El ciclismo y la carretera

          Los que tenemos afición a la bicicleta estamos expectantes a las noticias que puedan surgir respecto a la práctica que se desenvuelve con este grandioso invento. En especial, nos conmueve cualquier incidente que pueda ocurrir en las carreteras cuando la práctica de este deporte se cobra desgracias personales. Qué decir si hemos experimentado sensaciones de este tipo al ver cómo un vehículo se nos echaba encima o simplemente circulaba como si no estuviéramos en ese recorrido. Al final, todas las precauciones son pocas y el riesgo está más que presente en esa ilusionada escapada.

          Pues bien, hace pocos días me sorprendía la noticia que mostraba cómo la Guardia Civil de Tráfico española había multado a un ciclista gallego cuando circulaba en su bicicleta de carretera porque su luz trasera “no cumplía con las exigencias especificadas”. ciclista2Se consideraba infracción la luz intermitente que ese intrépido ciclista lucía en la trasera de su vehículo de dos ruedas. La ley, según entendía el agente de tráfico, es rigurosa e inflexible y manda que los dispositivos de iluminación tienen que ser fijos, no destellantes. Esa infracción conlleva una sanción de 200 euros.

 

         Confieso, al igual que muchos ciclistas, que no conocía esa determinante norma pues, a la postre, cuando uno adquiere ciertos dispositivos en centros comerciales autorizados piensa que cumplen por sí mismos las exigencias legales y se encuentran homologados para que puedan publicitarse y venderse. Máxime si una lógica advierte que la intermitente luz en una bicicleta reduce los riesgos por advertir con mayor énfasis la presencia de un vehículo menor. Pero claro, esto es mera lógica.

 

       La polémica ha estado servida y en todos los medios se han hecho eco de esta disparatada situación. Tan es así que la Dirección General de Tráfico, a través de twitter hizo público un comunicado donde se mostraba sensible a este hecho y anunciaba el compromiso de dar una respuesta adecuada en breve tiempo, para favorecer la seguridad de los ciclistas, a los que considera un colectivo vulnerable en la circulación. Buen planteamiento de entrada.

         El compromiso se cumple y en fecha 6 de marzo se hace pública una instrucción (18/S-146), por la que tras volver a insistir en que el ciclista está considerado como usuario vulnerable de la vía y, por ello, merecedor de mayor protección, se hace un repaso del Reglamento General de Vehículos (Real Decreto 2822/1998, de 23 d diciembre), y de la disposición por la que se establecen los requisitos para la comercialización y puesta en servicio de las bicicletas y otros ciclos y sus partes y piezas (Real Decreto 339/2014, de 9 de mayo).

       Por lo que respecta al primero, aclara que del tenor contenido en la misma no se establece para las bicicletas, de manera expresa, la obligatoriedad de que las luces sean de tipo fijo, como sí se establece en cambio para los vehículos de motor. Parece que la lógica adquiere carta de naturaleza.

      Y por lo que atañe a la segunda disposición, únicamente se indica el rango de intensidad luminosa de los faros de bicicletas. Seguimos por el buen camino.

         En consecuencia, se concluye indicando que las “luces parpadeantes” para bicicletas “no pueden ser objeto de denuncia por infracción a la normativa de tráfico y seguridad vial siempre que no produzcan deslumbramiento al resto de los usuarios de la vía”, circunstancia que hay que tener en cuenta conforme a la normativa técnica aludida del rango de intensidad luminosa permitida.

ciclista4

       En definitiva, una buena noticia para que tengamos claro el uso que podamos hacer de esta parpadeante llamada a terceros de que un ciclista circula en el trayecto. La lógica ha imperado y, afortunadamente, no ha podido utilizarse una interpretación normativa que favoreciera a ese agente y su contumaz carácter punitivo. A veces, no está de más considerar que las normas se dictan conforme al espíritu que está detrás de las letras y, por ello mismo, conviene pararse a pensar antes del dictado autoritario. Porque, además, toda ayuda al ciclista es poca.

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