Hasta no hace mucho tiempo asociamos la fama y reputación a personalidades extraordinarias o a los héroes protagonistas de gestas memorables, de modo que la admiración venía a convertirles en referentes de la sociedad y modelos de conducta. Seres carismáticos que, en virtud de sus dones y capacidades, destacan y son más visibles. Unos individuos que conforman la buena reputación, como sinónimo de prestigio, notoriedad y buen nombre, y que no representa otra cosa que un reconocimiento social de los méritos que se tiene. En el polo opuesto estarían los que gocen de mala reputación, en este caso como equivalente a deshonra o descrédito. Seguir leyendo “Reputación adquirida y notoriedad buscada”
