Introducirse en el archipiélago canario es descubrir un mundo diferente, porque cada una de las islas que comprende muestra una faceta distintiva propia. Ahora visito la más septentrional y oriental de todas ellas, Lanzarote, con una superficie que no supera los 800 kilómetros cuadrados pero con una diversidad de paisajes como para sorprenderse continuamente.
No en vano, las erupciones volcánicas que tuvieron lugar en la isla no hace mucho tiempo, en los siglos XVIII y XIX, le han conferido un aspecto singular que incluso en las zonas más salpicadas por los restos de la lava llama la atención por las distintas formas que adopta y la belleza que muestra en el paisaje que ofrece en el amplio horizonte.
El Parque Nacional de Timanfaya, también conocido como Montañas del Fuego, constituye uno de los principales atractivos por la sucesión de paisajes volcánicos que comprende a lo largo de una amplia extensión. Curioso es que, por lo demás, en la cercana zona que comprende La Geria, y que bordea por su cara este al Parque, pueda verse un paisaje original por el modo en que se cultiva la uva en la isla, en hoyos excavados en los propios ríos volcánicos, y donde la mano del hombre ha hecho proteger a las viñas con pequeños muros semicirculares de piedra. Visitar sus bodegas, los museos de vinos, y saborear esos afamados vinos blancos de la variedad malvasía es otro de los placeres que nos brinda la zona.
Pero junto a esos parajes insólitos que forman volcanes, lagos de lava y cráteres, se advierten unas playas de arena doraday con unas aguas tan transparentes como para no tener envidia alguna a los parajes más exóticos que puedan divulgar las agencias de viaje. Tan cercano es este paraje que extrañaría ver a alguien que no haya tenido todavía la inquietud de acudir a verlo…y disfrutarlo. Por si se tiene alguna duda, el patrimonio natural que tiene ha hecho que la isla fuera declarada ReservadeBiosfera por la UNESCO en 1993, lo que supone que se preserven los valores naturales mediante una gestión científicamente correcta, socialmente respetuosa, culturalmente creativa y operativamente sostenible.
El cuidado que se ha tenido en la configuración arquitectónica es otra de sus características esenciales. Buena culpa de todo ello lo tiene uno de sus hijos pródigos, el polifacético CésarManrique, gran defensor de la isla y su natural belleza. Sus palabras lo dicen todo: “Para mí Lanzarote era el lugar más bello de la Tierra. Y me di cuenta de que, si ellos eran capaces de verlo a través de mis ojos, entonces pensarían igual que yo”. Logró así convencer a su pueblo de que mantuviera su identidad, y al gobierno canario para que acogiera sus ideas y mostrar ese admirable paisaje que hoy tiene. Una de sus recomendaciones se mantiene, como puede advertirse que no existen vallas publicitarias en sus carreteras que puedan alterar el hermoso paisaje natural que se divisa por todo lo largo y ancho de la isla.
Las construcciones, con casas generalmente de un piso, con gruesas paredes para ayudar a conservar la temperatura, y con un patio de luz en el centro, con el tinte predominante del blanco, que funciona como un espejo ante los rayos solares para con ello impedir que se eleve la temperatura en el interior. He de decir que me fascina este paisaje urbanístico, al que uno las singulares chimeneas que se acoplan en las viviendas.
Sin pretender extenderme en demasía en las obras de este gran artista, sí debo destacar la que fuera su primera obra, la gruta de los Jameos del Agua, la más espectacular con su famoso Auditorio natural. Asimismo, la típica vivienda de estilo lanzaroteño queda plasmada en la Casa del Campesino. Y su deseo de vivir con la lava le llevó a realizar su propia casa en el Taro de Tahiche, ejemplo patente de la integración de una vivienda con la naturaleza y que constituye un oasis en medio de un río de lava azul-negra petrificada. Ahora acoge a la Fundación que lleva su nombre.
El clima se muestra igualmente benigno con la isla. Una temperatura media de 22º C al año convierte a este lugar del destino ideal para la práctica de toda clase de deportes al aire libre. No me resisto a ir acompañando a mi hijo (sí, a rebufo, digo bien) en un bello recorrido en bicicleta desde el Puerto del Carmen hasta Arrecife, un precioso trayecto que circula por el carril bicicleta construido al efecto y que permite ir saboreando la costa y, al mismo tiempo, encontrarse con ese espectáculo que lleva a muchos visitantes a acercarse al punto donde los aviones pasan cerca de las cabezas para entrar en el aeropuerto. No podemos resistir hacer la típica foto que muestre el cercano encuentro del hombre y la máquina voladora.
Arrecife es la capital de la isla de Lanzarote desde 1852 (anteriormente fue Teguise). Se encuentra ubicada en la zona Este de la isla y como curiosidad hay que decir que se trata del municipio más pequeño pero que, sin embargo, es el más habitado de todo Lanzarote. Al ser el centro político, administrativo y comercial de la isla, es sede del Cabildo Insular, que agrupa a los siete municipios de la isla, y de la Subdelegación insular del Gobierno.
Al entrar en la ciudad llegamos al Parque José Ramírez Cerdá, localizado en pleno paseo marítimo de la ciudad. Un pequeño parque con zonas ajardinadas y en el que se encuentra el quiosco de la música que constituye una réplica exacta del que existiera de antaño y en el que los habitantes de la ciudad se reunían para pasar momentos de diversión con la orquesta municipal que amenizaba los bailes y paseos.
Se ve en las cercanía y nos acercamos a una de las zonas más bonitas de Arrecife, para atravesar el camino empedrado que lleva al CastillodeSanGabriel, erigido en el año 1572 y que se quemara en su día por una invasión morisca pero cuya reconstrucción ha hecho que quede como hoy luce. Los dos grandes cañones que se encuentran en su entrada nos recuerda que fuera usado este castillo en la guerra hispano-estadounidense de 1896. Hoy alberga el Museo de la historia de Arrecife.
En uno de esos caminos de piedra que tiene, se llega al Puente de las Bolas, que en su momento sirvió de acceso al Castillo. Se trata de una simpática estructura de piedra apilada rematada con dos bolas, construido en el siglo XVI, con una extensión de 175 metros.
Proseguimos para llegar a una zona nueva de la ciudad, lo que constituye un estratégico de parada para los navegantes que viajan al sur desde Europa. MarinaLanzarotees la primera marina con todos los servicios en la llegada a las Islas Canarias. Sin embargo no parece que tenga el acogimiento esperado, o al menos no puedo verlo por la afluencia de personas en las inmediaciones.
De regreso lo hacemos por el centro de la capital, para visitar una iglesia que especialmente me trae un agradable recuerdo pues aquí contrajo matrimonio mi hijo. La Iglesia deSanGinéspresenta una construcción que ha experimentado el proceso ecléctico típico en la arquitectura canaria, en el que conviven elementos barrocos con detalles mudéjares o fachadas neoclásicas. Su origen se encuentra en el año 1630 cuando un comerciante de origen francés, llamado Francisco García Santaella, fundó en este punto una ermita bajo la advocación del obispo galo San Ginés.
Cercano a Arrecife y en dirección al norte nos encontramos con la villa de Teguise, antigua capital de la isla, que merece la pena visitarla para atravesar sus calles empedradas, sus iglesias, conventos y antiguas casonas señoriales, que le confieren un sabor histórico y artístico relevante. En esta localidad se celebran los domingos un popular y bullicioso mercadillo que tuvimos ocasión de presenciar por la aglomeración de gente que acudía de todos sitios.
Muy cerca se alza el CastillodeSantaBárbara que alberga el Museo de la Piratería. Más que por lo que tiene en su interior, la visita al recinto amurallado sirve para apreciar las vistas que ofrece a su alrededor, y en una de sus laderas la perspectiva que ofrece esa bella ciudad de Teguise.
Hasta aquí mi primer relato de la visita que hago a la isla, limitada a los interiores. En el próximo post expondré la experiencia de la zona costera de Lanzarote.
Muy buen artículo, me ha transportado en el tiempo a unas maravillosas vacaciones navideñas de hace tres años.
Lanzarote enamora. En el interior también está Haria que tiene un toque tropical preciosos.
Espero la entrada de la costa para volver a Famara
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Gracias por tu comentario. Un saludo
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