La era electrónica y su peaje

        La vida cotidiana se vuelve cada vez más impersonal. Sin darnos cuenta, ese preciado contacto que manteníamos con el empleado de banca que te facilitaba la labor cuando acudíamos a realizar las gestiones fue sustituido de forma sibilina por un cajero automático que con una graciable tarjeta de plástico te iba dando el dinero en metálico y luego te permitía consultar los movimientos de la cuenta. El paso del tiempo ha permitido dar un paso más, y eso de la banca on-line nos hizo que perdiéramos totalmente el contacto con personas de la entidad de confianza. era digital3Las tarjetas las facilitan desactivadas por razones de seguridad, pero curiosamente se permite activarlas por varios mecanismos, uno de los cuales es por medio de una llamada telefónica que, temes hacerla por aquello de que, también por razones de seguridad, algunas entidades bancarias te hacen tal chequeo que puede ser probable que concluye con el lamentable dictamen de que “algunos de los datos facilitados no coincidían con la base de datos”. No cuento chismes, sino realidades como puños que he vivido con el desazón de la desesperación. El caso es que, como digo, ese empleado que te hacía la vida plácida ha dejado de existir y, si después de años acudes a la oficina bancaria de toda la vida, puedes advertir que no conoces ni el mobiliario. Si dices, “perdone quería sacar dinero de mi cuenta”, recibes el lacónico mensaje de que utilices el cajero automático.

        Eso sí, de vez en cuando una llamada te sobresalta la plácida cabezada de después del almuerzo -siesta en mi tierra- que, con voz de la lejanía, pretende comerte el coco con los nuevos productos que salen y que colmarán de satisfacción si autorizas su emisión. La operación se simplifica al máximo pues todo es favorecer al cliente.

           Ahora ocurre que, después de haber pasado de la tienda de confianza y del sastre de toda la vida a las grandes superficies comerciales, te has hecho al nuevo sistema por aquello de que en estos establecimientos abunda lo que se te ofrece e incluso han dejado de darte la lata los comisionados empleados que para vender te perseguían y acosaban de la manera que fuera. Parece que ya, o no hay comisiones, o los empleados dicen que hay que vivir la vida más cómodamente y si alguien precisa ayuda que le busque para, con la tranquilidad debida, pueda atender tus peticiones en la medida que se pueda. Ya está bien de explotaciones laborales. Y si la talla no está en las estanterías y percheros expuestos al público, va a resultar muy engorroso tener que consultar la pantalla para ver las existencias que se disponen o si en una tienda cercana, de la misma firma, tiene lo pedido. El caso es que, sea como fuere, empieza a decaer un tanto el servicio que se presta y, como además la temporalidad o la movilidad preside la organización de la empresa, quien me atendió ayer no está hoy, y si vuelvo mañana veré otra cara. El caso es que empieza a resultar un tanto engorroso eso de ir a comprar a un centro comercial.

         Con este panorama, no es de extrañar que en los sitios afamados, cuando el producto que buscas no esté disponible, te recomienden que acudas a la página de la firma que tiene venta on-line. De momento sorprende escuchar esto e incluso te resistes a este paso por aquello de que no confías en dar los datos de tarjeta o porque no crees que el servicio sea tan espectacular como lo anuncian.

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          Pero al final picas. Pruebas una vez y tras ver un extenso catálogo e introducir el producto deseado, con pocas incomodidades, compruebas que en un día o dos recibes perfectamente lo solicitado. Y, además, sin habérselo probado nadie. La devolución, si resultara conveniente, te la facilitan hasta la saciedad. Te gusta tanto el sistema que te conviertes en un defensor del comercio electrónico, también conocido como e-commerce, concebido pues como el mecanismo diseñado para la compra y venta de productos o de servicios a través de medios electrónicos, tales como internet.

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        Hoy en día, cualquier firma que se precie no duda en mantener vivo este mecanismo porque su expansión es tal que, conforme a estudios realizados al efecto, tal pudiera ser el que recoge el portal de estadísticas de mercado Statista EcommerceDB, se prevé un ritmo de crecimiento de un 7% anual, de modo que si en 2017 se sitúa en el 59,9% de los españoles que realizarán compras a través de este medio, la previsión alcanzará al 73% en el año 2021. Los sectores que más se demandan son la moda, viajes y la tecnología.

     Aparte de las ventajas ostensibles de no tener que desplazarse a los sitios para adquirir lo que ya tenemos claro, se detecta que el principal motivo que lleva al cliente a comprar por internet es el precio, al encontrarse ofertas más atractivas en los sectores mencionados que en los mismos establecimientos pero de manera física. Además, constituye una respuesta rápida a las necesidades.

          Sigamos con las estadísticas: Sobre un volumen total de mercado de 11.640 millones de euros en 2016, Amazon fue el portal con mayor facturación, alcanzando los 871 millones de euros. Le siguen El Corte Inglés, con 651 millones de euros, ZARA, con 371 millones de euros, PC Componentes, con 271 millones de euros y Vente-Privee con 176 millones de euros. Datos que son solo de España. Podemos imaginar lo que se mueve a nivel europeo o mundial.

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          Con todo, la comodidad no me priva de añorar las vivencias de un pasado que, cada vez, y a marcha forzada, se aleja para transformar un mundo que cabalga no sé si por el camino adecuado. Unos datos de lo que viene pasando alrededor nos puede poner en alerta: en un estudio ultimado en Reino Unido se presagia el cierre inmediato de cinco mil tiendas físicas debido al espectacular crecimiento y auge del comercio electrónico, con una pérdida de aproximadamente unos cincuenta mil puestos de trabajo. Una tragedia que seguirá la expansión que lleve el virus de la electrónica.

        Además, lo impersonal lleva a que mirando la pantalla nos convirtamos cada vez más autistas. Es el precio del progreso y la apertura y expansión hacia nuevos mercados. Pronto, el móvil sustituirá definitivamente al plástico. Olvidemos a ese preciado dependiente que se esmeraba por conseguir lo que buscabas, y que algunos tuvimos la fortuna de conocer.

 

2 comentarios en “La era electrónica y su peaje

  1. Así es. Reconozco que compro on-line casi todo desde hace décadas. A veces parece que el mundo va más rápido que nosotros y nos olvidamos que somos nosotros los que movemos el mundo. Hay que aceptar la evolución, de la cuál formamos parte. Antes el humano era nómada y ahora ha pasado a ser sedentario… y de que manera. Tenemos que aprender y estudiar cosas nuevas para no quedarnos obsoletos, tenemos que ir al mismo ritmo que el mundo que hemos creado. Saludos 😉

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