El Club del Caminante de Badajoz cumple su programación anual con un nuevo recorrido por tierras gallegas para llegar a esa Catedral de Santiago que tanta sensación de felicidad produce cuando, tras el esfuerzo realizado, se acude a sus inmediaciones.
En esta ocasión el camino seguido en sus últimos 118 kilómetros lo ha sido por el denominado como Sanabrés, que no es otro que una prolongación de la Vía de la Plata que viene de Sevilla y Mérida, aunque no forme parte de la unidad histórica que constituye esa vía romana que enlazaba Mérida con Astorga. Se desvía en consecuencia en la provincia de Zamora para introducirse en la de Ourense, desde la que se ha iniciado el camino por parte de este grupo, para circular después por la provincia de Pontevedra y adentrarse en A Coruña para llegar a la capital de la comunidad autónoma de Galicia. Si se busca algo diferente al bullicio que se tiene en otros recorridos, sin duda este es el apropiado para descubrir algunas joyas del románico, ver hermosos paisajes de viñedos y sendas verdes donde la tranquilidad y la naturaleza presiden las jornadas que comprenden, en este caso, las siete etapas programadas desde el día 2 de julio de 2025.

El grupo en el que me he integrado comprende a 28 personas, de condiciones físicas variopintas, lo que no ha dejado de ser un reto para Pedro, que asumía la dirección del grupo marcando las pautas a seguir, con el GPS en la mano y la mirada puesta al frente y atrás para no perder de vista cómo discurría el pelotón, siempre con la gran y estimable colaboración de su mujer, Marisol, y los atentos Paco y Teresa que cada uno en su faceta permitían que los demás nos viéramos beneficiados de su trabajo en equipo. No es fácil, y así lo hemos podido comprender, que se pudiera mantener la disciplina de los caminantes cuando cada uno podíamos dar una respuesta diferente con arreglo a las posibilidades que se tenían. Pero al final, el trabajo y la predisposición da sus frutos y el grupo iba culminando las etapas con la alegría de ir cumpliendo los trayectos unidos.
Sí, somos diferentes y así podía comprobarse que, como ocurre en todos los grupos, entre los que asumen la cabeza y los que conforman la cola existía una amalgama de casos dignos de destacar. Los de arriba eran esa especie de «gastadores» que, en el ardid de lo militar, abrían camino, iban por delante, franqueando las dificultades que impidieran a la unidad proseguir por el trayecto. Patro y Antonio merecen destacarse por su valentía en trochar por todos los terrenos con un ritmo uniforme y por dejarse ver en la lejanía por una «tropa» que, salvo esporádicos saltos de otros valientes que individualmente se apresuraban a destacar, mantenían la unidad. Eso sí, el pelotón también se veía afectado por las traseras, quedando un cierto rosario de quienes veían dificultado el ritmo mantenido. Un sacrificado Felipe permitía cerrar la cuenta de caminantes sin que ninguno pudiera llegar «fuera de control», como así se conoce en el mundo del deporte a los que superaran el tiempo previsto como máximo para cubrir los recorridos. No faltaba, en puntos concretos, ese vehículo de «protección y ayuda», con Junior al volante, y que servía de coche escoba; pero realmente los integrantes del grupo se resistían a cualquier otra ayuda que no fueran sus piernas y los bastones de apoyo. Por motivos religiosos o no, cada cual deseaba cumplir el camino. Y salvo un caso que veía truncado el proseguir por un incidente familiar que le obligaba a regresar, el resto completó el recorrido.
De suma importancia es la buena camaradería que debe existir cuando se comparten momentos como estos. Y aquí debe destacarse que la alegría cundía en el grupo, y se hacía ver en quienes propiciaban cánticos extremeños o de actualidad pachanguera, cuando no se veía sorprendido por la voz de Ramón que se atrevía a emular a esos grandes que cantaban lo de ser «libres como en viento» o «aquel que cada noche te persigue». Siempre prestos, además, a ese graciable chiste que con salero iba contando el infatigable Paco, en esos momentos en que su pasión fotográfica le permitía dirigirse a un personal presto a la risa. No se quedaba atrás el amigo Julián, también aficionado a eso de «saben aquel qué diu». Las charlas de quienes gusta aprovechar los momentos no se dejaban de oír, eso sí, cundiendo un cierto silencio cuando las empinadas cuestas obligaban a respirar y dejar de lado cualquier otro intento de complementarla.
La tranquilidad se hacía patente por el poco trasiego de peregrinos, recordando a lo que fueran en su momento otros caminos ahora más populares. Hoy parece que no se es nadie si no se hace el camino de Santiago hacia lo espiritual, aunque no todos participan de esta convicción y el mero carácter lúdico se deja ver en muchos caminantes. La alegría cundía cuando se podía saludar a otros peregrinos con esa famosa predicción de desear un «buen camino», que en nuestro caso se ha hecho patente con especial énfasis al cruzarnos con un numerosísimo grupo de jóvenes de los Colegios Escolapios de toda España, pletóricos de juventud y de lozanía, amables y bien dirigidos por monitores que saludaban con especial cariño. Y qué decir de esas chicas sevillanas que con el salero que les caracteriza iban rindiendo simpatía por los trayectos, intercambiando con nosotros intervalos de recorridos bien por delante o detrás. Así es el camino.
Los descansos técnicos han sido necesarios para reagrupar al estirado grupo y reponer fuerzas, tomar algún líquido, frutos secos o fruta, y dejar un poco apartada la pesada carga mochilera. Las fuentes que aparecían en el camino eran recibidas con enorme satisfacción, cubriendo cabezas, caras y brazos con ese delicioso líquido que tanto refresca cuando el sol aprieta.
La escasez de locales abiertos en aldeas y pequeñas poblaciones que se presentaban en el camino hacían difícil la captura de esos mínimos de dos sellos diarios que incorporar a la Cartilla del peregrino. El vacío de los pueblos ha sido una constante, más triste aun cuando hermosas ermitas aparecían cerradas a cal y canto. Con gran alegría se recibió encontrar en Carballediña, bajando del Monasterio de Oseira, un lugar concebido como Ayuda al Peregrino, patrocinado por una Asociación a cuyo frente pudimos encontrar a una extremeña que con agradable recibimiento nos brindó la posibilidad de beber algún líquido fresco y saborear productos extremeños. Todo un acontecimiento.
Las siete etapas culminadas han totalizado 118 kilómetros, con el siguiente recorrido:
1ª Etapa: Gaspar a Ourense (16 kms). No puede decirse que sea de belleza en su recorrido, a diferencia de lo que sucederá en las siguientes. Toda ella transita por carretera, sobre asfalto, pasando por polígono industrial de San Cibrao das Viñas, si bien el día nublado facilitaba que no se calentara el suelo lo suficiente como para dar lugar a que aparecieran las temibles ampollas. La orografía favorecía en tanto que conforme se cubren los kilómetros se va perdiendo altitud (desde los 467 metros de altitud en Gaspar hasta los 160 metros del centro de Ourense). En el trayecto, como vistosidad digna de mencionar es el pueblecito de Seixalbo, un núcleo medieval situado a cuatro kilómetros de Ourense, en el mismo lugar por donde transitaba el antiguo Camino Real a Castilla. Declarado Núcleo de Interés Etnográfico, conserva el aspecto que debió de tener en el medievo, lleno de casas de piedra con arcadas y galerías, rincones y calles estrechas que vas admirando conforme se atraviesa. En la hoya del río Miño aguarda Ourense, con sus innumerables monumentos y rincones que seducen, como las termas, sus puentes y su casco histórico presidido por la catedral de San Martiño.
2ª Etapa: Sartédigos a Cea (15,4 kms). El trayecto cambia por completo y aparecen esos bosques frondosos y zonas de auténtico paisaje rurales con colinas verdes y campos de cultivo, perfecto para una marcha plácida y perfecta para la reflexión. En la etapa concluimos en la Plaza Mayor de San Cristovo de Cea, lugar donde se encuentra una esbelta Torre del Reloj que cuenta con una fuente a sus pies. Apropiado para refrescarse tras el calor pasado por el recorrido.
3ª Etapa: Cea a Castro Dorzón (19,3 kms). El tránsito inicial es de empinadas cuestas que llega a la altura de 655 metros en el lugar de parada obligatoria, el Monasterio de Oseira, conocido como el «Escorial gallego» por su enorme estructura. Es considerada una obra maestra de la Orden del Císter en España, actualmente casi sin ocupar en la mayoría de sus dependencias, al contar tan solo con diez monjes. En la visita guiada que hicimos el grupo pudimos observar su iglesia románica de arcos apuntados, los tres claustros y la sala capitular; un recinto deslumbrante del siglo XV.
El recorrido posterior es de cierta complejidad en las muchas cuestas empinadas con piedra en el suelo, llegando al punto más alto situado a 820 m. Entre Oseira y Vilarello hay un ascenso de algo más de un kilómetro y medio que salva 150 metros de desnivel. Entre Vilarello y Bidueiros el trazado es algo rompepiernas. Continúa con una cierta normalidad en el trayecto hasta llegar a Castro Dorzón a 750 metros.
4ª Etapa: Castro Dorzón a A Laxe (18 kms). El día se presentaba con tiempo diferente. Una salida con ligera tormenta un poco lejos que dejaba caer alguna gota de lluvia, para proseguir después con una intensa niebla, para pasar luego a cielo nublado y finalmente ver el sol en su intensidad. El camino se interna en la comarca del Deza, abarcando valles y praderas rodeados de suaves colinas. Una vez superado el alto de Santo Domingo, la ruta va perdiendo altura e ingresa en las aldeas del Concello de Lalín, que vienen precedidas por cruceiros y capillas populares. Tras cruzar el río Asneiro comienza una orografía más irregular, típica gallega, a base de repechos y descensos fugaces. En el tramo final, Botos y Donsión lucen con orgullo sus templos parroquiales, el uno sus vestigios románicos y el otro un imponente barroco, eso sí cerrados a cal y canto. El lugar de A Laxe resulta muy apropiado para concluir la jornada.
5ª Etapa: A Laxe a Bandeira (16,2 kms). Se sigue transitando por la comarca pontevedresa del Deza, que se expande por el centro geográfico de Galicia. En la etapa, el itinerario visita las poblaciones de Silleda y Bandeira. Y entre ellos, el camino va descubriendo pequeñas aldeas con alguna sorpresa, como el fotogénico puente medieval de Taboada que cruza el río Deza. Se remonta al siglo X y que cede el testigo a una antigua calzada romana. En la salida que se produce de la aldea de Transfontao, nos encontramos con un tramo de descenso empedrado que aparece un tanto encharcado y embarrado, lo que exige extremar la atención y el cuidado en los pasos que se van dando.
6ª Etapa: Bandeira a Outeiro (17 kms). De poca dificultad con cómodas pistas de asfalto o tierra y desniveles moderados. En Dornelas se encuentra la iglesia románica de San Martiño (cerrada), atravesando después una zona forestal para llegar a O Seixo y Castro y descender rápidamente en una exigente bajada hasta el río Ulla, para introducirnos en la provincia de A Coruña. Posteriormente hay que afrontar la subida a Outeiro.
7ª Etapa: Outeiro a Santiago (16,3 kms). Esta última etapa nos lleva al final del camino sin más complicaciones que las subidas que presenta la llegada a la capital gallega. Pasaremos previamente por las localidades de Angrois y Ponte do Sar, que adelantará unas bonitas vistas a la Catedral desde su calzada romana. El acercamiento a la gran ciudad se nota, la carretera y el ferrocarril discurren ahora más cerca y tendremos que cruzarlos en varias ocasiones (el recuerdo del accidente ferroviario vivido no hace mucho se deja ver).
Nos unimos finalmente al Camino Real para entrar en Santiago, pasando por el casco histórico compostelano para de inmediato y tras percibirse el sonido gaitero característico, se recibe la recompensa pisando la plaza del Obradoiro, con la alegría y abrazos entre los integrantes del grupo que, sin ningún contratiempo, han conseguido cumplir con el objetivo. Un sentimiento especial que solo puede ser entendido desde el momento que se pisa el suelo de la plaza y se alcanza con la mirada la majestuosa catedral. El Apóstol se hace presente de una u otra manera.




Tras la última etapa se completa, para quienes lo han querido, con la adquisición de la Compostela, ese documento que acredita haber seguido el camino con al menos 100 kms de recorrido; la visita y abrazo al Apóstol, y la asistencia a la Misa del peregrino que, cuando existe ofrenda, como ahora ha ocurrido, se culmina con ese botafumeiro que se cimbrea por las alturas del recinto interior de la catedral. Un bonito broche de oro a la estancia.
En el sentir de todos se encuentra lo que caracteriza misteriosamente la realización del camino. Ese deseo de «Volver». Que así sea y podamos vernos nuevamente.
Felicidades por haber culminado el camino a todo el grupo y gracias por el ameno relato .
Tere.
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Gracias por tu comentario. Un saludo
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Estupenda y detallada crónica de este Camino, Luciano.
Gracias por inmortalizar este recorrido, con indicación de distancias, poblaciones, lugares pintorescos o destacados, fotos, etc.
Gran trabajo. Enhorabuena. Ha sido un placer haber podido compatir contigo y resto del grupo del Club del Caminante de Badajoz esta bonita aventura.
Un abrazo grande.
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Muchas gracias Ramón. Esperemos compartir otros buenos momentos como estos. Un fuerte abrazo
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Ha sido todo un placer compartir este bello paraje con gente tan buena. Seguro que nos vemos en nuevos trayectos. Gracias Ramón por tu comentario. Un fuerte abrazo
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