Salgo a la calle, me muevo por distintos lugares y compruebo cómo la gente fluye en multitud con aparente felicidad. La buena vida que se nos achaca a los españoles es perfectamente factible cuando se ve que las tiendas, cafeterías, bares y lugares lúdicos se ven abarrotados y te cuesta encontrar hueco. Las grandes superficies comerciales están repletas de público deseoso de hacerse con todo tipo de productos y vestimentas. Por las calles y avenidas circulan vehículos sin cesar. En ciudades medianas como la que me muevo es fácil advertir el destino que tiene la gran mayoría, vista la dirección que toman.
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