La historia distorsionada

Se dice que la historia la componen hechos concretos acaecidos con el paso del tiempo y por tanto es la que es y no caben artificios humanos que puedan alterarla. Aunque lo cierto es que siempre han existido personajes que, teniendo a su alcance el don y la posibilidad de narrar y dejar escrito sus pensamientos, mostraban ocurrencias que lejos de corresponderse con lo que hubiera sido realidad, atendían a intereses espurios partidistas o politiqueros o incluso podría decirse que relatados sin el contraste informativo suficiente para brindarle reconocimiento científico.

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Hubo un tiempo

Ahora que todo discurre con las prisas del momento y se es especialmente incisivo en lo que acontece, se deja atrás lo que va sucediendo con la rebeldía de no querer acordarse de lo que ya ha fenecido y no se puede modificar. Parece como si el mirar atrás hiciera retrotraerse a acontecimientos que delatan envejecimiento, muestras de un pasado que deja caer canas de difícil recuperación.

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El bus urbano

Hacía infinidad de tiempo que no me sumaba a esos ciudadanos que cada día aprovechan los medios públicos urbanos para desplazarse por el interior de la urbe. Con el vehículo particular, mis preferencias las tenía por la comodidad que pudiera suponerme este medio propio, y cuando no, simplemente hacía uso de mis piernas para caminar, cualquiera que pudiera ser la distancia que en la ciudad tuviera que recorrer. El caso es que en estos momentos, teniendo el vehículo en revisión y una lesión pasajera que me impide caminar, me he propuesto subir a ese autobús urbano para cubrir el trayecto que me llevara a la recogida del vehículo.

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Un verano para recordar

Qué caprichosas son las estaciones anuales que, cada una con su peculiaridad y vividas de forma muy diferente según sea la situación geográfica que se tenga en un mismo entorno, nos hacen estar insatisfechos con todas ellas por no alcanzar ninguna ese grado óptimo deseado. Sea como fuere, cada una de ellas aparece presidida por una imagen y vivencia que parece ser de general aceptación, aunque no faltan sorpresas como para que los vaticinios caigan para año tras año aparecer esos estadísticos que nos hablan de tantos y tantos años que hacía que no se producía lo que se estaba viviendo. Como en las olimpiadas, vamos siempre superando las marcas preexistentes. No es de extrañar que Las cuatro estaciones de Vivaldi mantengan siempre viva su sonoridad para aparecer como algo más que una mera muestra musical de la idea de lo que es y representa la naturaleza.

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