Un año más llegamos a la celebración del Carnaval, período que unos aprovechan para disfrazarse de algún personaje añorado; otros cantan con libertad absoluta de expresión, y unos terceros huyen del bullicio para refugiarse en casas rurales o poblaciones con menor ajetreo. Pero todos, de un modo u otro, disfrutan de una festividad que tiene su propia historia.
La celebración del carnaval tiene sus orígenes en antiguas fiestas en honor al invierno, que celebraban tanto romanos como griegos. Pero con mayor profusión dicen algunos historiadores que los orígenes se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de cinco mil años, con celebraciones muy parecidas en la época del Imperio romano, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a partir del siglo XV. No obstante, la fiesta del carnaval tal y como la conocemos hoy en día solo comenzó a existir con total seguridad a partir del siglo XII, fecha en la cual se tienen pruebas escritas de su existencia. Mas lo curioso es que, aunque la Iglesia no la admite como celebración de tono religioso, por ese origen pagano que sin lugar cabe atribuirle, está asociado con los países de tradición católica, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.
Hay varias explicaciones sobre el significado etimológico de la palabra carnaval, desde el abandono de la ingesta de carne, hasta las fiestas en honor a dioses indoeuropeos. Precisamente por lo primero es esa relación con lo católico, de modo que el carnaval se convierte en una celebración que tiene lugar inmediatamente antes del inicio de la cuaresma cristiana, que se inicia a su vez con el miércoles de ceniza, que tiene fecha variable (entre febrero y marzo según el año). Podría decirse que las fiestas de carnaval se convierten en el “último desmadre” antes de los cuarenta días de cuaresma; durante estos días y hasta la llegada del domingo de Ramos, no se podría comer carne.
En lo lúdico, el carnaval se convierte en un festival lleno de color y disfraces donde cada persona puede encarnar el más variopinto personaje. Se combina, por lo demás, con destiles y fiestas en la calle, con la característica común de ser un período de permisividad y cierto descontrol.
Las fiestas de Carnaval se celebran en toda la península, y en Badajoz, en concreto, sus antecedentes más relevantes se encuentran en los siglos XIX y XX, como una fiesta popular que consistía en bailes de máscaras de las distintas sociedades de la época, como el Casino de Badajoz, el Liceo de Artesanos, el Círculo Obrero, y también en lugares públicos como el López de Ayala o el Paseo de San Francisco. Con la llegada de la guerra civil en 1936 y la posterior prohibición de estas fiestas carnavalescas por el General Franco, desaparecieron de la escena pública el disfraz y la crítica en la ciudad pacense.
La nueva situación democrática de España propició que volviera el Carnaval a la península, y en Badajoz hay que señalar el año 1980 como el momento en que resurge con la organización por el Ayuntamiento de distintos concursos y desfiles. Se produce una multitudinaria participación popular, con miles de personas disfrutando de la celebración.
Con mayor relevancia organizativa y como verdadero impulso de los carnavales, se propició el anuncio para su celebración el 28 de febrero y 1 de marzo de 1981, pero el suceso golpista acaecido el 23-F obligó a posponerlo para una semana después, de modo que en las fechas de 7 y 8 de marzo todo el pueblo de Badajoz salió a la calle vestido de cualquier cosa. Gobernaba en el consistorio pacense Luis Movilla Montero, y realmente la participación fue masiva. Aunque algunos éramos un tanto escépticos a estas movidas y nos resultaba difícil asumir un disfraz, la verdad es que casi toda la población pacense se involucraba. Fue todo un éxito y se sentaron las bases para las fiestas de años venideros, convirtiéndose en una seña de identidad de la ciudad y de toda Extremadura, hasta el punto de que el Ayuntamiento y la Junta de Extremadura inauguraron el 14 de febrero de 2007 el “Museo del Carnaval de Badajoz”. Además de ser declarado en el año 2011 de Interés Turístico Nacional.