Tierras portuguesas: Batalha y Alcobaça

            Portugal atesora mucha riqueza artística y una historia en la que no faltan los múltiples conflictos suscitados con los vecinos españoles, característico de un pasado que queda en el recuerdo para conocer su propia evolución.Por ello, en estos momentos que me propongo visitar las localidades de Batalha y Alcobaça, próximas entre sí, lo primero que hago es conocer lo acontecido en aquellos lugares, como preludio necesario para entender lo que ahora pueda ver.

          Por lo pronto hay que decir que Batalha y su Monasterio participan de una misma esencia pues, en este caso concreto, no vamos a visitar una pieza maestra de la arquitectura portuguesa, que lo es, sino también un símbolo nacional de la independencia de Portugal frente a España. Nada más y nada menos.

            Y es que aquí aconteció la batalla de Aljubarrota, en la tarde del 14 de agosto de 1385, enfrentando las tropas portuguesas e inglesas al mando de Juan I de Portugal y de su condestable Nuno Alvares Pereira, y el ejército castellano de Juan I de Castilla. Una batalla que se dio en el campo de San Jorge, en los alrededores de la villa de Aljubarrota, entre las localidades de Leiria y Alcobaça en el centro de Portugal.

Batalha_de_Aljubarrota

       ¿Por qué ocurría este hecho bélico? Como siempre solían ocurrír estos acontecimientos en la época, por obtener el poder. En 1383 murió Fernando I de Portugal sin un heredero varón y ello origina una fuerte crisis con luchas para obtener el trono por parte de sus múltiples pretendientes: Juan I de Castilla era uno de ellos, casado con la hija del rey y que considera que muerto éste le corresponde sucederle, lo cual conlleva que la unión que suponía la pérdida de la independencia para Portugal. Pero otros aspirantes a la sucesión son portugueses, procedentes de líneas ilegítimas como Joao, Maestre de la Orden de Avis y hermanastro de Fernando I, que al contar con más apoyos en  fue aclamado rey por las cortes reunidas en Coimbra.

          Conflicto al tanto que genera la respuesta del rey de Castilla invadiendo Portugal con un gran ejército no solo de castellanos, sino también caballería francesa y ballesteros genoveses (30.000 hombres). Un avance lento penetrando en tierras portuguesas que hizo que antes de que se acercaran a Lisboa fueran asediados por Joao I y su condestable Nuno Alvares Pereira, con un ejército minúsculo en comparación al castellano (6.500 portugueses). El lugar elegido fue este que señalamos, después de un día de calor tremendo, y en la tarde, con un ejército español cansado. Los portugueses aprovechan esta circunstancia y se hacen con la victoria de forma sorprendente. Se dice que de los castellanos murieron en la batalla unos 9.000 efectivos. Supuso que Joao I se consolidara como rey de Portugal, el primero de la dinastía de Avis. No obstante, la paz definitiva con Castilla tardó algo más. Se estableció en 1411, con la firma del tratado de Ayllón (población de la provincia de Segovia), tras agresiones portuguesas en territorio castellano y acciones como la batalla de Valverde (15 de octubre de 1385) con el triunfo de Nuno  Alvares Pereira sobre los castellanos en Valverde de Mérida.

nuno alvarez

          Pues bien, para conmemorar el hecho de la victoria en la batalla de Aljubarrota, Joao I manda construir el Monasterio de Santa María de la Victoria, cumpliendo así la promesa que le hizo a la Virgen antes de entrar en batalla, agradeciendo el auxilio divino al considerar un milagro que pudiera vencer ante un enfrentamiento tan desigual. El lugar donde se erige cuenta igualmente con leyendas pero que resultan inexplicables para entender que concurriera en un lugar situado a más de cinco kilómetros del campo de batalla, y que va a recibir así el nombre de Batalha.

            Una construcción que se inicia en 1388 y se prolonga durante casi 200 años bajo el reinado de siete reyes y numerosos maestros de obra. con alternancias en la construcción dependiendo de los recursos disponibles, y la mezcolanza de estilos debido a esta tardanza. El Monasterio es declarado monumento nacional en 1907, en 1980 se convierte en museo y en 1983 fue incorporado por la Unesco a la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad.

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         La vista exterior impresiona por la mezcla entre  grandiosa y delicada de multitud de pinálculos, arbotantes, contrafuertes, balaustradas y ventanas construido todo con piedra caliza que ha adquirido un cálido tono entre rosado y dorado con el paso del tiempo; con una enorme explanada alrededor que permite observarlo y recrearse con su diseño.

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            En la plaza se sitúa una enorme estatua ecuestre de don Nuno Alvares Pereira, Condestable del reino, que como veíamos fue un personaje importante en la historia portuguesa no solo por ser pieza clave del éxito de la batalla de Aljubarrota, sino también por ser el fundador de la casa de Braganza que reinó en Portugal tras la de Avis.

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           En la portada oeste del monasterio está la entrada a la iglesia, con las estatuas que la adornan: Cristo, apóstoles, ángeles y Santos entre todos los cuales se encuentra Joao I vestido de guerrero.

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portada monasterio batalha

         La Iglesia empezó a construirse siguiendo la tradición del gótico mendicante portugués, igual que el cercano monasterio de Alcobaça. Tiene planta de cruz latina con tres naves, un transepto muy pronunciado y cinco capillas en la cabecera. Destaca el elevado techo de la nave central de algo más de 32 metros. La iluminación se realiza a través de ventanales apuntados.

          En el lado derecho de la iglesia, junto a la entrada, está la Capilla del Fundador. Es de planta cuadrada, con ocho pilares en su interior que forman un octógono. En este entorno se encuentran las tumbas del rey Joao I y la reina Philipa de Lancaster, rodeados de las de sus hijos, entre ellos el príncipe Enrique el Navegante.

 

          En el lado izquierdo, al final de la nave de la iglesia está la salida al Claustro Real. Tiene un solo piso con arcos ojivales embellecidos por una abundante decoración manuelina. En una esquina de singular belleza hay una fuente que usaban los monjes para asearse antes de entrar al cercano refectorio donde se ha instalado un pequeño museo.

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            Desde la galería este se accede a la Sala Capitular, de planta cuadrada y en la que destaca la bóveda que la cubre. En esta sala se encuentra, con guardia permanente, la Tumba del soldado desconocido, que contiene los cuerpos de soldados portugueses muertos en combate durante la Gran Guerra, uno en Europa y otro en África.

Sala capitular

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          Desde la galería norte del Claustro Real se entra en el Claustro de Afonso V. Y desde aquí se accede al exterior por las Capelas Imperfeitas (capillas inacabadas). Es testimonio fidedigno de que el monasterio nunca fue terminado. Se trata de una estructura anexa al coro de la iglesia, de forma octogonal compuesta por siete capillas radiantes y la entrada.

 

          Cercana a esta localidad (menos de 25 kilómetros) se encuentra otra que acoge un monasterio importante: Alcobaça, que constituye la primera construcción gótica que se levantó en Portugal, allá por el siglo XII y siguiendo los preceptos de la orden del Císter. Una obra que destaca sobre todas las restantes de la población.

          Su fachada cubre todo un lado de la alargada plaza principal, con una destacada magnitud. Pero el interior resulta tan impresionante como la fachada. Grandes pilares nos conducen hasta el altar, donde tiene lugar una de las historias de amor más conocidas de Portugal: dos tumbas de mármol a ambos lados del altar pertenecen a los reyes Pedro e Inés.

        El rey portugués temía la influencia de su familia española sobre el trono de Porrugal, con lo que prohibió a su hijo don Pedro casarse con Inés De Castro. El príncipe llevó entonces en secreto su verdadero amor, y el rey, al enterarse de ello, mandó asesinar a Inés. Cuando el príncipe Pedro subió al poder, exhumó a Inés y la enterró en Alcobaça en una tumba que construyó expresamente para ella. A su vez, diseñó la suya propia, justo al lado de su amada.

         La nave central de la iglesia tiene una altura de 20 metros y, además de por su grandiosidad, destaca por la sobriedad de su decoración. Detrás de las tumbas de Pedro e Inés hay una preciosa puerta tallada, la única de estilo manuelino.

alcobaca_puerta_manuelina

         Además del magnífico claustro gótico, en el que delicadas columnas rodean un jardín con una hermosa fuente de piedra, se pueden visitar otras estancias del monasterio, como el refectorio, la sala Capitular o el diáfono dormitorio, una amplia sala con columnas y bóvedas de crucería.

 

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