Cuando la lluvia cae…

A mi mente viene el recuerdo de tantas cosas que brillaron con luz propia en mi etapa de plena juventud y hoy, por eso de que la vida es cíclica, aparecen nuevamente para un resurgir de lo que no debe perecer nunca. A Dios gracia que estas cosas ocurren porque así el alma parece renovarse.

No solamente la moda en el vestir es la que experimenta estos vaivenes que aconseja mantener los acumulados modelos que dejan de estar en su momento más álgido, para el retorno que haga sacarlos nuevamente a la luz, aunque pueda serlo con pequeños retoques personalizados. Casi todo lo demás merece que descanse en los trasteros a la espera de recuperar su fuerza y volver a primera línea, para seguir dando prestancia o, en cualquier caso, para merecer su exposición como artilugios que repasan la historia y nos hacen recapacitar.

Empiezo por referirme al retorno de los tocadiscos y vinilos que parecía que se perdían por los avances tecnológicos y que ahora vuelven con fuerza. Disponer de estos medios es tener depositado un tesoro. Amén de seguir completando colecciones por esos remasterizados que aparecen ahora a la venta. Soy de los que sigue admirando ese vaivén del plato y el cierto ruido sonoro que la aguja, o los ya trillados discos, porque me devuelven a un próximo pasado donde costó lo suyo hacerse de estos ahora inseparables medios sonoros. Ya tuve ocasión de avanzar algo al respecto (vid. mi entrada https://elblogdechano.com/2016/05/08/girando-por-la-vida/).

Lo curioso de todo ello es que no son solo los ya avanzados de edad los que apuestan decididamente por desempolvar viejos recuerdos que, para los de añoranza destacable, no han ido a parar al sitio de la desaparición. El hueco ocupado en esas zonas de reposo de cosas que, a veces, en un gran porcentaje, no sirven más que para restar espacio a lo que debe mantenerse, hoy se ha convertido en el lugar de afortunado recaudo para sacar a relucir la alegría de no haber sucumbido a lo que todos parecían decirte: «para qué quieres guardar eso», «lo único que hacen es ocupar sitio», «tú crees que va a servir de algo», «por qué no los regalas o los vendes»…en fin, todo un arsenal de «maldades» que bien parecían llegar de la voz del diablo. Ahora, sacarlos al uso o colocarlos en el sitio adecuado de visibilidad hogareña hace presagiar un total acierto. Para goce y disfrute.

A los jóvenes les llama también la atención, tanto como para verse inmersos en descubrimientos llamativos. Ahora que lo digital adquiere un protagonismo inusitado, y que permite disponer de cámaras y móviles que hacen guardar miles de fotografías sin ocupar espacios de álbumes o recopilatorios de cintas peliculeras, llama la atención lo que resurge con fuerte tesón de no ser pasajero y perdurar en el tiempo.

Los jóvenes vuelven a las cámaras analógicas de antaño porque para ellos es un factor importante trabajarse la fotografía, admirando ese clip del obturador, el «carrete» y su traqueteo del pase que hacen esmerarse por sacar fotos de calidad que permitan incorporarlas a papel que se deposita en álbumes vistosos. Para los que no se hayan percatado de este movimiento, he de decir que no estamos ante una noticia falsa, sino ante un resurgir tan verdadero como para que la empresa Kodak, que fuera la mayor fabricante de películas fotográficas del momento, y que se viniera a menos declarándose en quiebra en 2012 por sucumbir y no saber adaptarse a los tiempos digitales, ahora vuelve a incrementar sus empleados ante la crisis de abastecimiento en que se inmersa por las peticiones que tiene de los famosos carretes fotográficos. Aunque pueda resultar un tanto incomprensible, lo cierto es que el arte se envuelve a veces en el deseo de sacar a relucir productos de primera mano y no en «retoques» que por medios tecnológicos hacen desaparecer cualquier vestigio de originalidad. Así lo declaran, con el entusiasmo de ser protagonistas de sus fotografías, los muchos jóvenes que rescatan de sus padres los que parecían ser objetos inservibles, esas cámaras de fotos a prueba de toda batalla.

Qué decir de la belleza meramente expositiva que tiene lo que en su momento dio lo suyo. Las vitrinas se apoderan de medios tales como máquinas de mecanografía, cámaras fotográficas de todo tipo, de Super 8 mm, magnetofones, tomavistas, tocadiscos, y un largo etcétera de medios que si se tiene curiosidad de ver a través de internet podrá advertirse la fuerte demanda existente. La belleza de los precedentes es algo que suele llamar bastante la atención a las personas, por aquello de ver lo avanzado que estamos en un hoy que mañana será pasado con todo lo que envuelve.

En definitiva, y como con certeza se dice, en pleno auge del metaverso, la inteligencia artificial o la realidad virtual, muchos jóvenes se decantan por tecnología de otra época, al atraerles lo desconocido y también por la vuelta generalizada al tema «vintage». En el caso de la fotografía, se busca tomarla y no de que lo haga todo el móvil, la cámara digital o el retoque producido por el uso de aplicaciones. Para que luego se diga que los jóvenes no tienen inquietudes positivas.

Escuchando en mi viejo tocadiscos el oportuno vinilo de la época de mi admirada Mari Trini, que estará por aquellos altos divisando el panorama, «cuando la lluvia cae… se funde el hielo». Bendita lluvia que despeja lo mundanal, para hacer florecer esas cosas que nunca deben entrar en el olvido. Para que parezcamos más humanos y llenos de sentimientos.

2 comentarios en “Cuando la lluvia cae…

  1. Manolo

    Amigo Chano.
    Has conseguido que vuelvan a mi memoria recuerdos de un pasado, para mí, algo mas lejanos.
    El último tocadiscos tuve que deshacerme de él por falta de repuestos.
    Tuve la intención de hacerme con uno más avanzado, pero por aquello de que ya lo compraré, fueron pasando los años y … ahí siguen esperando los discos de vinilo.
    Una lástima porque tiene hoy en día una magia especial volver a escuchar música con esos «artilugios», casi antediluvianos, para el tiempo en el que vivimos,
    Lo mismo ocurre con las cámaras fotográficas.
    Conseguir una buena foto era todo un reto.
    Gracias por haberme hecho «desempolvar» recuerdos de tiempos pasados-

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