Siempre es motivo de satisfacción visitar la ciudad de Londres para recorrer sus calles y rincones, visitar sus museos y conocer aspectos relevantes de su múltiple patrimonio, con la prestancia que brinda este bello paraje. Pero si además se hace acompañado de tu propia familia y en un período de por sí emotivo, cual es la navidad, para ver todas esas calles repletas de la decoración propia de la época, el placer se convierte en algo especial. Mayores y pequeños nos hemos unido en la satisfacción de unos momentos que, a buen seguro, quedaran grabados de por vida. Nunca podré olvidar esas caras de mis «pequeños ratones», dando la guerra propia de los críos pero a su vez alegrando los momentos con ese permanente bullicio. El esfuerzo de la «reina madre» ha merecido la pena, aun sabiendo todos que se sobreponía a la adversidad.
Londres es una ciudad por sí misma colorista y diversa, con una larga historia que arranca hace dos mil años y que prosigue en su modernización permanente. La moda, la música y las artes están en cada escaparate, en los rincones y en sus calles. Ver a esos pintores aficionados en sus plazas, o escuchar música de grupos acoplados en plena calle son cosas tan cotidianas como sorprendentes para los que acudimos de fuera. Escuchar a Dire Straits, Beatles, Michael Jackson, o cualquiera que se te pase por la cabeza es algo tan normal como para saborearlo casi en su total esencia simplemente con cerrar los ojos y dejar entrar por tus oídos el sonido de esos aficionados que buscan deleitar a esa masa de público que camina por las avenidas y se agolpa escuchándoles, para con ello poder ganarse unas libras que voluntariamente caen a sus pies.
Y qué decir de esas casas, cervecerías y pequeños establecimientos comerciales que emanan arte por cualquier sitio que caminas. Pararte para observarlas en detalle y conocer las historias de algunas de ellas (como la casa en la que vivió Benjamín Franklin) es ya de por sí una gozada.
El tráfico es intenso, pero igualmente espectacular. El rojo de sus autobuses de línea, los taxis de película, y esos rolls Royce o similares que aparecen con cierta frecuencia, son meros ejemplos de un paisaje urbano que te apasiona, aun a riesgo de que cuando atravieses alguna calle no te percates que debes mirar a la izquierda, por aquello de que aquí todo es diferente a lo que estamos acostumbrados.
Subirte a uno de estos autobuses, tomar un taxi o hacerte alguna fotografía en esas cabinas rojas que abundan por las calles londinenses, son vicisitudes que nadie deja de hacer. Y, como no, los españoles ya somos más maduros y no falta quien se atreve con el idioma; gracias a ello resulta más fácil comer lo pretendido o adquirir el producto deseado.
En cuatro días ha habido de todo, y por ello mismo voy a relatar la experiencia para que quede recogido y pueda compartirlo en sus momentos álgidos, en esos 33 distritos que componen la capital londinense y que la hacen verdaderamente inmensa, aunque cercana en la apariencia. Pero vayamos por parte, acompañado de este mapa que resulta más representativo de lo visitado, ayudado por una empresa de tour londinense que nos permitía subir y bajar en los trayectos para ir conociendo en detalle cuanto pudiera interesar.
El referente inicial lo hago desde la plaza de Trafalgar Square, lugar céntrico desde el cual hemos podido movernos en sus cuatro puntos cardinales. Esta plaza, donde antaño estaban las caballerizas reales, es el eje principal de West End y un espacio público para concentraciones y espectáculos. Fue creada para conmemorar la victoria de la armada británica frente a la española y la francesa en la Batalla de Trafalgar.
En el centro de la plaza se alza la majestuosa Columna de Nelson, construida en 1843 en honor al almirante Nelson, fallecido mientras se encontraba al mando de la armada británica en la Batalla de Trafalgar. La columna de granito de casi 50 metros de altura está coronada por una estatua del almirante Nelson y rodeada por cuatro leones de grandes dimensiones, moldeados por el arquitecto Sir Edwin Lutyens, que fueron construidos a partir del bronce fundido de los cañones de la flota vencida, y por fuentes diseñadas por Edwin Lutyens en 1939.
En la plaza se pueden ver varias estatuas de personajes célebres: en las cuatro esquinas de la plaza hay ubicados cuatro pedestales, tres de ellos albergan las estatuas de Jorge IV, Henry Havelock y sir Charles James Napier, la escultura del cuarto pedestal cambia cada cierto tiempo. Tras varias controversias sobre la estatua de qué personaje debería albergar, durante años ha estado acogiendo obras de arte o publicitarias. En la actualidad se encuentra una imagen de la mano con el pulgar -un tanto alargado- hacia arriba.
En la plaza se encuentran igualmente dos estatuas ecuestres: la del rey Carlos I de Inglaterra, frente a la columna de Nelson, y la de George IV en el pedestal de la esquina noreste. También se encuentra la de George Washington que fue un regalo del estado de Virginia, y tiene como curiosidad la de estar situada sobre suelo importado de los Estados Unidos, ya que Washington juró no volver a poner un pie sobre suelo británico.
Estatua ecuestre de Carlos I de Inglaterra (1633)
Estatua ecuestre del rey George IV
Estatua de George Washington
Y en estas fechas podemos advertir un enorme abeto que tiene su historia. Es una muestra de agradecimiento que desde el año 1947 hace el pueblo noruego por el apoyo británico mostrado en la Segunda Guerra Mundial para liberarlos de los nazis.
Al norte de la plaza se alza el edificio que da a Trafalgar Square su majestuoso aspecto. Se trata de la Galería Nacional, poseedora de la colección pictórica más importante de Inglaterra con obras que abarcan desde 1250 a 1900. La colección pertenece al público británico, por lo que la entrada es gratuita. Las obras de arte provienen de las mejores pinacotecas de la Europa Occidental y entre ellas se pueden admirar cuadros de pintores tan importantes como Van Gogh, Velázquez, Goya, Tintoretto o Rembrandt. Se permite fotografiar las obras pero para uso privado y, por tanto, me veo impedido de publicarlas por este medio, y en especial, dos de ellas que traen agradables recuerdos (Venus de Velázquez y Los Girasoles de Van Gogh). Grandiosa toda la colección existente.
Entrada principal de la Galería National
El edificio, inaugurado en 1838 a partir de una colección privada compuesta por 38 importantes cuadros pertenecientes a un banquero, es de estilo neoclásico y cuenta con dos alas que se unen en el centro bajo una cúpula que se alza sobre la entrada decorada con columnas clásicas. Justo al girar la esquina se encuentra la National Portrait Gallery, otra de las grandes pinacotecas gratuitas de Londres.
Parte central de la Galería
Al este de la plaza se levanta la magnífica iglesia de St. Martín in the Fields, en la que durante el almuerzo y por la noche se celebran conciertos y recitales de música clásica. Un pregonero en sus puertas recuerda permanentemente estos conciertos que se van celebrando.
Si caminas desde Trafalgar Square hacia el Palacio de Buckingham, a lo largo de The Mall, puede verse que en lo alto de cada farola hay un barquito orientado hacia la plaza. Es la flota del Almirante Nelson que observa sus navíos desde lo alto de su columna. Así son las cosas de este pueblo británico que no deja aguja sin hilo.
Alrededor de Trafalgar Square se encuentran las zonas con mayor movimiento de Londres con numerosos restaurantes, cines, cafeterías y tiendas. Así, los arcos de estilo oriental de Gerrard Street señalan la entrada a Chinatown, una zona que ha sido desde los años cincuenta el centro capitalino de los residentes chinos. Hay supermercados chinos y puestos callejeros. Aunque si algo sorprende al visitante es que se trata de un lugar muy pequeño: tres bloques de edificios y una calle central adornada por motivos de decoración orientales atiborrada de restaurantes donde se puede comer barato varios tipos de cocina oriental: cantonesa, vietnamita, japonesa, etcétera.
Chinatow
El Soho, cuyo nombre tiene su raíz en un grito usado para cazar que se remonta a la época de los Tudor, forma junto a Piccadilly Circus el llamado centro de Londres. Lo que fue antaño un barrio conocido por su mala fama es ahora un lugar multicultural, lleno de vida y con un especial atractivo turístico. Old Compton Street es la vía principal de este pintoresco barrio y está repleto de turistas que disfrutan de sus tiendas, boutiques, restaurantes, así como de sus populares pubs, discotecas y algunos sex-shops.
Picadilly Circus es otro icono londinense. El Circus es el punto final de la calle Picadilly, en la que se sitúa la estatua de Eros -erigida en recuerdo del conde de Shaftesbury-. Este punto es igualmente muy conocido por sus anuncios de neón, que señalan la entrada a la zona de entretenimiento de la ciudad. En el lado sur está el Criterion Theatre, junto a Lillywhite´s, la principal tienda de deportes de Londres. Tan popular es el lugar que el típico humor inglés se pronuncia al respecto: si pasas el tiempo suficiente en Picadilly Circus, terminarás encontrando a gente conocida.
Picadilly Circus
Al Este de Picadilly Circus nos encontramos con una nueva plaza de parada obligatoria: Leicester Square. En ella se encuentra la nueva tienda Lego, la más grande de todas las que la compañía danesa tiene en el mundo. El establecimiento que se inauguró el pasado 17 de noviembre supone una delicia para los pequeños y, como no, también para los mayores pues no en vano, en sus dos plantas, se encuentran construcciones hechas con piezas o bricks, de las que resulta ser más llamativa, sin duda, la réplica de la Torre del Reloj que se ha hecho con más de 200.000 piezas y en cuya construcción se invirtieron alrededor de 2.280 horas de trabajo (esto es, 94 días). También se encuentra un vagón de metro tamaño real para poder sentarse y hacerse fotos con Shakespeare (hecho también en Lego); un plano del metro, o una cabina de teléfono roja a la que entrar para hacer las llamadas.
Y, justo enfrente, la vecina M&M´S World, con sus 4 plantas, es la tienda de caramelos/chocolates más grande del mundo en la actualidad. Cuenta con un rango enorme de merchandising: ropa, menaje, bisutería, papelería, juguetes… ¡Será por colores!
En nuestro recorrido llegamos a la zona de Covent Garden, uno de los rincones de Londres más turísticos y pintorescos. Es conocido por sus numerosas cafeterías al aire libre, tiendas (la mayoría de ellas situadas a lo largo de la calle Floral Street), puestos, mercados y artistas callejeros que intentan hacer más agradable el paseo a los viandantes. En la zona central se encuentra la plaza “Covent Garden Piazza” donde había un mercado de flores, fruta y verduras entre más o menos el año 1500 y el año 1974, cuando este mercado se trasladaría al conocido como Nuevo Mercado de Covent Garden. El edificio de la plaza de Covent Garden se reabrió como centro comercial con pequeñas tiendas, bares, y un mercado de artesanía llamado Apple Market.
Zona de mercado y alrededores de Coven Garden
Volvemos nuevamente a la Plaza de Trafalgar para encontrarnos con Charing Cross, una calle que sale desde la plaza y que literalmente se corresponde con el centro de Londres por ser el punto donde se sitúa el kilometro cero (el equivalente al madrileño situado en la Puerta del Sol). Actualmente es uno de los centros ferroviarios del país, y su nombre proviene de la cruz que señalaba el comienzo de la procesión en los funerales de Eleonor, la esposa de Eduardo I.
Cruz desde la que se miden todas las distancias de Londres
Proseguimos después por la principal arteria que va desde el extremo sur de Trafalgar Square hacia Parliament Square (la plaza del Parlamento): la avenida de Whitehall. En su trayecto se pueden encontrar muchos edificios gubernamentales, motivo por el cual el nombre de «Whitehall» es frecuentemente usado como un metónimo para gobierno administrativo del gobierno del Reino Unido, el Servicio Civil Británico o al gobierno mismo. Además de ello divisamos la estatua del mariscal de campo Douglas Haig (que en 1919 obtuvo el título de Conde de Haig, en escultura de Alfred Hardiman e inaugurada en el año 1936) y el Cenotafio (monumento a los caídos), así como el Monumento erigido a las mujeres de la Segunda Guerra Mundial.
Inicio de la avenida Whitehall desde Trafalgar Square
Escultura ecuestre del mariscal de campo Douglas Haig, que divide en dos a la avenida
Cenotafio (monumento a los caídos)
Monumento a las mujeres de la Segunda Guerra Mundial
Pero sin en especial merece una parada cultural en este trayecto es para ver el edificio concebido como palacio de Whitehall (Whitehall Palace), que fue la residencia principal de los reyes ingleses en Londres desde 1530 hasta 1698 en que fue destruido por el fuego. Antes de eso, se había convertido en el palacio más grande de Europa, con más de 1500 habitaciones. Se salvó del fuego la Banqueting House, un pabellón pensado para fiestas diseñado por Iñigo Jones y cuyo techo fue decorado por Rubens. El palacio estaba vigilado en su parte norte, en lo que en la actualidad es Horse Guards, donde todavía alberga la caballería real, con sus guardias tradicionales a pie y a caballo. Como no, todo el mundo se hace la correspondiente fotografía ante la mirada atenta de esos aparentemente dóciles caballos y la impertérrita frialdad de los guardianas que los montan.
Palacio de Whitehall
Monumento estatua de vizconde Garnet Wolseley. El ex agente de campo Marshall era un héroe que sirvió en la guerra de Crimea. Esta estatua se erige en el Horse Guards Parade, en Westminster.
En esta zona se encuentra también la famosa Downing Street, la calle donde se encuentra, en su número 10, la residencia del Primer Ministro del Reino Unido. Es una de las cuatro casas originales construidas en 1680 para sir George Downing, que se fue a Amérda siendo un niño y volvió para luchar junto a los parlamentaristas en la guerra civil de Inglaterra. Por razones de seguridad, el acceso a la calle se encuentra cerrada al público desde el año 1989, mediante un vallado que obliga a divisar su recorrido desde la lejanía. En el número 11 de la misma calle se encuentra la residencia del ministro de Hacienda.
Tras ello llegamos a la orilla del río Támesis y con ello al centro político y espiritual de la ciudad, el palacio de Westminster, levantado aquí hace mil años como residencia real (aunque ningún monarca ha vivido en él desde el siglo XVI), sede del Gobierno y abadía. La plaza fue diseñada tras el incendio que destruyó el palacio en 1834. El nuevo palacio de Westminster, conocido como Houses of Parliament (Casas del Parlamento), está frente a la abadía de Westminster. Todo un entorno que no pasa desapercibido para los miles de turistas que acudimos para ver todos y cada uno de los detalles de esa maravillosa obra humana.
El Palacio es un edificio gótico victoriano que alberga las dos Cámaras (de los Lores y de los Comunes) que componen el Parlamento Británico. La ostentosa fachada del edificio ofrece un bello panorama mientras los pináculos dorados y las estatuas de los reyes se reflejan en el río. El palacio se encuentra flanqueado por la Victoria Tower, una imponente torre que reúne las copias de todas las leyes del Parlamento desde 1497, y también por la carismática torre del Big Ben, apelativo que remite al reloj que contiene en su interior una enorme campana de 14 toneladas. La Torre del Reloj tiene una altura de 96,3 metros, en cuya arquitectura superior se ubica un reloj de cuatro caras, de 7 metros de longitud cada uno de ellos. Se trata de la tercera torre de reloj más grande del mundo, de ahí que no pase desapercibido para quien se acerca a conocer este bello entorno.
Palacio de Westminster, Torre del Reloj, Casas del Parlamento
Justo en sus inmediaciones se encuentra la poderosa estatua de Churchill, líder británico de la Segunda Guerra Mundial, que se muestra vestido con su famoso abrigo. Es una de las estatuas que hay en la plaza, junto a la de Benjamín Disraelí, la del presidente estadounidense Abraham Lincoln y Nelson Mandela.
Estatua erigida a Winston Churchill
Y frente al Parlamento británico nos encontramos igualmente con una escultura ecuestre realizada en bronce. Se trata del rey Ricardo I, corazón de león, montado a caballo. El rey fue muy querido por el pueblo británico aunque estuviera siempre de cruzada en cruzada, pero se le erigió este monumento que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial aunque en la espada que alza al viento muestra una curvatura impropia, consecuencia de un proyectil nazi que le alcanzó.
Estatua del rey Ricardo I, Corazón de León
Al lado sur del Palacio se encuentra la Abadía de Westminster, una iglesia gótica anglicana que representa uno de los lugares más tradicionales de la ciudad de Londres. En esta abadía han tenido lugar coronaciones y entierros monárquicos de gran importancia. La coronación de la reina Isabel II se celebró aquí en 1953 y los funerales de la princesa Diana en 1997. Aquí se celebró en abril de 2011 la boda del príncipe Guillermo y Catherine Middleton.
Abadía de Westminster
Aún hay más en esta zona. La peculiar Catedral de Westminster es reconocible entre todos los templos religiosos de Londres, y se encuentra próxima a la Abadía de Westminster. Es, sin duda, la iglesia más importante del catolicismo de Inglaterra y Gales, cuya obra finalizó en 1903. El responsable del diseño de este templo neo-bizantino fue el arquitecto John Francis Bentley, quien recorrió el mediterráneo recogiendo ideas de distintas iglesias. La fachada está construida con ladrillo rojo y piedra de Portland. El elemento que más llama la atención es el alto Campanario de San Eduardo que alcanza los 83 metros de altura.
Catedral de Westminster
Es momento de atravesar ese precioso y enigmático puente de Wensmister para llegar a ver lo que veníamos divisando desde mucho antes: The London Eye (El Ojo de Londres).
Pero antes vemos que el comienzo y final de este grandioso puente, se divisan dos monumentos, uno se corresponde con una biga con la reina Boadicea y al otro lado un león. Originalmente este león decoraba desde 1837 el pub londinense Lion Brewery y estaba pintado de rojo, Émile Zola -escritor francés- en los años que pasó en Londres se refería a él cariñosamente como «mi león». Los años pasaron, hasta que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial derribaron el pub donde estaba, aunque no consiguieron hacer mella en él, ni en su fuerte material de la firma Coade. Una vez pasada la guerra y por las voluntades del rey Jorge VI, el león fue trasladado a su ubicación actual en el puente de Westminster en 1966. Así, este rey de la selva pasó a ocupar un lugar enigmático de la ciudad.
Monumento a la reina Boadicea a la entrada del puente de Westminster
Monumento al león a la salida del puente de Wensmister
The London Eye es una sorprendente noria de 135 metros de altura que se ha convertido igualmente en uno de los iconos más emblemáticos de la ciudad y de toda Gran Bretaña. Fue inaugurada en el año 2000 y constituye un logro del diseño y la ingeniería construido a lo largo de siete años por cientos de trabajadores provenientes de cinco países diferentes.
Tras su inauguración en el año 2000, la sorprendente noria de 135 metros de altura conocida como The London Eye (El Ojo de Londres) se ha convertido en uno de los iconos más emblemáticos de la ciudad y de toda Gran Bretaña. Se levanta en las riberas del Támesis, frente al Parlamento. Sus 32 cabinas (cada una de 10 toneladas de peso) pueden llevar a 25 personas cada una y ofrecen una visibilidad absoluta en todas las direcciones. Las cabinas tardan media hora en completar el círculo, en un constante giro realizado a velocidad lenta para permitir que la gente suba sin detenerse, y desde arriba se advierte una panorámica completa de la ciudad. Se dice -aunque yo no lo he contrastado- que, en un día claro, puede alcanzarse a ver hasta 40 kilómetros.
Lo más negativo es, sin duda, el precio que tiene para poder deleitarse de este paisaje. Bastante elevado (20,05 libras comprándolas en taquilla, y si se prefiere tener un embarque prioritario eliminando colas, el precio sube a 29,50 libras).
La ruta marcada sigue su curso pues queda mucho por ver. Seguimos por York Road y cruzamos nuevamente el río Támesis atravesando Waterloo Bridge -puente sobre el que tendré ocasión de referirme posteriormente-. En este momento puede advertirse la división de la ciudad: en el fondo de la parte derecha el centro financiero, y en la izquierda el centro histórico. Proseguimos por Strand para divisar Royal Courts of Justice (Reales Tribunales de Justicia), situados en un espléndido edificio de piedra perteneciente al gótico Victoriano. Con más de un siglo de historia, el edificio fue inaugurado por la reina Victoria el día 4 de diciembre del año 1882.
Atravesando Fleet Street llegamos a otro punto a resaltar: St Paul´s Cathedral (Catedral de San Pablo). Es la catedral de la diócesis de Londres, construida entre 1675 y 1710 sobre las ruinas de una antigua catedral medieval destruida en el Gran Incendio en 1666. Su diseño íntegro hay que atribuírselo a Christopher Wren. Pasa visitarla nuevamente hay que echar mano a la cartera: 16 libras para los adultos.
El edificio ha sido reconstruido y reformado en cinco ocasiones y es la única catedral barroca del país, siendo uno de los pocos edificios que resistió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Desde el exterior se pueden ver claramente los cuatro bloques que la forman: la nave, la cúpula, el crucero y el coro.En la fachada hay un relieve que representa la conversión de San Pablo.
Cúpula de la Catedral de San Pablo
La característica que más destaca de la Catedral de San Pablo es su impresionante cúpula, la segunda más grande después de la que posee la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Descansa sobre ocho arcos, hasta donde se alzan las columnas corintias. La Galería Dorada de la cúpula, a la que se accede subiendo unos 530 escalones, proporciona al visitante unas imágenes inolvidables de Londres.
También resaltan los magníficos frescos que se observan desde su interior, en los que se representan pasajes de la vida de San Pablo y que son los únicos originales.
Distintas partes de la Catedral de San Pablo
Destacar, por último ciertos acontecimientos acaecidos en esta Catedral. Desde el funeral del almirante lord Nelson, en 1806, y que se encuentra enterrado en el centro de la cripta, pasando por el de Winston Churchill en 1965; la más reciente boda del príncipe Carlos y lady Diana Spencer en 1981, que fue seguida por televisión en todo el mundo; y el jubileo de diamante de la reina Victoria (1897) y de Isabel II (2012).
A menos de 700 metros se encuentra el Museo de Londres y el Shakespeare´s Globe Theatre así que se puede aprovechar el viaje a la zona. No he dispuesto de tiempo suficiente para acudir a verlos, por lo que no hago mayor comentario al respecto.
Prosigo, pues, el recorrido por Cannon Street para llegar hasta Tower of London (Torre de Londres), la gran fortaleza de esta localidad existente junto al río, recordada como una prisión pero que tiene un pasado más glorioso. No se trata de una torre única, sino un conjunto de torres con historias diferentes. La Torre Blanca (corazón de la fortaleza, de 30 metros de altura y con muros de 5 metros de grosor), en origen un castillo con foso, fue construido por Guillermo I el Conquistador en 1078. Fue ampliada por otros reyes -incluido Enrique VIII que envió aquí a dos de sus mujeres para que fueran asesinadas en la Torre Verde– y albergó el arsenal de la ciudad, las joyas de la Corona, una casa de fieras (zoo real que es recordado hoy con figuras de animales a tamaño real) y la Casa Real de la Moneda. Es un formidable complejo compuesto por la fortaleza, un palacio, mazmorras, capillas y varios museos que habitan en sus 7 hectáreas. Eso sí, para visitar la Torre de Londres hay que pagar (16 libras), una entrada única que vale para todo el complejo.
Desde 1485, los Beefeaters, vestidos con sus famosos uniformes en rojo y negro, han protegido la Torre y son motivo de visita para los turistas. Por otro lado, los cuervos tambíen son un símbolo crucial para la Torre de Londres; la superstición cuenta que si mueren los cuervos que en ella habitan morirá también la monarquía. Será quizás por eso que al menos seis cuervos son residentes permanentes.
Entre las puertas exteriores se encuentra la concebida como Puerta de los Traidores. Está situada en la torre de St. Tomas y constituía una de las entradas fluviales mas importantes de la torre de Londres. Fue construida por Eduardo I. Posteriormente adoptó el nombre de la puerta de los traidores porque pasó a ser la entrada dentro de la Torre de los prisioneros acusados de traición como Ana Bolena o Sir Tomas Moro.
Particularmente quiero referirme a sir Tomas Moro, político y humanista inglés cuya trayectoria siempre ha recabado mi interés y que ahora debo aludir por cuanto sus últimos días de vida transcurrieron en esta fortaleza. Su profunda creencia al catolicismo le llevó a mostrar su negativa a reconocer como legítimo el matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena, prestando juramento a la Ley de Sucesión, lo que hizo que el rey, a pesar del reconocimiento que le tenía como ministro suyo, le encerrara en la Torre de Londres (1534) y le hiciera decapitar al año siguiente. La Iglesia católica le canonizó en 1935.
En la proximidad de la Torre de Londres se encuentra un puente especial: Tower Bridge (Puente de la Torre). Esta obra maestra de la ingeniería de la época victoriana se ha convertido en todo un símbolo, una de las estampas más características de la capital británica, y actualmente alberga un museo en el que podemos conocer la propia historia del puente. A ambos lados, lo custodian dos enorme torres de 65 metros de altura.
Se construyó en el año 1894, a causa del intenso tráfico fluvial que existía en la zona, tras el desarrollo económico. Fue inaugurado por la reina Isabel y costó la friolera de 4 millones de libras esterlinas.
Como curiosidad podemos ver la máquina de vapor que se utilizaba para levantar originariamente el puente, hasta que se instaló un sistema eléctrico. Y es que Tower Bridge se abría, en los momentos de mayor tráfico naval, hasta cinco veces al día. En la actualidad todavía se eleva, aunque sea esporádicamente, para dar paso a algunos barcos de cierta envergadura.
También merece la pena subir los cerca de 300 escalones que llevan hasta lo más alto de las torres. Las vistas desde la pasarela que une ambas torres son impresionantes.
El río Támesis siempre ha estado muy unido a la historia de Londres. Sus aguas se han convertido en una arteria que atraviesa la ciudad y que desde la época romana ya servía como vía comercial. Hoy por hoy es utilizado por londinenses y visitantes como una atracción más. Y por ello mismo aprovechamos para realizar una travesía en barco desde el Puente de La Torre hasta Westminster.
Por lo pronto, el barco hace un viraje para tomar la dirección pretendida y, de paso, admirar tanto Tower Bridge como Tower of London desde panorámicas diversas. Y en el lado opuesto aparece anclado el buque HMS Belfast, en su momento partícipe activo en la Segunda Guerra Mundial y hoy convertido en un museo flotante que forma una parte importante del Imperial War Museum. A través de sus extensas exposiciones, el barco muestra los diferentes aspectos de la vida en altamar durante su participación en la Segunda Guerra Mundial.
HMS Belfast y The Shand
Inicia de esta forma un recorrido lento pero gratificante para divisar cuanto aparece en las dos zonas de cada orilla. A la izquierda se divisa una edificación de gran altura y de forma piramidal. Se trata de The Shard, el rascacielos más alto de Europa con 310 metros de altura, que acoge 87 plantas (72 de ellas utilizables). Desde su inauguración en 2012, la silueta de The Shard ha determinado el skyline (panorama urbano) de Londres para siempre.
A la derecha se divisa otro edificio monumental. Y es que, entre los muchos rascacielos que podremos encontrar en la City, el gran distrito financiero de Londres, está posiblemente el mas famoso de la ciudad, el 30 St. Mary Axe, también conocido como “Gherkin” o pepinillo. Después del Lloyd’s building es el más singular de la City gracias a su forma, y el segundo edificio más alto del distrito, contando con 40 plantas y 180 metros de altura. Proyectado por quién más sino Sir Norman Foster, el edificio fue inaugurado en 2004 y ya forma parte innegable del skyline de la ciudad. Por desgracia, al ser un edificio privado no es posible realizar visitas.
Tower London y 30 St. Mary Axe
Atravesamos London Bridge (Puente de Londres), que aun cuando no es de los más atractivos, hubo un tiempo que fue el único de todo Londres. Por eso toda la actividad comercial estaba centrada en este área, hasta que se empezaron a construir nuevos muelles y puentes hacía el oeste del Támesis. Su antigüedad se remonta incluso a la época romana. Por aquel entonces no era más que una pasarela de madera que tras numerosos cambios a lo largo de la historia se convirtió en la infraestructura que hoy se conoce.
London Bridge
Pasando el puente y a su derecha se divisa la Catedral de Southwark, de estilo gótico, conocida como Catedral e iglesia Colegiata de San Saviour y Santa María Overie. Se trata de uno de los templos más antiguos de Londres, y es la iglesia madre de la Diócesis Anglicana de Southwark.
Catedral de Southwark
Llega Southwark Bridge (Puente de Southwark). El origen de este puente hay que buscarlo en 1811, pero debido a las carencias que mostraba por su estrechez, en 1913 se procede a demoler su estructura y el nuevo puente, de Ernest George y Basil Mott, tiene cinco arcos de acero sostenidos por pilas de hormigón revestido con sillería. Aunque el puente es simétrico sus arcos no son iguales: el vano central es el mayor de todos (42,5 metros), y los dos extremos son más pequeños (37,5 metros) que los intermedios (40 metros). Fue inaugurado en 1925 por el rey Jorge V.
Antes de atravesar un nuevo puente divisamos, a la izquierda del recorrido, el edificio que alberga el Shakespeare´s Globe Theatre, que es una fiel reproducción del teatro construido en 1599, en el que Shakespeare interpretó sus obras de más renombre. Situado a menos de 200 metros del recinto original, el teatro se construyó a partir de diferentes fuentes de información que lograron crear un edificio prácticamente idéntico al original. Y el que acoge el Museo Nacional Británico de Arte Moderno (Tate Modern), que es el museo de arte moderno más visitado del mundo. Un detalle que hace especial al Tate Modern es su ubicación en la reformada Central Eléctrica de Bankside. Este emplazamiento se inauguró el 11 de mayo del 2000 después de cuatro años de obras y encaja perfectamente con la temática del museo.
Tate Modern
El nuevo puente que aparece al paso es el Millenium Bridge (Puente del Milenio), uno de los más modernos y sofisticados, obra del arquitecto Norman Foster en colaboración con los ingenieros de Ove Arup y el escultor británico Anthony Caro. Es peatonal y tiene la peculiaridad de estar fabricado en acero y casi suspendido en el aire. Es un puente colgante que no dispone de apoyos verticales en sus entradas, de 325 metros de longitud y 4 metros de ancho. La cubierta es de aluminio y tiene ocho cables que soportan las 2.000 toneladas del puente y las 5.000 personas que pueden estar sobre él al mismo tiempo. La obra se terminó en el año 2000.
A continuación uno nuevo, Blackfriars Bridge (Puente de Blackfriars), que es el más activo de los cuatro puentes ubicados en el centro de Londres. Cruza el río Támesis tanto a pie como en coche. El puente se ha actualizado varias veces, pero el actual tiene 923 pies de largo, 105 pies de ancho, y cinco arcos de hierro forjado. Esculturas de piedra decoran los pilares del puente. En el lado este las esculturas muestran la vida marina y las aves marinas, y en el oeste se representan las aves de agua dulce. Esto refleja el punto de inflexión de la marea en el río. En 1982 el puente ganó notoriedad internacional cuando se encontró el cuerpo de Roberto Calvi, el ex presidente del mayor banco privado de Italia, colgando de uno de los arcos del puente; cinco ladrillos estaban unidos a su cuerpo, y unos 14.000 $ en tres divisas diferentes se encontraron en sus bolsillos.
A la orilla derecha se encuentra amarrado HQS Wellington. Construido en 1933, es el último sobreviviente de la clase Grimsby que sirvió durante la Segunda Guerra Mundial. Durante su servicio en la guerra, el HQS Wellington proporcionó escolta a 103 convoyes, rescató a más de 450 tripulantes naufragos de la marina mercante y tuvo participción en la destrucción de un submarino alemán. Desde entonces, el Wellington ha sido totalmente remodelado y amarrado desde 1948, en el Victoria Embankmet, frente a Middle Temple Gardens. En la actualidad se lo utiliza para distintos eventos sociales.
NQS Wellington
A la izquierda el Royal National Theatre, una de las empresas del Reino Unido de teatro más destacadas.
Alcanzamos así el Waterloo Bridge (Puente de Waterloo), construido en 1945 y cuyo nombre rememora la famosa batalla de Waterloo que tuvo lugar en 1815. Aunque el puente actual data de 1945, su origen es mucho anterior, de hecho el puente original fue inaugurado en 1817 y hasta 1878 era necesario pagar un peaje para poder cruzarlo.
Waterloo Bridge
Una vez pasado el puente, y a su izquierda, rememoramos la historia egipcia. Londres cuenta con una de estas denominadas Cleopatra’s Needles (Agujas de Cleopatra). El obelisco londinense se encuentra en el barrio de Westminster, y fue un regalo a la ciudad del dirigente egipcio Mehemet Alí en el año 1819 para conmemorar las victorias de Nelson y Abercrombie en las batallas del Nilo y de Alejandría contra Napoleón. La Aguja de Cleopatra de Londres tiene una longitud de 21 metros de altura, y su peso es de 224 toneladas, y llegó a esta ciudad en el año 1878. Flanquean a la Aguja de Cleopatra londinense dos esfinges de bronce, y en el obelisco se pueden apreciar los daños que causó una bomba alemana en su base durante la Primera Guerra Mundial.
Frente a ella, en la otra orilla se encuentra Hayward Gallery, que forma parte del Southbank Centre y alberga todos los años cuatro exposiciones de nivel internacional. La galería se especializa en obras de los maestros modernos y en los nombres más prometedores del arte contemporáneo. Asimismo, organiza conferencias, debates y talleres de lo más apasionantes.
Aparece, a continuación, Golden Jubilee Bridge (Puente de Golden Jubilee). El primer puente en ocupar esta vía es el llamado Hungerford (otorgado por ser la unión entre el South Bank y el mercado del mismo nombre) y fue terminado en 1845 como un puente colgante. Sin embargo, en 1859 tras la apertura de la estación de ferrocarriles de Charing Cross hacia el lado norte y la necesidad de que soportase el paso de trenes, el puente original fue sustituido por una nueva estructura, diseñada por el ingeniero Sir John Hawkshaw, quien añadió pasarelas peatonales a ambos lados del puente, haciéndolo uno de los tres puentes de Londres que combinan paso ferroviario y peatonal. Actualmente es también conocido como el puente de Charing Cross.
Golden Jubilee Bridge
Concluye el paseo por el Támesis en el Westminster Pier (el muelle de Westminster), frente al London Eye. Punto final de la travesía pero no del recorrido.
El siguiente objetivo es el Buckingham Palace (palacio de Buckingham). Es el más famoso de Londres y una de las referencias más importantes de la ciudad. Cuando llegas a sus inmediaciones te das cuenta de la grandeza que preside este lugar, con la bandera inglesa en sus alturas detonante de la actual residencia de la reina. El palacio fue construido como residencia por el primer duque de Buckingham hacia 1705, y en 1825, Jorge IV encargó a John Nash su ampliación hasta convertirlo en un verdadero palacio. Completado en 1840, fue ocupado por primera vez por la reina Victoria en 1837. La enorme fachada fue rediseñada por sir Aston Webb en 1913.
Una de las atracciones que muestra este entorno real es el cambio de la guardia, por lo ceremonial que representa el relevo. En esta ocasión no hemos podido verlo por visitarlo en horario distinto al que se produce este evento. Pero admirar este entorno es ya de por sí gratificante.
Frente al palacio se erige el Monumento a la Reina Victoria, que gobernó hasta el año 1901. Fue diseñado por el escultor Sir Thomas Brock, inaugurado en 1911 y terminado de construir en 1924. En la parte superior hay una estatua de Victoria alada de Samotracia, en bronce dorado y pulido, y abajo de ella dos estatuas más, Constancia y Coraje, también en oro. Por debajo empieza la parte construida en mármol pentélico de Grecia. Aquí aparece la figura de la Reina Victoria mirando hacia la Alameda (The Mall), y a su alrededor hay tres esculturas: la Maternidad que mira hacia el Palacio, la Justicia que mira al Green Park, y la Verdad, hacia Spurd Road. En las cuatro esquinas del monumento hay figuras de bronce macizo con leones a los costados. Se realizaron en representación de la paz (una figura femenina que sostiene una rama de olivo), el progreso (un joven desnudo sosteniendo una antorcha de fuego), la agricultura (una mujer en traje de campesino con una hoz y un fajo de maíz) y la producción (un herrero con un martillo y un pergamino). Para completar el Memorial hay dos fuentes de agua que abrazan el monumento central, donde se ven tritones y sirenas, con grupos escultóricos por encima de las salidas de agua.
De aquí a la plaza de Hyde Park Corner, punto de confluencia de diversas avenidas. En el centro del cruce se encuentra una gran espacio verde, en medio del cual se encuentra el Arco de Wellington. Tomando la dirección oeste llegamos a Brompton Road, en la que se encuentra el centro comercial más famoso de Londres: Harrods. Como visita turística, Harrods ofrece una decoración de lujo con estatuas, fuentes y salas decoradas con diferentes motivos. Debe hacerse una mención especial a la sala egipcia y a los monumentos conmemorativos de Diana de Gales. En todo caso conviene saber que nos encontramos ante uno de los centros comerciales más lujosos del mundo y, por ello mismo, sus precios son bastante elevados en general. Aunque para recuerdos siempre quedan artículos más económicos.
Otro museo espera en las cercanías, el Natural History Museum (Museo de Historia Natural), que trata de la Tierra y las diferentes formas de vida que se han originado y evolucionado en ella. Acoge más de 70 millones de muestras. Nada más entrar en el museo resulta impactante el enorme hall con una cuidada decoración en el que se exponen algunos animales de gran tamaño, como son el esqueleto de un enorme diplodocus y un mastodonte procedente de Chile. Pude observar cómo algún artista se mostraba extasiado realizando un dibujo de este grandioso hall.
Museo de Historia Natural
En su interior se combinan los expositores con secciones informativas, y entre sus secciones merece destacar las que atañen a los dinosaurios, los mamíferos, y la fuerza interna (se trata, en este caso, de una experiencia interactiva que pretende mostrar las causas por las cuales se producen los volcanes y terremotos mediante diferentes recreaciones). Sin duda, un lugar que agradando a los mayores mantiene a los niños sumamente entretenidos.
Interior del Museo de Historia Natural
Y ya que estamos de visitas a museos nos vamos a otro realmente interesante: British Museum (Museo Británico). Para ello volvemos nuevamente a Picadilly Circus y, tras atravesar por Chinatown, tomamos Shaftesburi Avenue. Estamos de lleno en Soho, y nos tropezamos con una sorpresa inesperada, el Palace Theatre que anuncia en plena fachada una obra de teatro que está revolucionando europa, inspirada en «Harry Potter y el niño maldito«, el último libro de J.K. Rowling. Los pottermaniacos están así de enhorabuena, y pueden ver esta obra en la que Harry Potter, de 40 años, lidia con su hijo Albus, que comienza su formación como mago. Ahora bien, adquirir una entrada está realmente difícil, teniendo en cuenta que, como pude advertir, están agotadas hasta mayo de 2017 (las primeras 175.000 entradas que se pusieron a la venta se agoaron en 24 horas). Yo me conformo con saborear esta maravillosa fachada que fotografío para el recuerdo del instante.
Palace Theatre
Tras ello, llegamos al museo Británico, en la casa de Montagu en Bloombsbury, uno de los más grandes museos del mundo que ilustran la historia y cultura de la humanidad. Sus colecciones suman más de 13 millones de objetos de todos los continentes, ilustran y documentan la historia humana desde los tiempos prehistóricos. Un museo se inició en 1753 basado en gran parte de las colecciones que el médico y científico sir Hans Sloane donó al Reino Unido, y abrió al público en enero de 1759. Desde entonces, el crecimiento ha sido constante, con diferentes remodelaciones y ampliaciones, llegando a completar un total de diez departamentos (Antiguo Egipto y Sudán, Antigua Grecia y Roma, Oriente Medio, Impresos y Dibujos, Asia, África, Oceanía las Américas, Condecoraciones y medallas, prehistoria y Europa, Conservación, documentación y Ciencia y Librería y Archivos). Un museo igualmente abierto al público gratuitamente.
Como es perfectamente comprensible, no he podido ver en su extensión el museo. Merecería varios días para recorrerlo contemplativamente. Por ello mismo he acudido a seleccionar mis deseos, visitando los dos primeros departamentos en los que resalto las colosales estatuas y momias egipcias, las esculturas y frisos del Partenón, y la vasija de Portland. Como digo, quedo atrás muchas otras obras y tesoros que, si la vida me lo permite, podré verlas en otras visitas que realice a estas tierras.
Entrada al Museo Británico
Algunas de las joyas internas del Museo Británico
Son los restos de la colosal estatua de granito de Ramsés II (c.1275 a.C.) procedentes de su templo en Tebas. La estatua fue adquirida a finales del siglo XVIII por Charles Townley, embajador británico en Roma.
La noche llega pronto a Londres. En estas fechas, a las cuatro de la tarde empieza a oscurecer y, en corto espacio de tiempo, quedamos metidos en la nocturnidad. No es de extrañar que el horario comercial finalice a las seis de la tarde. El sabor navideño se divisa en las calles con total intensidad y la luminosidad (extraordinaria, por cierto) hace que disfrutes doblemente. Y que mejor para ello que introducirse en las calles emblemáticas de la ciudad, donde lo comercial se une a lo artístico de un decorado navideño realizado con exquisito gusto. Cada escaparate es una obra de arte, permitiendo a los visitantes que disfrutemos con cada paso que damos.
Tres son, para mi gusto, las calles que no deben dejarse de visitar. Una, Oxford Street, que acoge las tiendas que son famosas en el mundo entero, y en las que se agolpa gente de toda procedencia. Hasta principios del siglo pasado esta calle solía ser una zona residencial de lujo, pero en la actualidad rebosa de tiendas y almacenes de todo tipo y para todos los gustos: Selfridges (los almacenes más antiguos del país), John Lewis, Debenhams, House of Fraser y Marks & Spencer, junto a librerías y tiendas de música de varios pisos de altura son algunos de los ejemplos que pueden darse, pero que en modo alguno se agota con ellos la extensión que tiene (más de 300 tiendas en total, en su midad. No en vano esta calle tiene una longitud de dos kilómetros y medio, permanentemente abarrotada de gente, en cuya extensión el decorado luminoso de navidad es popular desde 1959, según he podido averiguar.
Oxford Street en la navidad de 2016
Oxford Circus es el punto en el que se produce la intersección con la también famosa y comercial Regent Street, y donde se encuentra el único cruce en diagonal del centro de Londres. Esta calle tiene actualmente más de dos kilómetros de extensión, que agolpan a más de 100 tiendas y restaurantes. Una calle construida entre 1814 y 1825, y nombrada en honor al hijo mayor del rey Jorge III, el Príncipe Regente, bajo cuya iniciativa se mandó construir esta calle.
Regent Street y aledaños en la navidad de 2016
Resulta ciertamente atractiva para el visitante por reunir a las principales tiendas de algunas de las marcas más reconocidas y famosas del mundo (Burberry, Apple, Niketown, Lotus, Penhaligons, Hamley´s, Calvin Klein, Karl Lagerfeld, Timberland, Benetton, Superdry, Hollister, Austin Reed, son algunas de las que he podido memorizar), junto a otras que siendo igualmente famosas tienen sin embargo unos precios más asequibles (H&M, UniQlo, Gap y Zara). También cuenta con muchos cafés y restaurantes, incluyendo el legendario Café Royal, varios hoteles, un bar de hielo (Icebar London), una universidad (una de las sedes de la Universidad de Westminster), una iglesia (All Souls Church), la sede de la BBC, y hasta un cine que de hecho es en el que se proyectó la primera película en Inglaterra.
Pero también lo es por la elegancia de su arquitectura y hay quienes se refieren a ella como «The Mile of Style» («la milla del estilo«).
El trío de las calles que destaco se completa con Piccadilly, que va desde la plaza Piccadilly Circus hasta Hyde Park Corner. Al parecer, el nombre de la calle proviene de las sastrerías presentes en esa zona, en las cuales se vendían piccadills -también llamados picadils o pickadils-, que son cuellos de encaje muy usados en el siglo XVII.
Piccadilly tiene igualmente multitud de tiendas y establecimientos a destacar. Algunos de ellos son The Wolseley, donde sirven el mejor desayuno de Londres y que realmente merece la pena pagar un importe alto por un servicio excepcional; Fortnum&Mason, uno de los pocos sitios que venden delicatesen inglesas. Las Arcades, unas galerías de tiendas con decoración excepcional. La espectacular librería Waterstones. El sobradamente conocido The Ritz, uno de los mejores hoteles de Londres. Y el edificio que se encuentra en el medio del trayecto de Piccadilly, que es el Royal Academy of Arts (Real Academia de Artes), con entrada gratuita al edificio y a la exposición permanente.
Recordando este delicioso desayuno concluyo el relato de esta maravillosa estancia en tierras británicas. Sin duda, un gran recuerdo familiar.
Interesantes comentarios como lo del km0 de Charing Cross o George Washington en Trafalgar Square… un viaje inolvidable
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Sin duda, una entrada muy completa, y por esas bonitas fotos, parece que ha sido un gran viaje disfrutado con buen tiempo 🙂
Siempre que veo la torre de Londres, me acuerdo de Peter Pan jeje.
Un saludo!
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Así es, buen tiempo y ambiente. Muchas gracias por comentar. Un saludo.
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