El recorrido por tierras portuguesas es siempre agradable, máxime cuando no existe límite a la imaginación y te encuentras con lugares a cuáles más hermosos y singulares. En uno de esos viajes que me gusta hacer por el país vecino voy por el distrito de Leira y llego a una pequeña villa cercana a la capital de la nación (concretamente a 75 kms de Lisboa), próxima por tanto a la costa atlántica, que aunque su población sea algo superior a tres mil habitantes ocurre que la encuentras abarrotada de gente, visitantes que, como yo, descubren este bello lugar, y que al mismo tiempo constituye visita frecuente para los peregrinos con destino a Fátima.
El nombre de esta localidad es Óbidos, que deriva del latín oppidum y significa ciudadela o ciudad fortificada, aunque también se la conoce como la Villa de las Reinas (Vila das Rainhas) porque desde 1210, año en que el rey Alfonso II donó la villa a su esposa, fue manteniendo esta tradición hasta 1883, de modo sucesivamente esas tierras siempre pertenecieron a las reinas de Portugal. Tanto el regalo a las reinas, como el casamiento del rey Afonso con la princesa Isabel cuando ambos tenían 9 y 10 años, hacen de este lugar un sitio con tradición romántica y medieval.
Cuentan por aquí que la relevancia histórica de Óbidos no concluye con estos acontecimientos acaecidos desde los siglos XIII a XIX, pues en el XX fue el lugar donde se preparó el alzamiento del 25 de abril contra el régimen del dictador Salazar.
Con todo, este pequeño municipio esconde un magnífico castillo y algunos de los rincones más auténticos del medievo portugués en forma de callejuelas adoquinadas y viejos muros de piedra en los que celtíberos, romanos, visigodos y árabes dejaron su impronta, para ser reconquistada en 1148. Entre pórticos manuelinos, ventanas floridas y pequeñas plazas, con buenos ejemplos de la arquitectura religiosa y civil de las épocas más esplendorosas del pueblo, hacen del lugar un sitio apropiado para visitarlo y adentrarse en algo parecido a lo que puede ser concebido como un cuento.
La entrada principal del pueblo constituye un grandioso monumento. La Porta da Vila es una doble puerta en derrame con el interior revestido de azulejos del siglo XVIII, que fue señalada por don Joao IV con la inscripción “La Virgen nuestra señora fue concebida sin pecado original”. Los azulejos esmaltados, azules y blancos, representan la Pasión de Cristo, en tanto que en el techo se representa la corona de espinas. La puerta pasa a través de dos entradas de escasa alzada y estructura escalonada para evitar una carga directa, siendo además lo suficientemente bajas como para evitar el acceso de atacantes a caballo, siguiendo el diseño común de los castillos portugueses del gótico tardío.
Atravesando la puerta nos conduce directamente a la Rua Direita, su calle principal, algo estrecha y con una reguera enlosada en su centro, con una serie de casas blancas a ambos lados, adornadas con geranios y buganvillas, que son ocupadas por tiendas de artesanía, restaurantes y galerías de arte.
Un paseo sumamente agradable por calles típicas, esquinas propias para inmortalizarlas con la fotografía que resulta obligada y jardines interiores, que, unido todo ello al recorrido que podamos hacer por sus murallas, depara lo hermoso del lugar y de las vistas que ofrece de conjunto. Una obra de arte, bien esculpida y reconstruida a lo largo de los siglos para considerar que ha recibido una excelente conservación.
En este contexto arquitectónico es visita obligada el suntuoso Castillo (Castelo de Dom Dinis). Clasificado como Monumento Nacional, el 7 de julio de 2007 fue elegido como una de las Siete Maravillas de Portugal.
El Castillo tiene origen romano, erigido sobre una colina, y posteriormente fortificado bajo el dominio árabe. Tras haber sido conquistado por los cristianos fue rehabilitado y ampliado en numerosas ocasiones.
Durante el reinado de Manuel I (siglo XVI), el castillo fue transformado en palacio. En la actualidad, y desde 1950, el castillo alberga la lujosa Pousada. El castillo aún conserva elementos valiosos como el arco de entrada; sus ventanas de estilo manuelino, geminadas; o el aljibe descubierto en 1931 al pie de la torre del homenaje.
Óbidos conserva un gran número de iglesias de fachada blanca y exterior austero, típico de la arquitectura portuguesa. Entre ellas destacan la iglesia de Santa María, la iglesia de Sao Tiago y la iglesia da Misericordia.
La iglesia de Santa María se sitúa en la plaza que le da nombre, en el centro del pueblo de Óbidos. Rodeada de callecitas estrechas y sinuosas, es la iglesia más importante de la villa. En su interior, el rey Alfonso V, se casó con su prima Isabel allá por el año 1441. En ella destacan el sepulcro renacentista y un retablo en el presbiterio de Josefa de Óbidos, en el que se describe el matrimonio místico de Santa Catalina. Las paredes están recubiertas de azulejos blancos y azules, tan típicos en las iglesias de Portugal, que sobre todo en el Altar Mayor se mezclan con el color oro, siendo esto lo más destacable de este templo, ya que el resto del mismo no es especialmente espectacular.
La iglesia de Santiago está situada cerca del castillo, y desde 1989 es la sede del Auditorio Municipal. Fue en su momento una bonita iglesia, construida en el siglo XII (reconstruida en el siglo XVIII después de un terremoto) con elementos barrocos y neoclásicos, pero cayó en el olvido, convirtiéndose en ruinas.
La iglesia da Misericordia se encuentra situada junto a los antiguos paços do Concelho, en un plano inferior de la plaza de Santa María. Fue fundado por la reina doña Leonor en el siglo XVI sobre la capilla do Espírito Santo. Este templo es un importante hito de la historia y del arte. Con su portal de 1596, es la primera obra del arte Barroco en Portugal, en pleno periodo Renacentista y del Manierista, ya que a pesar de que el Barroco nació en Italia en el siglo XVI, se considera que no llegó a Portugal hasta 100 años después.
Otra importante obra que puede advertirse es el acueducto de la villa, que tiene una extensión de tres kilómetros, uniendo el monte de la Usseira y el de Óbidos. Mandado construir por la reina Catalina de Austria (la hija menor de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso), esposa de Joao III (1521-1557), transportaba el agua que abastecía a las fuentes de Óbidos.
Relevante es, también, el Museo Municipal de Óbidos, en cuyo seno se encuentran las obras de Josefa de Óbidos, una pintora de referencia del siglo XVII y una mujer con una actitud artística irreverente para su tiempo. Sus cuadros reflejan el aprendizaje que llegó a tener con grandes maestros de la época como los españoles Zurbarán y Francisco de Herrera, o los portugueses André Reinoso y Baltazar Gomes Figueira, su padre.
La gastronomía local no se puede dejar de lado. Destaca la caldereta de pescado de la Lagoa de Óbidos, Qué decir de la célebre ginjinha de Óbidos (licor de guindas), que se puede disfrutar en estos recónditos lugares. Óbidos debido a su particular microclima tiene fama de tener las mejores ginjas silvestres de Europa. La llamada Ginjinha de Óbidos es un licor con un fuerte sabor agridulce e intensamente perfumado El chocolate es igualmente importante, tanto como para ser protagonista del Festival Internacional del Chocolate que me dicen se celebra durante 12 días a principios del mes de marzo.
Una visita que ha merecido la pena, Me queda por recomendarla para cuantos tengan curiosidad por descubrir las maravillas de Portugal.
Un nuevo sitio para conocer….
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