Queridos Reyes Magos:
Un año más he vuelto a despertar, después de una noche de inquietud, y he podido comprobar cómo me mantengo en la lista de personas a las que premiáis más de lo que merece, con esos regalos materiales que tanta ilusión me han hecho desde que tengo uso de razón.
Aunque penséis que con la edad podrías quedar relegados a ese olvido que acostumbramos cuando consideramos que tenemos la madurez necesaria como para no creer en nada más que nosotros mismos, realmente la magia interior que se ha arrastrado durante décadas lleva a que, en cierta medida, se reproduzcan los acontecimientos. Me habéis hecho feliz una vez más y tengo que agradecéroslo. Y me produce una enorme satisfacción comprobar que sigue siendo un buen reconstituyente para el camino nocturno saborear el delicioso anís y tomarse un polvorón (de La Cubana, por supuesto).
Sabéis que, aunque ya no acostumbre a escribiros una carta, he confiado en la magia que os envuelve para hablaros con la mente. Siempre he sabido que los mensajes os llegaban y, por ello mismo, mi silencio no significaba dejar de pedir, sino todo lo contrario, la de confiar plenamente en vosotros para trasladaros algo más que peticiones de cosas materiales que, con toda seguridad llegan y sobre cuya elección, sorprendentemente, siempre habéis sabido acertar.
Pero con mi mente os he pedido muchas cosas, de esas que tardan en resolverse algo más que una noche o un período navideño. Unas peticiones tan profundas que a veces dudo si no me estoy pasando y mostrando demasiado egoísmo al requerirlas, sabedor de que en el mundo, en la globalidad que representan los seres humanos, muchos serán los que esperan de vosotros algo más que un paquete cuidadosamente envuelto por los entrañables pajes que fielmente os acompañan.
Lo inmaterial que os traslado afecta a lo que se vive en el entorno con dolor, y que se pide superarlo. Esos seres queridos que padecen y viven momentos delicados de salud y que compartimos con resignación, confiando plenamente en que estos contratiempos de la vida pasen cuanto antes. ¡Qué mejor regalo podría recibir que aquél que permita superar las afrontas que afectan a la salud!
También atañe a la felicidad de los pequeños que te rodean. Un deseo ferviente de que prosigan sus vidas lo mejor posible y, sobre todo, adquiriendo valores para que contribuyan a hacer un mundo mejor, alejados del rencor y el odio. Y para que sus padres les infundan el amor necesario en aras de que sean personas de bien.
Lo espiritual atañe a mí mismo, a la petición de fuerzas necesarias para continuar el viaje, cubriendo expectativas, persiguiendo sueños, destrabando las vallas o trincheras que te encuentres en el camino, eliminando todos los vestigios para que el cielo aparezca despejado, para querer más, y para ayudar a quien pueda necesitarlo. Para mantener unida a la familia. Para conservar a esos amigos que se cuentan con los dedos de una mano. Para que los silencios hablen por sí mismos. Y, en definitiva, para contribuir a que el mundo reflexione cabalmente sobre el camino que debe seguir.
Porque sí, queridos reyes, la sinrazón está muy presente en las acciones de los humanos. Día a día vemos cómo las guerras infunden daños irreparables, el egoísmo envuelve nuestra entorno y estamos prestos a conseguir nuestro infinito deseo para ser los mejores, insensibles a los daños que podamos hacer a los demás, o al planeta, no importándonos en absoluto prender fuego a un bosque, destruir el medio ambiente, abandonar nuestros desechos en donde sea aunque con ello se produzcan daños irreparables, actuar con violencia de género o de cualquier tipo, abandonar la educación de nuestros hijos, acosar al prójimo para humillarlo y vejarlo, porque hasta para relacionarnos socialmente utilizamos medios que nos permiten escondernos en una pantalla e intimidar a los demás, a los menores, a las creencias religiosas, a los que nos dirigen, o a lo que sea. Porque nuestro interior esconde mucho más que unos órganos vitales.
Amados reyes, sé que en ese largo trayecto de vuelta a Oriente buscaréis la forma de agradar a este humilde servidor que cree en lo mágico de vuestro pase anual. Esa paz que busco, ese amor de los humanos que ansío, la salud para caminar, están muy presentes en mi carta no escrita, porque con ello seguro que podré disfrutar más esos presentes que me habéis dejado ya, y que celebro con el siempre sabroso roscón de reyes.
Majestades, no me queda más que desearos un feliz regreso, en la confianza de que vuestra presencia habrá servido también para dejar resueltos muchos de los problemas que nos afectan como sociedad, eliminando los obstáculos que pudieran impedir que tengamos un nuevo año provechoso. A pesar de lo difícil que resulta el regreso por el espinoso trecho del desierto, a buen seguro que la misma magia que utilizáis para la llegada servirá para el retorno. Y seguro que al fenecer el año 2017 no faltaréis a la cita. Por mi parte, no puedo más que confiar en que la vida me permita estar nuevamente con vosotros.
Con todo mi amor, gracias por infundir en nosotros la ilusión que tanto precisamos.
Una entrada estupenda, siempre con ilusión ^^
Un abrazo y feliz día!
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Muchas gracias. Un día mágico para todos. Un abrazo.
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