Ahora que me puedo permitir dedicar algo más de tiempo para la reflexión no dejo de sopesar los acontecimientos que crujen a una sociedad que percibo presa del odio, en esa osada prestancia de quienes aprovechando la libertad que ofrece esta democracia tan peculiar como la española, no dejan de poner en riesgo todo un sistema de convivencia humana. El respeto me parece a mí que es el principal valor que debería tener cualquier persona que se preste de ser demócrata, porque impregnará toda su actividad y aliviará los ataques de quienes quieran sustituir ese valor por otros donde la alteración, la represión, la incitación al odio, sirva para que se dividan y enfrenten los integrantes de la comunidad.
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