Senderismo en Extremadura: Explorando la Naturaleza en Herrera de Alcántara

El senderismo es una de las actividades más propicias para el descubrimiento de cuanto no puede hacerse por medios de transporte o incluso, siendo factible, el hecho de dejar la huella en el suelo impregna de una sensación especial por lo que puede brindar la cercanía con el terreno. Caminar por la geografía que brinda la bella Extremadura es, además, gratificante para ir conociendo algo más de una tierra que, por su extensión, ofrece contrastes que le hacen única. Sin lugar a dudas, invita a recorrerla para disfrutarla.

En este momento he acudido con el Club del Caminante de Badajoz a Herrera de Alcántara, en una más de esas bien organizadas rutas que programa su directiva para deleite de socios y visitantes. Una localidad que se encuentra en la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura, en el punto más occidental de la provincia. Situada en una loma al sur del río Tajo, en la frontera con Portugal, en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera del Parque Natural Tajo Internacional. Se dice que su nombre podría derivar de una herrería que existió allí entre los siglos XI y XII, en la que se cuenta que se hicieron las rejerías de la Catedral de Santiago de Compostela. Sea como fuere, el caso es que se está de lleno en esa Extremadura verde.

El término municipal es ondulado y eso se ha dejado ver en la ruta que hemos seguido, de unos 17 kms., dirigidos por Valentín como guía, que partiendo de la plaza del ayuntamiento de Herrera nos ha llevado a caminar por zonas de mucha vegetación, al transitar en gran medida por riberos, con abundante presencia de encinas, jara pringosa, y ahulaga en las zonas de solana, y piruétano, quejigos, brezo blando o durillo en las umbrías. Entre subidas y bajadas llevaderas pueden avistarse grandes rapaces que en estos momentos son buitres leonados que revolotean en círculos, si bien es posible que en estos lares se pueden ver otras como el águila culebrera o el águila perdicera, además de esa elegante cigüeña negra que, por desgracia, está en peligro de extinción.

El deseo de llegar al punto más alto nos hace seguir una empinada cuesta para alcanzar el Mirador de Negrales, un lugar espectacular por las vistas que ofrece, pudiendo observar gran parte de la trayectoria del río Tajo a su paso por esta localidad. Resalta en cuanto a paisaje, pues las vistas del río y sus orillas española y portuguesa desde el mirador, al igual que las que brindan los meandros del arroyo Negrales, son impresionantes. Lugar propicio para la fotografía paisajística y grupal, además de servir de avituallamiento y comentar cuanto de bello brinda todo lo que rodea.

Después proseguimos por una subida sobre suelo hormigonado que parecía no ver el fin para introducirnos por ese trayecto conocido como ruta Mari Loza, que lleva a un nuevo mirador que en este caso está a orillas del Tajo, y continuar hasta el embarcadero después.

El nombre de esta ruta procede de una persona local que igualmente tiene una calleja dedicada, y que en el pasado frecuentaba esta zona por lo que pudiera ser de su propiedad. Una costumbre arraigada en la toponimia rural española, donde los accidentes geográficos o caminos tomaban el nombre de personas locales.

Todo el trayecto es agradable por la impresionante vegetación que agolpa, pero un tanto peligroso por el pequeño camino que va serpenteando el terreno en bajada y subida, y que obliga a hacerlo en fila al discurrir por una senda estrecha donde se supera algunos desniveles bastante pronunciados. Reviste un cierto peligro y exige concentración y no precipitarse. Afortunadamente el día salió soleado y no hubo lluvia que hubiera complicado muy mucho el trayecto, aunque no por eso impidió que la humedad acumulada hiciera que algún resbalón se produjera sin llegar a mayores consecuencias. En ciertos puntos hubo alguna necesidad de ayuda por los siempre dispuestos senderistas más avezados en estas lindes.

Esta parte del recorrido, aunque comienza con olivares, es la zona de ruta de mayor interés botánico del Parque Natural, con la más notable representación de vegetación de umbría de los riberos. Aparecen primeramente almeces y majuelos, que a medida que el sendero se hace más abrupto van dando paso a encinas, quejigos, madroños, labiérnagos, aladiernos, cornicabras, lentiscos, durillos, brezos blancos, ruscos y jazmines. Puestos a seguir divisando cuanto anuncian los atriles informativos (cuenta con más de 20 paneles) que se van viendo por el trayecto, en ese itinerario botánico que caracteriza el lugar, puede advertirse que también abundan otras especies de menor porte como el narciso pálido, aromáticas como la mejorana o el orégano, u orquídeas. Un verdadero paraíso de diversidad vegetal.

Una parada en ese mirador existente al borde del río permite respirar por lo ya recorrido, agrupando a los senderistas para proseguir camino al embarcadero. Estamos, por tanto, en la parte baja de las sierras recorridas. Aquí, en ese coqueto embarcadero, se concentra un grupo de seis o siete edificaciones que en su momento fueron viviendas de pescadores que hacían de esta labor su medio de vida en el sector primario, y que hoy han sido reconvertidas por la Diputación de Cáceres en viviendas rurales para acercar el turismo a esta maravillosa zona y poder practicar actividades acuáticas y de senderismo. Un verdadero paraíso rodeado de plena naturaleza, de todo lo cual pudimos disfrutar en unos instantes.

Había que proseguir, confiados en que después de cuatro horas de caminata quedara poco para culminar la ruta, pero se ponía por delante un trayecto de unos cuatro kilómetros en permanente subida, circunstancia que propiciara que los ritmos fueran dispares entre los senderistas, para ir llegando poco a poco al final del trayecto en el mismo punto de partida, imbuidos todos de una ruta que, aunque calificada como de media dificultad, no dejaba de ser un tanto peculiar en alguno de sus tramos.

Cumplido el objetivo, esas cervezas y bocadillos que sirvieron para reponer fuerzas sentaron de maravilla. Lugar agraciado por la bella naturaleza.

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