Empiezo esta entrada con dos anglicismos de los muchos que abundan en el léxico de un pueblo español que parece querer imbuir en nuestro estigma lo que nunca antes ocurriera, huyendo de la lengua de Cervantes para sorprender con lo que a priori nadie entiende y, por tanto, necesitado de explicación antes de entrar en debate.
Por ello mismo confronto dos palabras que en el mundo que vivimos parecen confirmarse como realidades derivadas del actuar humano y sus exigencias, y que en el terreno de la fácil comprensión suponen, una, la perniciosa costumbre de buscar como habilidad de las personas que tengan la posibilidad de realizar varias tareas coetáneas, esto es, una actividad caracterizada por la multitarea; la otra, la referida a la atención plena que se haga al momento presente, a lo que se está realizando, de manera consciente e intencional, evitando distracciones con la loable intención de liberar la mente de pensamientos que impidan la debida concentración, configurándose en la actualidad como una técnica de meditación que abunda en el repertorio de ofrendas de psicólogos, couches y comunicadores de toda índole.
Puede advertirse que a priori entre ambas actuaciones o habilidades que pululan en el mismo momento, pudiera entenderse que existe una cierta contradicción. Como si fueran términos contrapuestos, que cabalgan en direcciones opuestas. Me enfrento por ello a analizarlas por si pudiera encontrarse alguna compaginación que hiciera posible que ambos caminos o actuaciones que representan confluyan o, al menos, no se entorpezcan.
Por lo pronto no puedo omitir la alusión al mito sexista con el que todos hemos jugado alguna vez cuando se ha venido diciendo que los hombres solo son capaces de centrar su atención en un trabajo y las mujeres, en cambio, son las únicas capaces de realizar tareas simultáneas y, además, con total acierto. Quizá la popularidad viene por la costumbre machista de antaño que hacía desprender al hombre de toda obligación hogareña o familiar, centrado en exclusividad en su trabajo, y la variopinta obligación de la mujer por multiplicarse para mantener viva la llama familiar. Pero llegado el momento de eliminar barreras impositivas, y compartidas las obligaciones entre hombres y mujeres, no faltan estudios científicos recientes que conminan a entender que la cuestión no está nada clara. Por un lado, hay investigaciones que refrendan la inexistencia de distinciones en el tiempo de reacción o en la precisión de las tareas diferenciadas (entre otros, el publicado en el año 2019 en la revista científica «Plos One»); otros, en cambio, mantienen que las mujeres son mejores que los hombres para llevar a cabo múltiples tareas a la vez o de forma muy seguida [investigación realizada por un equipo de psicólogos, entre ellos investigadores de la Universidad de Hertfordshire (Hatfield, Inglaterra)].

Dicho esto sin resolución concluyente, y centrados en lo que es y supone que una persona pueda ser sujeto multitarea o multitasking, merece ser objeto de matización. Cierto es que las presiones a las que nos sometemos en la actualidad propician un ritmo de vida acelerado que nos empuja a acometer varias actividades a la vez (familiares, de estudios, laborales, de ocio y deportivas), y que el mundo empresarial se vuelve cada vez más exigente, acudiendo a la búsqueda de profesionales que puedan llevar a cabo varias tareas a la vez que sean eficaces, pero pretender que eso pueda ser factible en cuanto a la simultaneidad de la realización es una mera utopía, carente de rigor. Las dobleces no son posibles por el simple hecho de que la persona es una y no puede cubrir varios trabajos a la vez, a menos que se trate de tareas muy sencillas, como advierten algunos especialistas (por citar algunas actividades compatibles, es posible que en algún momento puntual pueda estarse atendiendo el teléfono y haciendo uso del ordenador). De hecho el concepto de multitarea proviene del mundo tecnológico, empleado para referirse a los sistemas operativos capaces de ejecutar múltiples tareas a la vez. Pero los seres humanos no somos ordenadores por mucho que nos involucremos y participemos, cada vez con mayor intensidad, en el mundo tecnológico e incluso se nos intente suplir por máquinas con inteligencia artificial.
Nuevamente acudo al mundo científico para aclarar aspectos. En la investigación llevada a cabo en la Universidad de Standford, en Estados Unidos, se apunta al hecho de que el cerebro humano solo puede concentrarse de verdad en una sola tarea, por lo que pretender que realice varias a la vez supone que el resultado no sea el esperado por convertir al que lo pretenda en personas más lentas y con un peor rendimiento productivo. Se dice que es una sensación parecida a la de quedarse despierto toda la noche o haber ingerido algún tipo de droga.
Otro estudio de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, atribuye a la multitarea posibles problemas emocionales como la depresión o la ansiedad. Al propiciar que se hagan o intenten hacer varias cosas a la vez se asume que tendría que terminarse antes que si se hiciesen una a una, y cuando esto no sucede porque el cerebro no es capaz de asumirlo con la misma capacidad que de forma individualizada, aumentan los estados anímicos desfavorables con una bajada importante de la autoestima que desencadena en estadios insalubres.
Puede entenderse por ello que en actuaciones tan singulares como podría ser la de conducir vehículos se prohíban usos simultáneos del teléfono, fumar o dedicarse a revisar documentos u otros utensilios que supongan distracción de la actividad principal.
El mundo del Mindfulness hace tomar conciencia plena del aquí y ahora, y su técnica y aceptación lleva a desarrollar la atención y la capacidad de focalización. No se trata de paralizar o ralentizar la actividad que se hace, sino de centrarse exclusivamente en ella para ser más eficaz. No es nada fácil pero hay que ser consecuente con la necesidad de evitar actos coetáneos que por ser contraproducentes para el bienestar pueden acarrear estados ansiosos y depresivos.

Por lo tanto, para que ambos conceptos sean compatibles debe entenderse como multitarea, en realidad, la capacidad de pasar, con mayor o mejor rapidez y diligencia, de un asunto a otro, para lo cual se necesita que en cada caso que nuestra mente esté liberada de pensamientos negativos o de demandas de atención externas. Eso es, eliminando los ruidos internos del cerebro que impidan concentrarnos. El entrenamiento en meditación o mindfulness enseña, por todo ello, a concentrarnos en el presente, lo que le hace recomendable para mantener viva la llama de la eficacia y la productividad.
Con todo, la exigencia de realizar varias tareas exige un poder mental entrenado para que pueda asumirse con la rapidez y exigencia precisada. El cerebro necesita tiempo para retener y procesar la información que recibe, por lo que precipitarse sin tener una preparación mediante el intervalo de tiempo adecuado para ello puede generar problemas añadidos.
En definitiva, nos encontramos ante dos conceptos y situaciones que son y deben entenderse como compatibles, en tanto que la dirección que lleven sea uniforme: completar tareas encadenadas con la debida concentración para que resulte eficaz el resultado obtenido en cada una de ellas. Entender otra cosa es, sencillamente, intentar engañarnos. Lo cual no impide que la fortaleza activa de las personas pueda llevarles a acometer múltiples objetivos y tareas y que puedan cumplirse, pero con la mesura e inteligencia de una buena organización que priorice y escalone actuaciones.