Un recorrido por los fiordos noruegos

        La búsqueda de la naturaleza y el clima suave en temporada veraniega me ha llevado a las entrañas de los países del norte de Europa, en particular a la península escandinava, cuya separación geográfica del continente europeo y el clima riguroso que experimenta en la temporada de largo invierno hace que el territorio sea a menudo inhóspito, pero bello en grado extremo, convirtiendo el lugar en zona de lagos, fiordos, glaciares, bosques y montañas fuera de lo común, en muchas partes habitadas por una inmensa soledad.

          Me muevo por la provincia noruega de Sogn og Fjordane, perteneciente a la región de Vestlandet. En este entorno encuentro en Fossbergom, centro administrativo del municipio de Lom, la iglesia de madera que data del siglo XIII, siendo una de las mayores y de las más antiguas iglesias de este tipo que existen en Noruega, que fue restaurada en el siglo XVII. Es un templo de triple nave que utiliza sus columnas interiores independientes para soportar una sección elevada en el techo de la nave principal.

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      Resulta curioso este tipo de construcciones en madera, aunque puede fácilmente comprenderse desde la técnica utilizada por los vikingos para sacar de la madera lo mejor y más aprovechable posible. Rodeada de tumbas y en un prado eminentemente verde, sorprende a cuantos nos podamos acercar a este lugar.

        El viaje programado lleva a la búsqueda de un glaciar que permita conocerlo en la cercanía y, para ello, hay un recorrido que hacer por carreteras de segundo orden (en general, Noruega no tiene una red de carreteras como las que acostumbramos a ver en Europa), con permanentes curvas para situarnos en un entorno donde el paisaje se vuelve extraordinario, mezclando verde y nieve, con abundantes y aisladas casas y cabañas rurales de madera, tan apropiadas al entorno como para recordar que estamos en un país donde lo ecológico se convierte en premisa necesaria para todo cuanto se realiza.

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      Estamos en la zona del Parque Nacional de Jostedal que abarca el glaciar más grande del continente europeo, el llamado Jostedalsbreen o glaciar de Jostedal (487 m2 y 60 km de longitud), cuyo trazado tiene varios brazos que pueden visitarse, como el de Nigardsbreen, al que pretendo acercarme. Este glaciar tiene la peculiaridad de ser el más accesible de Noruega pues desciende hasta los 300 metros sobre el nivel del mar.

         La primera vista del glaciar lo es en la distancia. Lo hago desde la Jostedal Tourist Information, una estación que acoge un restaurante, tienda de souvenir y oficina de turismo, lugar apropiado para calentarse un poco, reponer fuerzas y percibir una primera impresión del glaciar desde la hermosa vista que ofrece su terraza. Una primera visual que a mí, en particular, me sobrecogía. Esa masa en forma de lengua descendiendo de las montañas, con el color grisáceo que iba adquiriendo conforme avanzaba la tarde y las nubes empezaban a aparecer, era motivo más que suficiente como para que produjera en mí un profundo respeto por lo que la naturaleza ponía frente a mí.

Estación

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          La estación también ofrece la posibilidad de convenir una ruta de trekking sobre el glaciar, por supuesto con la dirección de un guía que sepa cruzar estos peligrosos lugares. Y es que debido a profundas grietas, avalanchas y el constante movimiento, impredecible de los bloques de hielo, no puede resultar conveniente adentrarse en un glaciar sin guía profesional. En mi caso no hace falta la recomendación pues no me seduce en absoluto correr ese riesgo ni tan siquiera dirigido, por mucho que la experiencia pueda ser inolvidable. Prefiero divisarlo desde una distancia prudencial. Me llena por igual.

          Lamentablemente el glaciar Jostedal retrocede en torno a 20 metros al año, lo que da muestra de la incidencia que tiene el denominado “cambio climático”.

        Aunque el tiempo va recortando la visibilidad, nos acercamos un poco más al glaciar por una carretera de dimensiones reducidas que, para poderla tomar hay que pagar un peaje. Llegamos así a la falda del glaciar, apenas a un kilómetro de él, en lo que fuera lecho glaciar apenas hace cien años. Impresiona esta imagen que culmina hoy en un lago.

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       De aquí proseguimos hasta el municipio de Leardal, donde pasamos noche para continuar al día siguiente conociendo Sognefjoerden, el fiordo de los sueños, el más largo del mundo (204 km) y profundo (1.308 metros), mientras que las montañas a lo largo del fiordo se elevan a más de 1.700 metros de altitud.

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        Una explicación de este fenómeno natural nunca está de más. Los famosos fiordos noruegos se formaron gradualmente por el efecto de la erosión del hielo de los grandes glaciares durante la última glaciación, producida entre 100.000 y 13.000 años a.C. A medida que los glaciares se fueron fundiendo, el agua del mar fue penetrando en los valles, rellenando el espacio que antes excavó el hielo. Suelen ser largos, estrechos y de gran profundidad. Acercarse al fiordo es tanto como hacerse idea que no estás viendo un fenómeno reciente sino con mucho recorrido histórico, y como discurre el agua entre montañas enormes, de la que fluyen cascadas por doquier, resulta sumamente atractivo el placentero paseo que pueda hacerse en una embarcación.

      Pues bien, tras madrugar para aprovechar el día nos dirigimos a Kaupanger, punto donde tomaremos el ferry que nos haga atravesar el fiordo Naeroyfjordent, que es una rama del fiordo de los sueños, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que tiene 250 metros de ancho en su parte más estrecha.  El ferry salió a las 9:00 horas y teníamos por delante unas dos horas y media aproximadamente de espectáculo de la naturaleza.

      Pero antes de llegar al punto de salida nos encontramos con una nueva iglesia de madera digna de pararse para contemplarla. Se trata de la iglesia de Borgund, la iglesia mejor preservada de Noruega, que data del año 1180. Se construyó con dos mil troncos y tablones y, aunque ya no ofrece servicios religiosos con regularidad, permanece abierta como museo. Tiene un curioso diseño con un techo de escalonamiento séxtuplo, con inscripciones rúnicas, y diversos elementos decorativos en forma de cabezas de dragones y vegetales, los mejores representantes de las stavkirke (esto es, templos medievales construidos en madera). Su conjunto hace convertirla en una obra que apasiona a todo el que la visita.

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       Subida al ferry para realizar un recorrido en el que vas viendo como pasas del canal principal del fiordo de los sueños, con su enorme amplitud, para luego introducirse en el ramal de Naerofjord que muestra poco a poco su estrechez, con paredes impresionantes que permiten apreciar innumerables cascadas de más de 500 metros desplomándose por paredes totalmente verticales, y en sus inmediaciones, casas de madera de todos los colores. Un paisaje espectacular.

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    El punto final a la excursión es llegando a Gudvangen, donde se encuentra un pequeño complejo que abarca hotel, cafetería-restaurante y tienda de souvenirs. Incluso cuenta con un poblado vikingo que se puede visitar, un lugar donde lugareños hacen el firme propósito de revivir el pasado. Es de suponer que sin pretensión de emular sus hazañas bélicas.

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        Y tras reponer fuerzas, pusimos rumbo a Bergen en autobús, un tránsito que hace mantener el deleite de ese paisaje que lo revivimos con mayor intensidad cuando hacemos un alto para conocer una famosa cascada que Tvindefossen, de una belleza particular, con sus 110 metros de corriente de agua cristalina que cae directamente sobre un acantilado. Una cascada que ha adquirido la reputación de tener efectos beneficiosos para el rejuvenecimiento y otras facetas más incisivas, lo que hace que cuantos se acerquen a ella prueben el agua, esperando que se cumplan los vaticinios. Cosas de estas aglomeraciones turísticas cotidianas.

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         A la carretera de nuevo para llegar a Bergen, la segunda ciudad más grande de Noruega y que, según se dice, llueve como poco 275 días al año. Por fortuna, en estos momentos encuentro una ciudad en la que un tímido rayo de sol la hace todavía más atractiva.

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De esta ciudad voy a daros algunos rasgos característicos:

       Es famoso el barrio histórico de Bryggen, una reliquia de la antigua estructura urbana de madera en la que era punto importante dentro de las rutas comerciales de la Liga Hansiática, y aunque haya sufrido varios incendios que arrasaron las casas de madera, se han reconstruido utilizando métodos tradicionales y su estructura siempre se ha conservado. Un total de 62 edificios que se incluyen en la lista de Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO.

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         Junto al mar se encuentra un grandioso mercado de pescado, que con solo mirar te lleva a admirar la esencia de lo que se obtiene en sus ricas aguas, especialmente, como no, el salmón noruego.

        El muelle de Bryggen está flanqueado por casas de madera pintadas en vivos colores, la estampa más reconocible de Bergen. Pasear por este entorno es una verdadera gozada.

        La posibilidad de tomar un funicular que sube a la colina Floyjellet (320 metros sobre el nivel del mar), permite presenciar una panorámica general de la ciudad y su entorno natural.

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        En fin, no vamos a omitir la referencia a este lugar como cuna del compositor y pianista noruego Edvard Hagerup Grieg (1843-1907), conocido como el «Chopin del Norte», porque ambos fueron particularmente únicos en disponer de un don de convertir la música en la más exquisita poesía. Considerado uno de los principales representantes del romanticismo musical, si alguien tiene dudas sobre su reconocimiento no tiene más que deleitarse con las dos suites de Peer Gynt, que seguro se ha escuchado en algún momento. Visité la casa donde vivía, perfectamente conservada con la decoración de la época, y justo frente a ella, mirando al fiordo, se encuentra una pequeña cabaña que era la que Grieg usaba para componer. La vista desde allí es inspiradora y uno se emociona por estar en el lugar desde donde surgieron tan bellas melodías. En su interior se divisa un piano y una mesa sobre la que se encuentra una partitura de música.

      Concluye así una jornada ajetreada pero sumamente interesante por lo que hemos tenido oportunidad de conocer. Espero que haya podido transmitir lo que este lugar merece de consideración.

3 comentarios en “Un recorrido por los fiordos noruegos

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