Allá donde vayas siempre encontrarás rutas senderistas que colmen tu deseo de caminar y conocer las entrañas de los lugares que visitas. Mi estancia en Santo Domingo de Silos, en la provincia de Burgos (Castilla y León, España), me permitió hacer una escapada para llegar al desfiladero de la Yecla, una profunda y estrecha garganta excavada en los espesos bancos de calizas que caracterizan el relieve de las Peñas de Cervera. Un desfiladero que está incluido en el Espacio Natural de la Yecla y los Sabinares del Arlanza. La procedencia de la palabra Yecla parece que hunde sus orígenes en la cultura íbera, por referencia a las palabras IETA, LLECA, ELA.
El sendero más directo para emprender el recorrido parte justo detrás del Monasterio de Silos, desde el arco medieval de la Villa, y discurre en paralelo a la orilla del río Mataviejas. Los metros finales deben hacerse por la carretera hasta llegar a la escalera que desciende al fondo de la garganta. A partir de ahí, unos 600 metros de recorrido te harán pasear por la estructura metálica que se ha dispuesto, saboreando en la estrechez las maravillas que la naturaleza dispone.





El angosto desfiladero, horadado por la acción de las aguas del Arroyo El Cauce durante millones de años, de paredes verticales que alcanzan los 1.000 metros de altura y unos 1.200 de longitud, tiene zonas con una anchura que apenas llega a los dos metros. Una serie de puentes y pasarelas colgantes permiten hacer el recorrido. En el fondo se alternan las marmitas de gigante (hoyos en el fondo del canal provocados por erosión y abrasión mecánica de cantos en remolinos) y las cascadas. En las cumbres anidan más de 100 parejas de buitre leonado, posados en cornisas blancas de tanta deyección de generaciones pasadas, y que impresiona sobremanera verlos volar de forma permanente, e incluso a veces divisarlos en una cercanía sorprendente.











Cubierto el trayecto, puedes regresar por el mismo trecho o, quizá sea lo más aconsejable para no incomodar a las personas que puedan estar haciéndolo por esta estrecha estructura, subir las escaleras y volver atravesando el túnel para proseguir por el mismo camino con el que se inició la ruta.
¡Qué recuerdos!
Yo cuando fui aluciné con los buitres. Nunca había visto uno y aquello estaba plagado. Fue una pasada, tanto el enclave como las aves.
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Es impresionante. Gracias por tu comentario. Un saludo
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