Viene a conocerse a las universidades como esos centros de enseñanza superior que transmiten la cultura en su amplia acepción de educar/enseñar sobre lo conocido, investigar para generar nuevos conocimientos e innovar, esto es, transfiriendo los resultados al tejido socioeconómico para hacerlo más competitivo. Esta amplitud de actuación conlleva que, con el devenir de los tiempos y de una permanente actividad, se conforme, de puertas adentro, todo un patrimonio cultural que, en gran medida y en la mayoría de los casos, se mantiene encerrado, oculto, y totalmente ajeno a la posibilidad de que los ciudadanos tengan acceso a ello.
Confieso que soy un ferviente defensor de abrir las puertas universitarias a la sociedad, para vincular estrechamente a las instituciones educativas y quienes las sostienen, porque toda la comunidad social debe saborear las mieles de lo que se está haciendo y consiguiendo para hacer un mundo mejor, asumido sin paliativos que la enseñanza genera la riqueza cultural necesaria para que las mentes se mantengan abiertas y florecientes, en todo ese rico y variado mundo de disciplinas que se conjugan y brindan resultados que brotan permanentemente de los campus universitarios.
Tan “enfermizo” me puedo mostrar en esta idea que desde hace tiempo me fijo sobremanera en esas universidades que en algún momento han apostado por tener en su seno a museos universitarios, esto es, lugares en los que se hacen públicos sus productos o medios que han venido utilizándose en investigaciones, de laboratorio, de campo, de obras artísticas acumuladas o recibidas por donaciones y legados, y que se convierten en bienes culturales que permiten el estudio, la educación o simplemente el recreo de quienes deseen acercarse a ver este arsenal que ha servido a lo largo del tiempo como medio de trabajo y estudio a profesionales y estudiantes, o limitado a obras de artes que han florecido o recalado en la Universidad por las diversas circunstancias acaecidas en la vida de la institución. Y es que, lo que hoy parece que no tiene importancia, el día de mañana sí puede tenerla, y mucho.
Como he podido leer de quienes han profundizado en el estudio del tema, la existencia de museos dentro de las universidades tiene ventajas singulares: permiten abrir vías culturales y posibilitan nuevas metodologías docentes en los estudios universitarios. Las colecciones se convierten así, además de objeto museístico, en una herramienta básica de la docencia. Hablamos así de espacios que conservan la memoria científica, técnica y profesional y permiten materializar los conceptos e ideas en objetos cuya categoría y significación histórica les convierten en bienes patrimoniales.
Mi repaso a lo que ocurre por ahí fuera hace que convenga algunos resultados dignos de resaltar, pues la apuesta cultural está muy asentada en las universidades más prestigiosas, muchos de cuyos museos han florecido a raíz de legados realizados por prestigiosos artistas, coleccionistas o simplemente aficionados al arte que poseían importantes obras que quisieron dejar depositadas en las instituciones universitarias. Es más, desde un punto de vista museográfico, el estudio de los museos universitarios aumenta en los últimos años tras la creación en el año 2000 de un comité especializado para su estudio y fomento, en el seno del Consejo Internacional de Museos (ICOM), impulsado por Stanbury de la Universidad Macquarie de New South Wales.
Haré ahora un ligero repaso de lo que pueda parecerme más relevante en ese mundo globalizado que hoy tenemos, sin dejar de advertir que la variedad y el alcance de sus contenidos está bastante arraigada en el mundo universitario.
Así se considera que el primer museo universitario que surgió es el Museo Ashmolean (Ashmolean Museum of Art and Archaeology), constituido en 1683 para albergar la colección donada a la Universidad de Oxford en 1677 por Elías Ashmole, político y anticuario inglés. Todo un arsenal de obras de arte y arqueología, de civilizaciones de oriente y occidente, desde el neolítico hasta nuestros días, enfocada a atraer audiencias diversas y no solo de la comunidad universitaria. Se dice que la media anual de visitantes supera los 800.000.
El legado es igualmente el punto de partida de otro museo universitario, el de la Universidad de Cambridge, igualmente en Reino Unido, que contiene el Museo Sedgwick creado tras el legado que John Woodward le hace de su colección de fósiles en el año 1727, y el Museo Fizwilliam, en el que en 1816 realiza el vizconde Fitzwilliam de Merrion, de una colección de arte y su biblioteca, así como una suma en metálico para construir la sede del museo. En la colección de arte se encuentran nombres de reconocimiento mundial: Tiziano, Renoir, Gauguin, Rossetti, Millais, entre otros.
La Universidad de Harvard, en Massachusetts (EE.UU.), no se queda atrás, y desde el año 1896 cuenta con un museo de arte que reúne pinturas occidentales, escultura, artes decorativas, fotografía, impresiones y dibujos desde la edad media hasta la actualidad. Destaca por su programa de investigación que atrae a investigadores, profesores y alumnos; por la organización de eventos que les permite atraer al público en general; y por el programa de Miembros, con distintos niveles de participación en función del nivel de aportación económica.
Como no, la Universidad de Yale, en Connecticut (EE.UU.) alberga el museo más antiguo del continente americano. Nació en 1832 por la donación de parte de la colección del artista estadounidense John Trumbull, con más de cien pinturas de la revolución americana.También acoge elementos decorativos estadounidenses, su pintura italiana temprana, escultura africana y arte moderno. Recibe una media de 106.000 visitantes/año.
La Universidad Internacional de Florida, en Miami Beach (EE.UU.), contiene desde 1986 la pinacoteca del coleccionista y filántropo de la localidad, Mitchell Wolfson, sirviendo para exhibir y preservar su vasta colección personal. Alberga mobiliario, artes decorativas, objetos, libros, pósteres y otros elementos que reflejan los cambios políticos y sociales producidos entre 1885 y 1945.
La Universidad Nacional Autónoma de México inauguró en 2008 la primera colección pública de arte actual mexicano. Sus programas y proyectos son un referente en el mundo de los museos universitarios, contando con un laboratorio para el encuentro de artistas, comisarios e investigadores, además de promover el voluntariado de todos los alumnos del campus.
En Brasil, la Universidad de Sao Paulo acoge, desde el año 1963 las colecciones que antes formaban parte del antiguo Museo de Arte Moderno de la ciudad de Sao Paulo. La pinacoteca latinoamericana se compone, entre otras, de obras de Amedeo Modigliani, Pablo Picasso, Alexander Calder, Tarsila do Amaral, Anita Malfatti, Lygia Clark y una estupenda colección de arte italiano de principios del siglo XX. Su prioridad es la educación y la investigación, tanto para los universitarios como para el público en general. Incluso los profesores imparten asignaturas de libre elección en el propio centro. Por esta razón no solo cuenta con salas de exposición sino también con una biblioteca, un auditorio y un archivo documental.
En Italia los museos universitarios tienen un marcado carácter histórico y se forman principalmente en el siglo XVIII como la Academia de Ciencias de la Universidad de Bolonia que en 1712 recibe las colecciones del erudito Aldovrandi o el Museo de Epigrafía y Arqueología de la Universidad de Turín o Ferrara.
Los museos universitarios en Bélgica se crearon en el siglo XIX como el de la Universidad de Lieja, la Católica de Lovaina (que pertenece al Departamento de Arqueología e Historia del Arte) o la Universidad Libre de Bruselas (Driessche, 2000).
El Museo de la Ciencia de la Universidad de Coimbra, en Portugal, es un museo interactivo que pretende proporcionar a sus visitantes de todas las edades un ambiente de entretenimiento para descubrir la ciencia. El Museo presenta las colecciones de la Universidad de objetos científicos y de instrumentos, así como diversas exposiciones interesantes. El Museo organiza innumerables actividades, y sus exposiciones temporarias, visitas guiadas, talleres y reuniones informales se han tornado muy conocidos y populares entre el publico.
El Museo de la Ciencia de la Universidad de Lisboa fundado en 1985 muestra al público una amplia colección de la evolución tanto científica como técnica llevada a cabo por investigadores portugueses. Dicho espacio cuenta con exposiciones interactivas, un museo de geología, un jardín botánico y un observatorio.
En mi reciente visita al norte de Europa he podido ver que Noruega también presta especial atención a los museos universitarios. El Museo Cultural Histórico es una institución que depende de la Universidad de Oslo, fundado en 1999 por fusión de la colección Oldsaksamblingen (que incluye el Museo de barcos vikingos de Bugdoy), la Myntkabinettet y el Museo etnográfico. Hoy se divide en dos localizaciones, el Museo Histórico y el Museo de los Barcos Vikingos.
La Universidad de Bergen también dispone de su museo, fundado en 1825 con el intento de reunir grandes colecciones en los campos de la cultura y de la historia natural, para convertirse en el fundamento para la mayor parte de la actividad académica de la ciudad, una tradición que ha prevalecido desde que el museo se convirtió en parte de la Universidad de Bergen. Se divide en dos depósitos: colecciones de historia natural y colecciones culturales de la historia.
Acercándome más, en España hay que ser realista y señalar que no se tiene todavía una vocación universal para la creación de museos universitarios, aunque existen ejemplos que, sin que sean conocidos plenamente, están ahí para servir de precedentes a lo que debería tener una mayor aceptación. Ello no quiere decir que se carezca de materia prima para emprender esta tarea, pues si no existen es por la falta de proyectos y de personas que se comprometan firmemente a hacerlo. Eso triste que muchas colecciones de arte estén en las universidades sin sede fija, desperdigadas en despachos, pasillos y dependencias, con el riesgo evidente de su descuido y que, sin duda, merece que se le preste mayor atención. Y lo peor, sin conciencia de que hay que actuar para corregir este despropósito.
Si tenemos alguna información de cómo se encuentra el panorama nacional no es precisamente porque esté disponible por las entidades oficiales estatales o autonómicas , que se muestran ajenas a las entrañas de este movimiento museístico al que parece no darse relevancia alguna; fue María Marco Such, doctora en Historia del Arte, la que hace unos años se atrevió a hacer un estudio más completo, y extrajo en ese momento los siguientes resultados: de las cincuenta universidades españolas estudiadas por ella solamente 17 tenían museos (el 28,8%), contabilizándose un total de 42, aunque en estudios posteriores amplió a 49 museos. Por su parte, la base de datos del UMAC (Comité Internacional de Colecciones y Museos Universitarios del ICOM) habla de 57 museos y colecciones universitarios en España.
De las variantes existentes, resalto algunos ejemplos:
La Universidad Complutense de Madrid es un caso singular acorde con su propia configuración y que no es verdaderamente un modelo al que pueda acercarse cualquier otra entidad universidad española. Posee un rico patrimonio cultural recogido en sus catorce Museos y quince Colecciones de carácter histórico, artístico, científico y técnico, disperso por sus múltiples centros. Un patrimonio generado a lo largo de siglos e integrado por materiales, instrumental científico, modelos didácticos y anatómicos, herbarios, colecciones mineralógicas y una amplia variedad de material docente de carácter histórico. Algunas proceden de donaciones particulares, tal es el caso del Legado Simarro, que comprende una parte científica y otra artística con obras de Goya, Sorolla, Sala y Madrazo, entre otros autores, o la colección Prieto. También son de destacar las obras de arte procedentes de la antigua Escuela de Bellas Artes de San Fernando, anteriormente vinculada a la Academia del mismo nombre. Su integración definitiva como Facultad ha enriquecido en gran manera el patrimonio artístico complutense con una interesante colección de dibujos de la Academia y los exámenes de los “Pensionados de Roma”.
Mención especial merecen las colecciones procedentes de la transformación del Real Colegio de Cirugía de San Carlos en Facultad de Medicina, que se conservan en el Museo de Anatomía Javier Puerta. Igualmente, es de destacar la colección de modelos anatómicos de Azoux, que se alberga en el Museo de Veterinaria, y la interesante y variada colección que se conserva en el Museo de la Farmacia Hispana. No hay que olvidar las aportaciones de aquellos profesores que han donado material docente, a veces elaborado por ellos mismos, y la colaboración de otros que se han encargado de recoger y custodiar instrumental y materiales en desuso, que habiendo perdido su función original, han pasado a formar parte de los Museos y Colecciones complutenses.
La Universidad de Valladolid cuenta con uno de los pocos museos con sede propia, diseñado para mostrar la historia de la universidad. Posee obras de los siglos XVII y XVIII, pero también reúne obras de arte contemporáneo desde mediados del siglo XX. Expone, igualmente, instrumentos científicos, médicos, modelos de anatomía o de ciencias naturales, libros y documentos.
El Museo de la Universidad de Alicante nació en 1999. Un ambicioso proyecto al que se le facilitó una nueva edificación, y que sin partir de una gran colección es su propósito enriquecerla y desarrollar un programa que combine artes y disciplinas científicas. Cuenta con cinco secciones: pintura, obra sobre papel, escultura (la mayoría existente en el campus), fotografía, y arquitectura. Destaca una colección de obra gráfica de Eusebio Sempere, con más de 200 obras, y las fotografías de arquitectura de Julius Shulman. Se nutre de colecciones proveniente de donaciones y premios.
La Universidad de Navarra cuenta con un museo de 11.000 m2, diseñado por Rafael Moneo, que alberga dos colecciones, una de arte contemporáneo y otra de fotografía. La colección de arte, legado de María Josefa Huarte, se compone de medio centenar de obras pictóricas y escultóricas, entre las que destacan autores de la talla de Picasso, Kandinsky, Tàpies, Chillida y Oteiza. La colección fotográfica, que incluye obras desde el siglo XIX hasta la actualidad, es fruto del legado de José Ortiz-Echagüe, uno de los principales fotógrafos españoles del siglo XX, y de otras adquisiciones y donaciones de artistas contemporáneos como Víctor Méndez Pascual, Robert Hershkowitz y Juan Naranjo.
El Museo de la Universidad de Salamanca se ubica en el edificio de Escuelas Mayores. Muestra sucintamente la historia de la universidad y algunos materiales científicos. Se une a ello la colección de fotografía creada en el año 1992, que reúne más de cuatrocientas piezas de un centenar largo de artistas, con presencia de importantes autores, tanto nacionales como internacionales.
Las universidades valencianas cuentan igualmente con sus museos. La Universidad Politécnica de Valencia dispone de un fondo de arte y patrimonio que inició a partir de 2008 y que, en supera en la actualidad las 2.500 piezas. La Universidad de Valencia, por medio del patronato formado por el empresario Jesús Martínez Guericabeitia y la Fundación General de la Universidad, gestiona la colección pictórica donada por el primero en 1999, que ha llegado a sumar unas 500 obras entre pintura y obra gráfica; la misma Universidad posee otras colecciones artísticas, entre las que cabe mencionar la de fotografía histórica.
El Museo de Geología de la Universidad de Oviedo es singular en su exposición. Pretende acercar la geología a todo el público a través de la exposición de tesoros naturales recogidos por geólogos, tanto de la Cordillera Cantábrica como en otras partes de la Tierra. Desde 2001 se pueden contemplar fósiles, minerales, rocas, estructuras sedimentarias y tectónicas, así como documentos cartográficos. Dispone, además, de microscopios para la observación de muestras.
La Universidad de Sevilla acaba de sentar recientemente las bases para constituir el futuro museo de la misma. Para ello ha firmado un convenio con la empresa tabaquera Altadis, con el fin de estudiar, catalogar y exhibir los fondos del patrimonio histórico de la empresa.
La Universidad de Barcelona tiene tres colecciones: una de historia del arte, otra de arte contemporáneo y otra de obra sobre papel de artistas mujeres.
La Universidad de Granada cuenta con un fondo histórico que cuenta con piezas desde el siglo XV y algunas donaciones de coleccionistas granadinos y profesores de la Facultad. Lo integran más de 650 piezas a los que hay que sumar otras 3.000 en carpetas de grabado y fotografía.
La Universidad de Murcia configuró su museo en 2002, dedicado a mostrar una selección de sus colecciones que son fundamentalmente científicas. Destaca la donación que D´Estoup hizo a la universidad de pinturas del siglo XVII.
La Colección Universidad de Cantabria de Arte Gráfico se creó en 2001, contando con más de dos mil estampas, con un crecimiento de unas cuarenta al año.
En definitiva y tras esta muestra de lo existente, aun cuando parece que se va asumiendo cada vez más la creación de museos universitarios, y que sin duda contribuyen a enriquecer el patrimonio de las universidades con la posibilidad de acercar al público en general para compartir el arte, lo cierto es que en España todavía queda mucho por hacer en este campo. Un proyecto que aunque pudiera entenderse como humanístico reviste una generalización en la que deben verse involucradas todas las ramas del saber. Porque a todos incumbe el patrimonio cultural universitario.
Fue importante el apoyo que al respecto se pretendía hacer cuando en 2009 el Ministerio de Educación puso en marcha el programa Campus de Excelencia Internacional. Una de las líneas de actuación subvencionables ya en la primera convocatoria (hubo tres, hasta 2011) era la “promoción de museos universitarios y mejoras del patrimonio científico instrumental en colaboración con el Ministerio de Cultura”. Los datos conocidos es que hubo al menos dos universidades, la de Cádiz y la Pompeu Fabra, que incluyeron en sus proyectos para CEI la creación de sendos museos de arte. No parece que salieran adelante. Ahora, con la situación de asfixia económica que tienen las universidades, no parece que nos vayamos a encontrar con decididos apoyos para impulsar los proyectos que tuvieran las universidades al respecto. Pero pienso que en el propósito se encuentra la mejora, bastando con empezar con lo que se pueda para crecer conforme vayan sucediéndose los acontecimientos. El camino, como tantas veces decimos, se hace paso a paso.
Siendo como soy universitario, ojalá pueda ver algún día que en la universidad de mi tierra se pone la primera piedra para generar el museo universitario. Todo es empezar, pues la voluntad mueve montañas.
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