Aunque no se puede concretar el momento estelar en que la floración del cerezo produce una explosión de color y belleza en el Valle del Jerte, pues depende muy mucho de las condiciones climatológicas, lo cierto y verdad es que la primavera es recibida en este entorno engalanada con una vestimenta de blanco. El despertar del Valle lleva a una masiva floración que dura aproximadamente dos semanas, y que se convierte en un espectáculo especial. Esas esqueléticas ramas desnudas que se divisan en el invierno se cubren con pequeñas y tiernas florecillas blancas que, por su escandaloso número, ofrecen un espectáculo visual sin par, y que los ojos humanos no pueden perderse.
La Fiesta del Cerezo en Flor, como celebración popular que trata de reflejar la vida de toda una comarca, está considerada de Interés Turístico Nacional. De ahí que en torno a ella se celebren innumerables actividades que complementan el atractivo singular que representa la floración. Exposiciones, muestras de artesanía popular en mercadillos, actuaciones musicales y todo de tipo de manifestaciones de la cultura de esta zona y de Extremadura en general, se brindan al visitante para que puedan advertir que los jerteños se han volcado por dar lo mejor que tienen. El senderismo, las marchas ciclistas, o el mero pasear por este valle y sus localidades son posibilidades ciertas para saborear la naturaleza, que aquí muestra su cara más espléndida.
Mi admiración no encuentra palabras suficientes para evocar este espectáculo, que pude saborear de la mano de dos grandes amigos, magníficos anfitriones que supieron darme todo tipo de detalle de la fiesta y de los lugares sin igual que existen en este entorno. El despertar de la vida, el deshielo de las cumbres, el sonido del agua de gargantas, cascadas y torrenteras, los colores cambiantes del paisaje, los sabores de nuestra gastronomía o las tradiciones ancestrales de estos pueblos son ingredientes más que suficientes como para no olvidarlo nunca jamás. Como tampoco a estos grandes amigos, Carmen y Luis, que se fueron de la vida como la lluvia de pétalos que en la plenitud de la primavera marcarán el adiós de la comarca al velo blanco del valle.