La vida transcurre con una rapidez tremenda, y aunque parezca que eso de envejecer está un tanto lejano y por ello mismo sin necesidad de prestarle todavía la atención necesaria, lo cierto es que el camino empieza desde que nacemos porque a la postre, ir meditando sobre lo que vendrá es tanto como planificar la vida para poder envejecer bien.
Este es el propósito de un pequeño libro de bolsillo que acabo de leer, rubricado por el doctor Miquel Vilardell, y que bajo el título de “Envejecer bien”, nos viene a confirmar que no se trata de una publicación hecha para quien ya está inmerso en el estado de envejecimiento propiamente dicho. Sino que lo es para planificar la vida teniendo las cosas claras antes, mucho antes de cuando creemos iniciar la recta final (del prólogo que realiza el periodista Josep Cuni).
Una lectura sumamente apropiada para que, aprendiendo a vivir, podamos dirigir nuestro trayecto a un envejecimiento lo mejor posible, sabedores de que es en la plenitud de la vida cuando hay que dar los pasos para que no entremos en la nebulosa de arrepentirnos por lo que hemos debido hacer y no lo hemos hecho. Tampoco es que nazcamos con mentalidad envejecida, sino simplemente que la máxima del Carpe diem como motor de la vida, que proclamara Horacio (Odas I, II), y que supone aprovechar cada día sin fiarse del mañana, no impide o debe impedir que se ande a ciegas olvidando el futuro, pues éste es incierto en su temporalidad y comienza dentro de un rato. Mejor saberlo y estar mínimamente preparados para ello. Aprovecha el día de hoy para sembrar y así poder recoger mañana.
Como dice el autor, envejecer no tiene por qué ser un obstáculo para disfrutar de una buena calidad de vida. Aunque el proceso natural de envejecimiento no pueda evitarse, con este libro se pretende preparar a las personas para encarar la vejez de la forma más conveniente, a fin de llegar a esa última etapa de la vida en las mejores condiciones posibles, valiéndose por si mismas hasta el final en la medida en que su salud lo permita.
Se trata, en suma, de cobrar conciencia cuanto antes, en fases mucho más tempranas, de todos los factores que pueden condicionar un envejecimiento patológico (así califica el autor a la producida en personas que envejecen de manera precoz y que pierden muy rápidamente sus funciones), y actuar en consecuencia. Porque, como dijera Pitágoras, «Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida«.
Sin duda, la lectura de estas escasas 124 páginas ayudará a mentalizarse mucho mejor a cuantos se acerquen a comprobarlo.