Una ruta singular por las Pasarelas de Mondego

Atraído por la información que disponía, acudo hasta la localidad portuguesa de Guarda para conocer in situ una ruta peculiar por el entramado de madera que ha servido para serpentear una zona de sierras y facilitar el paso y disponer de unas maravillosas vistas. Es precisamente esta solución la que ha permitido incrementar el atractivo de una zona desconocida y que, por medio de este recurso, ha hecho accesible al público en general una ruta donde abrazar la naturaleza, con el máximo respeto por el equilibrio del ecosistema en el que se ubican las pasarelas.

Se trata de las conocidas como Pasarelas del Mondego, disponiendo una ruta lineal de dificultad moderada para quienes puedan estar acostumbrados al senderismo y un tanto complicada si no se dispone de la preparación adecuada, especialmente incisiva en los tramos iniciales y finales. Con un desnivel acumulado de 800 metros, llega a completar unos 12,4 kilómetros, de los cuales unos siete son por pasarelas de madera, en unos casos planos y otros con escaleras, y el resto por pistas y caminos existentes. Discurre por el río Mondego y dos afluentes, el Ribeiro do Berrocal y el río Caldeirão.

La ubicación de estas pasarelas se sitúa en el municipio de Guarda, en la vertiente norte del parque natural de Serra da Estrela, insertadas en un territorio reconocido por la UNESCO como Geoparque de la Estrela. Para acceder a ella se dispone de dos vías en sus tramos completos: uno junto a la aldea de Videmonte y otro en la presa do Caldeirão, a unos 8 kilómetros de la ciudad de Guarda. Una tercera entrada se encuentra en Vila Soeiro, a medio camino entre las dos anteriores, como alternativa para los que quieran limitar su ruta a una de las dos mitades (incluso desde aquí también se posibilita realizar la ruta de dos kilómetros que está habilitada para personas con movilidad reducida).

Cuestión previa antes de abordarla es disponer de la entrada que se obtiene en la web oficial (https://passadicosdomondego.net) y abonar el precio simbólico de un euro. Más que pretender lucrarse con esta entrada lo es para ayudar al mantenimiento de la infraestructura y disponer de forma de controlar el acceso que diariamente está limitado. Se ponen a disposición dos mil entradas que permite el acceso por cualquiera de los tres puntos existentes. Interesa señalar que el horario de tránsito está igualmente limitado en el tiempo, que de lunes a domingo y en período comprendido entre el 1 de noviembre y 31 de marzo lo es desde las 9:00 a las 17:00 horas (en el resto del año se amplían). Hay que planificar bien el momento pues el recorrido, dependiendo de los deseos de recrearse más o menos en lo que se va pasando, está entre cuatro y seis horas de caminata. Importante es ir conociendo lo recorrido y para ello, o la proximidad de aseos y servicios, son importantes las permanentes señalizaciones existentes. Toda la ruta se beneficia de la cobertura total de la red móvil, lo que garantiza la comunicación y la seguridad en todo momento.

Aun estando alojado en hotel en Guarda, inicio la ruta desde la Aldea de la Montaña de Videmonte, por aquello de que, según recibo detalles del recorrido, es la forma más cómoda para facilitar el camino entre pasarelas por ser inicialmente de bajada aunque, como luego diré, el afán de hacer completo el trayecto supuso una sorpresa final al ascender y escalonar en un recorrido de tres kilómetros que, sobre todo en el último, hizo palidecer. Claro que este último trayecto es ya más bien voluntario por existir opciones de finalizar antes de abordarlos.

A Videmonte acudí en vehículo y pude dejarlo aparcado en una explanada habilitada al efecto y facilitar la entrada al personal de vigilancia dispuesto en este punto.

En el primer tramo se encuentran unas empinadas escaleras que nos permite descenderlas por aproximadamente unos 500 escalones hasta encontrarnos visualmente de inmediato con el curso del río Mondego que queda a la derecha. Un tramo ciertamente hermoso y espectacular por el laberinto de pasarelas abrazadas a las laderas de la sierra para llegar al ribeiro dos Moinhos, en una zona donde en su día abundaron los molinos harineros de que ahora solo quedan ruinas. Aquí se divisan pequeñas cascadas que adornan aún más el paisaje.

Pronto se salva el curso del ribeiro do Berrocal, afluente del Mondego, y se transita por las pasarelas que discurren en paralelo al rio que es el protagonista y da nombre a la ruta. El río Mondego es el más largo de los de curso completo en territorio portugués, que brota en la Serra da Estrela y desemboca al Atlántico en Figueira da Foz, tras recorrer 258 kilómetros.

La presencia humana antes de que existieran las pasarelas puede advertirse por los molinos y las ruinas de antiguas fábricas textiles que van encontrándose, como la denominada «Engenho dos Carriços» que llegó a tener tres plantas con ocho telares en funcionamiento. Un entorno que se descubre visualmente y se detalla en los paneles informativos que se han establecido.

Llegamos así a una pequeña presa donde hay que atravesarla a través del primero de los puestos colgantes existentes en la ruta.

Empezamos ahora un segundo tramo entre castaños, robles y material bajo, de unos 2,5 kilómetros por pista de tierra y alguna pedrería. Sin la presencia de madera se divisan nuevas ruinas de fábricas textiles: el «Engenho Grande», el «Engenho dos Ribas» y el «Engenho da Canada». Para llegar así a un nuevo puente colgante sobre el río Mondego, que viene a suponer el regreso de nuevo a las pasarelas.

Un trayecto de apenas 600 metros hasta un nuevo puente colgante que completa el número de los existentes para caminar por un sendero por la margen contraria del río Mondego, esto es, ahora por su parte derecha. De inmediato vuelve la madera a la altura de otros restos de antiguas fábricas textiles: el «Engenho dos Fonsecas» y el «Engenho do Pateiro».

En este tramo se forma una especie de cañón con paisaje un tanto abrupto y escarpado. Se pasa así por la pequeña presa de Pateiro, y luego el mirador del Alto Mondego que permite contemplar algunos indicios de la explotación minera de la zona en el siglo pasado en busca de estaño y wolframio.

A la altura de casi 8 kilómetros vuelven a desaparecer las pasarelas para iniciar otro tramo de aproximadamente un kilómetro de sendero, en el que se contempla la central hidroeléctrica de Pateiro, que según se advierta permitió que Guarda fuera una de las primeras ciudades de Portugal en contar con energía eléctrica.

Se llega así al punto intermedio existente en Vila Soeiro, junto a los restos de otra factoría, la «Fábrica nova».

Se inicia el camino primero por pista de tierra y después por zona asfaltada para atravesar la aldea de Vila Soeiro e iniciar el camino que reviste bastante dureza. Después de una empinada cuesta volvemos a las pasarelas con una subida permanente por escaleras, con un desvío para quienes deseen conocer la cascada do Caldeirão (también llamada Cascada Rosa), una caída de agua que está casi oculta.

Esta cascada es parte integrante del arroyo Caldeirão, y está ubicada junto al muro de la presa Caldeirão, en la parte norte de la Serra da Estrela. Es una cascada gigantesca y casi secreta, formada por las aguas de la Ribeira do Caldeirão que se precipitan por escarpados acantilados, mostrando un tono rosado.

Nos espera una nueva y empinada cuesta escalonada para poder desviarse si se quiere hacia el mirador del Mocho Real (a 700 metros de altura) que ofrece una bella panorámica de todo el valle que forma el río Mondego por esta parte de Portugal. Y coronar ya el final en lo alto de la presa de Caldeirão con el cansancio propio de este sorprendente final. El escaneo final de la entrada en la caseta de vigilancia existente permite dejar constancia de haberlo recorrido.

Aquí se pudo disponer de un taxi (con tarifa acordada de 15 euros) que llevara a Vidamonte, punto de inicio, y recuperar e vehículo aparcado. Cansado pero feliz de haber superado la prueba y disfrutado de toda una maravilla de la naturaleza. Sin duda recomiendo que pueda acudirse a su recorrido.

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