La era de la polimatía

La vida experimenta continuos cambios y las exigencias que los humanos nos imponemos van mutando para adaptarse a los nuevos tiempos. El caso es que si hasta el momento la tendencia general en el mundo laboral era buscar a aquellos que tuvieran un perfil apropiado a la especialización de que se tratara, en la actualidad prolifera otra exigencia mayor, intentándose encontrar a personas que sean capaces de relacionar conocimientos distintos o de crear nuevas ideas a partir de los ya adquiridos.

Es lo que viene a denominarse como polimatía, palabra que puede resultar novedosa a nuestros oídos pero que se encuentra reconocida desde hace tiempo en el diccionario de la Real Academia Española, definida como «sabiduría que abarca conocimientos diversos», esto es, aquella que concurre en la persona que no restringe su experiencia a una determinada área sino que la amplia a diferentes disciplinas que, generalmente, son las artes y las ciencias.

Así, el posible inconveniente que supone la especialización por aquello de que la persona ve limitada su capacidad de expansión intelectual, se ve contrarrestado por la aportación complementaria que suponga tener un amplio conocimiento en distintas ramas del saber, en cultura general. Una exigencia que contraviene ese dicho popular de que «quien mucho abarca poco aprieta» o «aprendiz de todo, maestro de nada», porque en realidad no se trata de otra cosa que complementarse para aumentar la creatividad y polivalencia de las personas, superando las dificultades que pueda encontrar quien carezca de capacidad de innovación y de adaptación. Salir de la cuadratura que convierta al sujeto en una mera máquina que puede superarse robóticamente para convertirlo en algo más difícil de suplir. En esto, pues, debemos felicitarnos por creer en la persona y su capacidad de raciocinio.

Realmente está haciéndose un giro que lleve a la búsqueda de talentos como los que brillaron en el Renacimiento, aunque no han faltado ejemplos significativos en todos los tiempos. Si se alude con una referencia generalizada al término «hombre del Renacimiento» lo es por la popularización que se hizo en el siglo pasado, pero que es aplicada en general a pensadores independientemente del momento en el que vivieron, antes o después del Renacimiento.

Poner acento en los casos dados constituye una fuente apropiada para saber de lo que se está hablando, y así los estudiosos del tema y las investigaciones producidas no dejan de hacer referencia a personajes sobradamente conocidos, como fueron Leonardo da Vinci (arquetipo de polímata), Miguel Ángel, Aristóteles, Thomas Jefferson, o los españoles José Echegaray, Gregorio Marañón y Santiago Ramón y Cajal, como meros ejemplos de todo un colectivo de humanos que consiguieron aunar conocimientos aun cuando fueran reconocidos como especialistas en un determinado campo. En la actualidad no faltan casos de polímatas; tanto Silicon Valley como Steve Jobs y Elon Musk son personas que mantienen el reconocimiento por su olfato para los negocios basado en la tecnología, la ciencia y el diseño.  La diversidad de todos estos personajes es una de las causas de su grandeza creadora e innovadora.

No es la primera vez que he mostrado mi particular punto de vista sobre el craso error que podía cometerse en un sistema educativo donde las humanidades quedaran apartadas para seguir manteniendo obsoletas visiones de centrarse en lo técnico, obviando que el complemento formativo es la savia que hará crecer el árbol de lo productivo. Me alegra, pues, que la orientación que prima en este siglo XXI sea aquella que va hacia la acumulación de conocimientos como tendencia para saber combinarlos y aplicarlos. El modelo renacentista como portador de talentos en cualquier época.

En un informe que presentaran en su momento Deusto Business Scholl y la compañía de innovación 3M, se matizaba en torno a la polimatía como «la capacidad de alcanzar la excelencia en dos o más áreas pertenecientes a expresiones diferentes del genio humano con una combinación de estructuras que pueden proceder de campos tan diversos como las artes, las ciencias, los negocios, el deporte, la tecnología o las humanidades».

En suma, no está de más que sepamos hacia dónde se dirige el mundo laboral, y que lo hagamos no con la idea de que estemos propiciando un imposible al buscar personas con dotes intelectuales que superen lo común, por aquello de los significativos y relevantes ingenios mostrados como ejemplos de personas dotadas de esa faceta de la polimatía, sino como expresión de una tendencia que mantenga viva la llama de la creatividad, realzando las posibilidades de polivalencia, para que el período de formación y aprendizaje no quede mutilado por olvidar conocerse otras cosas. Tomemos buena nota de ello.

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