Escudos y esgrafiados en la ciudad de Badajoz (y III)

      Volvemos a la plaza de España para acercarnos al edificio que alberga el Ayuntamiento, de gusto clasicista y líneas sencillas, dividido en tres cuerpos, siendo el central más ancho y rematándose los laterales por espadañas coronadas por pináculos. Actualmente está pintado en colores amarillo y blanco. Sobre el segundo cuerpo se encuentra otro que acoge el reloj colocado en 1889 y cuatro escudos con las armas de la ciudad, dos de ellos consistentes en curiosos cuerpos de la abundancia y otros dos referidos al emblema de Badajoz, con un león que mira a su derecha (izquierda del observador).

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        Por la calle de la Soledad bajamos a la plaza del mismo nombre. En el trayecto nos encontramos que le atraviesa perpendicularmente la calle Felipe Checa. Reparamos en este trayecto para ver, por un lado, la casona que fuera  sede de las Antiguas Carnicerías Reales en el año 1767. Exteriormente se conserva la bella portada con sillares de granito almohadillado. Arriba el escudo de Badajoz y la fecha de 1768 en que se finalizó la obra.

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        Al final de la calle, dirección a la Avenida de Juan Carlos I, está la entrada principal a la Diputación Provincial de Badajoz. En 1892, con ocasión de celebrarse en la sede de la Diputación la Exposición Regional Extremeña que conmemoraba el IV Centenario del Descubrimiento de América, se realizaron obras en la fachada, culminando en su altura con el escudo del león contornado, mirando hacia la izquierda (derecha del observador).

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        Centrando nuevamente el recorrido para llegar a la plaza de la Soledad, proseguimos hasta encontrarnos con el Real Monasterio de Santa Ana (título otorgado por Carlos III en 1771), de las clarisas descalzas, fundado en 1518, en la doble extensión que tiene por las calles Duque de San Germán y de Santa Ana. En la primera, el pórtico de cantería adintelada es rematada con pinjantes y volutas decorativas que enmarcan el escudo franciscano que contiene la siguiente leyenda: “ARMAS MILITIA NOSTRAE ANNO DE 1724”. La portada de acceso a la iglesia se abre en la calle Santa Ana, construida en mármol portugués, y formada por un vano adintelado con una hornacina que contiene una imagen moderna de Santa Ana y, sobre ella, el escudo real de los Borbones y Austrias labrado en el siglo XVIII.

       Igualmente la calle Duque de San Germán nos brinda un nuevo escudo en la fachada del edificio situado en el número 12. Se trata del escudo de armas de Francisco Sánchez Suero Lobato.

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        En la cercana plaza de San Agustín se encuentra la iglesia del mismo nombre. En la fachada destaca la portada de mármol blanco construida en el siglo XVII y de estilo clasicista. Presenta columnas estriadas sobre podium y está rematada por una estatua de San Agustín, pudiéndose observar a los lados de la parte superior los escudos de la ciudad de Badajoz y el del Obispo agustino Fray Agustín Antolinez. Durante los trabajos llevados a cabo en la última restauración, en 2017, ha aparecido una estela funeraria del medievo en la esquina, junto a la puerta principal.

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        En dirección a la calle Francisco Pizarro nos adentramos por la calle Muñoz Torrero para ver la hermosa fachada de la Casa-palacio Benazuza, originaria del siglo XVI o XVII, que conforma un edificio representativo de las mansiones señoriales del pasado, de dos plantas rematado por una cornisa y que se extiende, en sus traseras, a la calle De Gabriel. Presenta unas pinturas en su fachada que se cree son de forma similar a las que tuvo originariamente.  Advertimos un escudo de armas nobiliario de la familia, que corresponde a Manuel Pérez Laguna, el que fuera alcalde de Badajoz a finales del siglo XVII.

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         Siguiendo por la calle Menacho nos encontramos con el Convento de Nuestra Señora de la Merced, de las clarisas descalzas, erigido en 1674 al trasladarse aquí la comunidad desde la plaza de Minayo. Exteriormente, el edificio es de construcción sencilla, sostenido por contrafuertes, rematado con adornos de triglifos y metopas y con una torre-campanario a los pies. Destaca la portada clasicista de cantería labrada, que presenta columnas sobre podium rematado por pináculos y frontón triangular con los escudos de la orden franciscana.

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       En el número 17 de la calle Menacho, en lo que actualmente representa uno de los puntos álgidos comerciales del centro de la ciudad, se encuentra otro edificio que luce un escudo que pasa un tanto inadvertido para los viandantes. Se trata del escudo de los Martín de Saavedra.

          En la cercana iglesia de Santo Domingo, que se divisa ya en la confluencia de la calle Menacho con la calle Guardia Civil, y que recorremos hasta llegar a la misma, encontramos nuevos elementos para nuestro estudio. Sobre la portada de la iglesia, de granito y mármol, arco de medio punto y columnas laterales, se encuentra una hornacina con la imagen de Santo Domingo; y a sus lados dos escudos con los «Domini Canis» o «Perros del Señor», representativos de la orden dominica. Y en los estribos los de los fundadores, el sol de los Solís y las hojas de higuera de los Silva Figueroa.

        Alcanzamos el próximo objetivo, atravesando el paseo de San Francisco para llegar a la plaza de Minayo. Seguimos buscando elementos que sirvan a nuestro propósito y aquí lo encontramos. En el edificio erigido en 1774 como hospicio por el obispo Pérez Minayo, posteriormente Hospital Provincial San Sebastián durante más de un siglo, y que ahora mismo se encuentra pendiente de encontrarle alguna funcionalidad, hay un bella puerta de entrada que está presidida por la Virgen y un escudo sobre los que no existe coincidencia en los historiadores; unos lo vinculan al rey Fernando VI, por ser el que mandara erigir el Hospicio que existiera en su momento inicial, pero otros, con cierta profusión en cuanto las fechas, se dice que corresponde a Carlos III por edificarse en período de este y encontrarse fallecido el primero. En la actualidad no conserva la corona que tenía inicialmente y que se encuentra conservada en el Museo Arqueológico Provincial.

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      Bajo la cornisa de la fachada podía verse en su momento inicial el escudo de armas del Obispo Pérez de Minayo y Zumela (desde 1755 hasta su muerte en 1779), y que se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Provincial, aunque sin la mitra episcopal que lo timbraba. Este escudo se desmontó con la República de 1931.

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          El cuerpo inferior de acceso al edificio se hace por un arco escarzano o corvado, reforzado con un dintel.

        Nos acercamos a otra de las puertas que fueron en su momento de entrada a la ciudad abaluartada, la puerta del Pilar, que se sitúa en la ronda que nomina, a la izquierda de la plaza Dragones de Hernán Cortés. Fue erigida en 1692, en sustitución de otra llamada de Santa Marina. La fachada exterior es de mármol portugués, y sobre el arco de acceso se levanta un frontispicio con dos escudos labrados: el del Conde de Montijo, que la erigió, y el escudo real de los Austrias, rematando en un frontón triangular.

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        Un trayecto largo por la ronda del Pilar y la avenida Ramón y Cajal nos lleva a otra emblemática puerta, la de Palmas, sin duda uno de los monumentos más conocido y representativo de Badajoz.  Se trata de una de las antiguas puertas de la fortificación, dispuesta en el siglo XV frente al puente viejo como entrada monumental a la ciudad. La componen dos torreones almenados de mampostería recubiertos por un característico almohadillado, ceñidos arriba y abajo por un vistoso cordón manuelino de granito, recuerdo de los alarifes portugueses que la construyeron. La fachada exterior se abre un arco de paso de medio punto. Sobre la clave del arco inferior el escudo de Carlos V y en las enjutas del superior dos medallones con los bustos, uno masculino y otro femenino, de figuras históricas y alegóricas identificadas por distintos autores con: Carlos V, Felipe II, la Fama, la reina Juana… En los extremos de este arco escudos con león rampante coronado que, probablemente, correspondan a los de la ciudad.

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    Cercana está la calle Santa Lucía, en la que hoy se advierte una casa de propiedad privada que incorpora en su fachada una placa en mármol en la que reza que allí naciera Manuel Godoy, el Príncipe de la Paz, acompañada de un escudo familiar , con unas cadenas colocadas en otra parte de la fachada que otorgaran los reyes de España, Carlos IV y María Luisa, a la familia Godoy en señal de su unión con ellos y de lo complacido que estuvieron por la hospitalidad y decoro con que se les había tratado en la estancia que mantuvieron aquí.

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       Concluimos aquí este bello paseo por la ciudad para recopilar los escudos y esgrafiados que engalanan edificios históricos. En mi último recorrido por la Avenida de Huelva encuentro otros escudos más recientes, sin mayores referencias que las propias de ser uno de ellos el nacional español (situado en el pórtico de entrada al Instituto «Zurbarán») y, el otro, una nueva representación del escudo de la ciudad.

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