Si hay una cosa que me crispa es observar cómo cualquier mensaje que se utiliza en las conversaciones cotidianas queda a la postre mediatizado o incluso anulado de raíz por el permanente uso y abuso que hacemos de la conjunción “pero”. Es una palabra ciertamente traicionera que viene ni a pedir de boca cuando se trata de ir capoteando el terreno con el “sí pero no” o “no pero sí”. La verdad que no es fácil este malabarismo en su utilización, y los artífices de la palabrería se convierten en auténticos expertos de esta contumaz dicción. Hay que hablar lo que sea, haciendo ver que se sabe o se quiere llegar a algún sitio, pero luego apuntar un giro que, si ya eres un experto, lo harás con un “pero” que pueda pasar un tanto desapercibido. Se trata de quedarlo todo en una nebulosa.
Y si en la conversación cotidiana es un recurso más que socorrido para salir del paso, no digamos nada si está por medio el debate político. “Emplearemos todos los recursos necesarios en [promesa], pero [limitación que puede sobrevenir para no cumplirlo]”. Normalmente el pero se quiere vincular al que ocupa la posición contraria, por aquello de que al final serán los culpables de no haberlo podido cumplir, aunque también puede utilizarse hacia un fenómeno externo que pueda hacer tambalear el propósito. Sea como fuere, se trata de nadar escondiendo la ropa.
Cuánta razón tiene Eduardo Sacheri, autor de la novela “El secreto de sus ojos”, llevada magistralmente al cine por Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín, cuando dice: «El “pero” es la palabra más puta que conozco: “Te quiero…pero…”, “Podría ser…pero…”, “No es grave…pero…”. ¿Se dan cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era o lo que podría haber sido, pero no es” ».
Con un significado en sí mismo vacío, la palabra “pero” encierra mucha enjundia. Y luego, la predecible duda inicial se convertirá en contundente afirmación “Ya te lo venía a decir, que la cosa no estaba clara”; ”eran posibles otras soluciones”. “Si no pude hacerlo era porque, como te decía, había muchos impedimentos ajenos”. Y así, el “pero” se convierte en la justificación de todo actuar, confiriéndole el significado que mejor convenga. Con esta conjunción se pone en cuestión todo el discurso anterior. Curioso recurso para mediatizar la respuesta que se hacía a una pregunta deseosa de aclarar algo.
Lo más triste de todo ello es que seguiremos escuchándola (¡prestad atención!). Esperemos que su uso pueda ser más amplio en su sentido positivo, por aquello de que “hoy no puede ser pero mañana es posible”.
Me encantan tus fotografias y temas gracias
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Muchas gracias. Un saludo.
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