse para buscar el rincón que sirva de acomodo. Lo peor puede venir si se desoyen estos mensajes subliminares.

No se puede encontrar la paz, evitando la vida

Virginia Woolf

Lo cierto es que si buscas esa paz interior que te haga salir de este estado negativo no pienses que te vendrá dada por mera casualidad. No solo será cuestión de voluntad sino también de tomar decisiones que puede que no agraden en absoluto o sin ser las que mejor se acomoden a tus inquietudes deban serlo para poder salir meridianamente de la nebulosa que te envuelva, porque si nos quedamos solo en los deseos, sin prácticas apropiadas, no se encontrará nunca ese estado de paz que permita seguir adelante. Aquí radica la gran dificultad, el poder sacar el ahínco necesario para encontrar o querer solucionar los problemas que atormentan la interioridad.

La paz viene de dentro, no la busques fuera

Buda Gautama

Conviene tener claro que reencontrar la paz se convierte en algo necesario para alcanzar el estado de bienestar y felicidad que pide nuestro cuerpo. No se trata de alcanzar un estado de euforia sino de caminar sin tormento. Afrontar los ruidos interiores se convierte así en algo vital para sanar la mente. Y eso no es cuestión de un instante, sino de una constancia que facilite encontrarse a sí mismos. Difícil pero posible. Y si se quiere, debemos entender que se puede. Como dicen los eruditos en la materia, lo que no se intenta sigue siendo imposible.

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