Badajoz y su Alcazaba (II)

3. Tramo de la Puerta de Carros hasta el Portillo de la Torre de las Siete Ventanas (3).

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             Seguimos un nuevo tramo, con vistas espectaculares hacia todo el recorrido que sigue el río Guadiana especialmente en esta parte ancha que discurre en las cercanías a la Alcazaba, y los cuatro puentes que hoy  lo cruzan en la ciudad. Y en el horizonte la blancura de la vecina localidad portuguesa de Elvas, por donde parece perderse el sol cuando culmina el día ofreciendo un extraordinario espectáculo en el que no puede apreciarse que exista un mejor lugar para divisarlo que desde esta zona del recinto amurallado. Veremos asimismo varias torres que, en este caso, ya no son albarranas. La barbacana se mantiene hasta la denominada como Puerta de la Traición o de la Coracha. Y el almenado ya aparece en buena parte del recorrido, en un caso con la estructura sencilla de tipo cuadrado y, en otros concluyendo con la parte superior de tipo piramidal.

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 Vista desde el tramo del adarve que sigue a la Puerta de Carros

            Llegamos a la denominada como Torre de la Horca o de los Ahorcados (3.1), de planta cuadrada y gran monumentalidad, robustez y austeridad, característica de la época almohade en la que fue construida y de donde solo las hiladas de ladrillo y las almenas piramidales situadas en la parte superior de esta fortificación le dan algo de ornamento. Consta de dos cuerpos, uno macizo adosado a la muralla y otro hueco, con aspilleras. A la sala de este segundo cuerpo se accede mediante una puerta que lo comunica con el adarve de la muralla. El techo de esta sala es abovedado con nervaduras de ladrillo.

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Torre de la Horca

       Esta torre sirvió en el pasado como almacén de pólvora y, junto con la Torre de las Siete Ventanas, como lugar de ejecuciones. A partir del siglo XVII se utilizó su habitáculo como parte del cuerpo de guardia que servía para el control del acceso a la Alcazaba y para la vigilancia de la cercana Batería del Rosario. Posteriormente, tras el abandono militar del castillo, fue ocupada como vivienda hasta finales de los años 60 del siglo XX.

             En este tramo entre la Puerta de Carros y la Torre del Ahorcado se descubrió, en la rehabilitación que se hizo, la existencia de una escalera que estaba semienterrada, construida en tapial y con más de 30 peldaños. Debido a su peligrosidad no es accesible.

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    Escalera en la Torre de la Horca

          Desde esta posición comprobamos la existencia de nuevas ruinas en el interior de la Alcazaba, y que son restos de las antiguas Iglesia de la Consolación y de la Ermita del Rosario (3.3).

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              Sobre la Iglesia de la Consolación, que contaba con hospedería, se desconoce la fecha exacta de su construcción (ya aparece citada a principios del siglo XVII), aunque se cree que se levantó sobre otra construcción que existía con anterioridad. La torre no se conserva. Y su entrada al recinto se hacía por un arco ojival de ladrillo, y en concreto a la iglesia se realizaba mediante un arco de ladrillo, de estilo mudéjar, rematado con alfiz, que actualmente está tapiada. La iglesia cuenta además con ventanas, también de estilo mudéjar, en ladrillo y con alfiz, que puede apreciarse en las deterioradas ruinas existentes.

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              En lo poco que se advierte del interior pueden apreciarse numerosas pinturas y ornamentaciones. Hacia 1821, tras la Guerra de la Independencia que arruinó casi completamente la iglesia, se utilizó como cementerio, entre cuyas entierros se encuentra personajes famosos de la ciudad como el Capitán General Arco Agüero. Estuvo en uso hasta la apertura del cementerio de San Juan a mediados del siglo XIX.

           En mi juventud pude ver cómo se entraba impunemente en todas estas dependencias, sirviendo de juego cuanto allí existía, con un vandalismo y abandono que provocaba que todas las tumbas fueran profanadas y se encuentren casi destruidas.

            La Ermita del Rosario es originaria del siglo XV, y durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) fue utilizada como polvorín, quedando casi destruida. Sólo se conserva parte de la nave, el ábside, algunas salas y un pozo, y se sabe que estaba englobada en un recinto con hospedería y casa para el ermitaño. Se encuentra en un estado de deterioro casi total, y solo el tapiado de la parte delantera ha evitado el expolio y el vandalismo que se mantenía en el interior.

             Y junto a esta Ermita y a la Iglesia, encontramos un torreón (3.2) que se desconoce la fecha de construcción y la función que pudiera tener. Incluso se llega a decir que en su origen podría haber sido una de las torres de la antigua muralla. Sea como fuere, en lo que ahora podemos divisar aparece, en uno de sus laterales, una especie de altar, mientras que en otro se aprecian restos de pinturas u ornamentaciones.

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             Es de esperar que próximas intervenciones de mejora de la Alcazaba contemplen restaurar estas dependencias que, a buen seguro, reportarán un beneficio ostensible a este bello entorno badajocense.

             Volvemos al adarve en el que transitamos y, en la parte exterior, en el arrabal de bajada desde la Puerta de Carros se sitúa una bella zona ajardinada que tiene una escultura de Ibn Marwan (3.4). La estatua en bronce fue erigida en el año 2003, es una obra del artista Estanislao García Olivares, y representa al fundador de Badajoz mirando al Guadiana y saludando a los que suben a la Alcazaba. En el pedestal se puede leer, en español y árabe, lo siguiente: “Ibn Marwan, Fundador de Badajoz. Año 875-261 H. Escultor, Estanislao García, 2003”.

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   Escultura de Ibw-Marwan en la zona ajardinada de la ladera de la muralla

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   Adarve desde la Torre de la Horca en dirección a la Torre del Pendón

      En la zona noroccidental, en el lugar donde la muralla de la Alcazaba se une con la muralla abaluartada, ya próxima al río, junto a la carretera de circunvalación, se encuentra la siguiente torre que admiramos: la Torre del Pendón (3.5), un nombre que al parecer proviene de la existencia de algún estandarte o pendón que existiera en lo alto de la misma.

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     Torre del Pendón (vista desde el exterior de la muralla)

            A partir del siglo XVI la aparición de la artillería originó cambios drásticos en las tácticas militares, tanto ofensivas como defensivas. El enemigo podía batir fácilmente las murallas desde una mayor distancia, por lo que era vital mantenerlo alejado. Así, en la Alcazaba se instalaron varias baterías artilleras, que cubrían la ciudad desde su punto más elevado. La Batería del Rosario o del Pendón tenía como misión principal la defensa del tramo entre la cabeza del puente de Palmas y el fuerte de San Cristóbal. Y para apuntar el enclave, la muralla almohade fue rellenada de tierra por el interior en todo su perímetro, a fin de que resistiera los impactos de la artillería. En los lugares donde se ubicaron las baterías fue necesaria la colmatación y terraplenado de esta zona para poder ubicar los pesados cañones.

           Para la construcción de la Batería del Rosario fue necesario derribar la parte superior de la torre del Pendón y alguno de los merlones de las almenas adyacentes para instalar las piezas de artillería. Resultó muy dañada durante la Guerra de la Independencia, y hasta hace pocas décadas estuvo en estado de práctica ruina.

               En dirección abajo, tras concluir la zona ajardinada, se encuentra la Puerta de Pajaritos, que se abría originalmente en la muralla medieval de la ciudad, justo en el arranque del cerro de la Muela, con una configuración de puerta-torre de acceso directo, como la próxima de Pelambres. La torre servía para alojar el cuerpo de guardia y en su planta superior estaba la Ermita de Pajaritos. En su interior se situaba una talla policromada del siglo XVI de Nuestra Señora de la Paz, que actualmente se conserva en la Iglesia de Santa María la Real. Esta puerta recibió en ocasiones también el nombre de puerta del Río, por ser uno de los lugares de acceso para el abastecimiento de agua. A partir de mediados del siglo XVIII fue perdiendo importancia, hasta que tras la construcción de la vecina puerta Nueva, en 1765, se cerró este acceso con una verja para que sirviera de desaguadero y posteriormente se cegó.

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       Puerta de Pajaritos

             Desde la Torre del Pendón vuelve a arrancar nuevamente otra parte de la barbacana de la Alcazaba, en dirección a la siguiente puerta. Pasamos así a reconocer la zona de las corachas, que constituyen muros protectores que, partiendo de la muralla, permitían acceder al agua del río Guadiana de forma segura en caso de asedio o peligro. En la Alcazaba se dice que contaba con dos corachas almohades y una tercera que fue construida durante la Guerra de Restauración. Y poco queda de ellas en la actualidad ya que fueron mutiladas y sus puertas derribadas, todo ello para la construcción de la carretera de circunvalación, para cuya obra se utilizaron sus restos como grava para la base del firme. Así ocurrían las cosas en tiempos donde el patrimonio no era observado con la misma intensidad protectora que ahora mismo le damos, afortunadamente.

           La coracha occidental que conservamos en la actualidad es obra del siglo XVII realizada sobre una coracha anterior. Ésta parte de una torre adosada contigua a la Puerta de la Coracha, la Torre de la Coracha (3.6). En la rehabilitación que se hizo recientemente apareció en la torre la puerta o portillo que permitía salir a la coracha y llegar a la torre que se situaría en la orilla del río. Asimismo se conservan los escalones que conducen a la puerta donde se pueden apreciar las huellas de los pies de los constructores.

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 Torre de la Coracha

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Esquema gráfico de la torre y la puerta de la Coracha en el entorno de la Alcazaba

             Poco o nada queda, aparte de mera información de las otras corachas que existieron. La coracha oriental almohade formaba un recinto en forma de embudo al que se accedía mediante el postigo de la Torre de las Siete Ventanas, la cual sufrió modificaciones en siglos posteriores.; sólo se conserva la parte inicial de la misma. En cuanto a la coracha occidental almohade, desaparecida, partía de la Torre del Pendón y discurría entre la Alcazaba y el río, paralela a ambos.

              En este sector noroeste de la Alcazaba, justo al lado de la Torre de la Coracha se encuentra la Puerta de la Coracha (3.6). Según diversos historiadores la puerta fue construida durante el reinado aftasí en Badajoz, que se extendió entre los años 1031 a 1094, tras la caída del Califato de Córdoba, siendo la más antigua de las cuatro que tiene la Alcazaba árabe. Pero también existe otra tesis que le da un origen almohade. Por medio de un camino en suave bajada que aún se conserva se llegaba a las inmediaciones del arroyo Rivillas.

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 Aspecto exterior e interior de la Puerta de la Coracha

            La puerta es de acceso directo y está construida con sillares. Su arco es de herradura y de proporciones modestas con dovelas de granito y ladrillo alternadas. Dispone también de un alfiz decorativo que lo enmarca, construido mediante un rebaje del muro, siendo toda ella de estilo califal. Con posterioridad se rebajaron las dimensiones del arco árabe mediante la construcción de otro arco más pequeño de estilo carpanel realizado con piedras de granito.

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            Tradicionalmente se la conoce también como Puerta de la Traición, que se debe, según cronistas de la época, a la traición que perpetró en el año 1169 el rey portugués Alonso Enriquez, que entró por esta puerta al mando de sus tropas violando el acuerdo de paz que tenía firmado con el rey de León don Fernando. Se añade, además, como anecdótico, que en este lugar tuviera un accidente el rey portugués en su huida tras ser repelida la invasión, de modo que al salir a lomos de su caballo, tropezó con el cerrojo de la puerta y fue descabalgado rompiéndose una pierna y hecho prisionero. Estudios más recientes vienen a considerar que el hecho histórico tuvo lugar en una puerta de la ciudad, y no de la Alcazaba, y situada más abajo y cerca del río.

              Al interior de la Alcazaba, en este punto, se presentan puentes que permiten sortear el desnivel, y una barbacana que bien pudiera constituir restos de los límites previos a la expansión que se produjo en época almohade.

              Efectivamente, lo normal es que al adarve se accediera desde el interior por medio de rapas o escalones, pero en otras zonas, como en la que nos ocupa, donde existe un fuerte desnivel entre lo que es el adarve y el interior, se establecen sistemas de acceso mediante puentes.

   Acceso al adarve mediante puente en la zona de la Puerta de la Coracha

       El XVIII fue un siglo de grandes proyectos para fortificar Badajoz. Varios ingenieros propusieron incluso derribar la Alcazaba para transformarla en una ciudadela abaluartada. Afortunadamente ninguno de estos proyectos llegó a ponerse en marcha, pero sí bastantes acciones para construir algunos polvorines, acondicionar algunas casonas señoriales para convertirlas en cuarteles o la transformación del viejo palacio del Obispo en Hospital Militar. Pero también hubo actuaciones que vinieron impuestas y aquí donde nos encontramos tuvieron especial incidencia. En efecto, como consecuencia de las lluvias acaecidas a finales de 1762, unos 50 metros de muralla de la Alcazaba se derrumbaron, al oeste de la Torre de las Siete Ventanas, y fue el ingeniero Pedro de Bordan el que presentó un proyecto para reparar la parte arruinada y que consistía en una tenaza apoyada en la referida Torre de las Siete Ventanas. Tras la reparación del muro en 1763 adquiere el aspecto de un muro de fusileros, con forma de tenaza o ángulo, para cubrir dos frentes diferentes y resistir mejor el empuje de la tierra acumulada detrás.

Brecha de las aguas

            La brecha de las aguas se sitúa, de esta forma, entre dos torres próximas. Una, que en la dirección que vamos es la primera y que se denomina Torre contigua a la brecha de las Aguas (3.7), de planta algo irregular, y que sobresale de la muralla más que el resto de las torres adosadas sin que llegue a ser una torre albarrana. La misión de esta torre era, junta con las corachas, proteger el portillo abierto en la base de la Torre de las Siete Ventanas.

 

Torre contigua a la brecha de las aguas
Tramo interior de la Torre contigua a la brecha de las aguas y Torre de las Siete Ventanas

         Pasamos la brecha de las aguas y aparece una nueva torre adosada a la muralla, de planta cuadrada y maciza: la Torre de las Siete Ventanas (3.8). Un nombre que proviene de una antigua leyenda. Bueno, en realidad, son varias las leyendas que existen en torno a esta torre. Así, se habla de que alberga un gran tesoro, protegido por un feroz guardián. También de la desgracia de la princesa Zoraida, enamorada de un cristiano. El padre de la princesa ordena encerrarla en la torre pero no puede evitar que ella contemple a su amado desde las siete ventanas. Por ello, ordena cegar éstas, y la princesa muere de pena. Hay quien asegura que aún se escuchan los suspiros de quien fue enterrada en vida.

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  Torre de las Siete Ventanas

           En la base de esta torre había un portillo por el que se accedía a la alcazaba y que hoy se conserva cegado por acumulación de tierra en el interior de la Alcazaba. Este portillo probablemente servía para acceder al espacio en forma de embudo que formaba la coracha oriental almohade.

             Según se dice por expertos en la materia, uno de los usos que tuvo esta torre fue, junto con la ya vista Torre de los Ahorcados, el servir de lugar de ajusticiamiento.

 4.  Tramo de la Puerta de las Siete Ventanas a la Puerta del Alpéndiz (4).

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             Mantenemos la dirección a través del adarve y llegamos a la zona de más reciente rehabilitación. Por lo pronto, aparece la descubierta en las excavaciones de restauración la denominada Puerta de El Metido (4.1), situada en el punto en que la ampliación de la muralla almohade se insertaba en el trazado primitivo. Existe una torre atravesada por la puerta en recodo, siendo diferente de las otras puertas en recodo de la Alcazaba.

 Zona de la Puerta de El Metido

             En el exterior de la muralla, aprovechando la antigua puerta almohade, se construyó en el siglo XVIII un polvorín, para almacenar la pólvora y las municiones necesarias para las batallas de la Alcazaba. El relleno con tierras de interior de la zona amurallada y el emplazamiento de una nueva batería en esta zona a la llamada batería de Las Lágrimas motivaron que la antigua puerta quedara enterrada. Para acceder al polvorín se construyó un túnel desde el interior de la Alcazaba.

              Todo este sector del recinto quedó muy dañado en el asedio británico de 1811, siendo necesario que los defensores franceses de la ciudad reconstruyeran varios lienzos de la muralla, pero desplazado hacia fuera y con un terraplén de tierra en lugar de adarve. Durante las obras de rehabilitación que se hicieron, al retirar la tierra del terraplén se encontraron los restos del muro árabe, cuyo trazado original se ha dejado marcado en el suelo con grava.

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  Tramo del adarve entre la Torre de las Siete Ventanas y la Puerta de El Metido

         Y para permitir el tránsito por esa zona sin adarve se ha instalado una pasarela metálica, cuyo tránsito permite observar el interior del patio donde se encuentran las puertas de El Metido.

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Pasarela metálica

           En el interior de la muralla nos encontramos con una escalera interesante y monumental, del siglo XII. Es una escalera doble, hecha de mampostería, que se apoya sobre bellos arcos construidos con dovelas de ladrillo y granito.

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  Escalera del siglo XII

         Tras varias torres de refuerzo a la muralla llegamos a la Puerta del Alpéndiz, que en su original configuración era una puerta directa, flanqueada por dos torres semicirculares. En época almohade se transformó, con la construcción de una nueva torre, en una puerta en recodo, con las mismas características que la Puerta del Capital, con un patio de menores dimensiones, y un corredor hacia el interior de la Alcazaba oblicuo a la muralla. Es una zona recientemente restaurada y es, sin duda, la parte más antigua y originaria de la Alcazaba.

 Trayecto hacia la Puerta el Alpéndiz
 Zona interior y exterior de la Puerta del Alpéndiz

          La puerta está protegida por una torre, la Torre del Alpéndiz. El Alpéndiz, que da nombre a la puerta y a la torre es el muro que partiendo de éstas protegía el flanco norte del Arrabal Oriental que se asentaba en esa ladera del cerro.

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Puerta del Alpéndiz

            El patio de la entrada en recodo está decorado con falsa sillería, hasta media altura. La puerta presentaba un arco de herradura, enmarcado con un alfiz de sillería de granito, pero fue mutilado varios siglos después para ensanchar el paso. Esta puerta, con la construcción del sistema abaluartado, permaneció semienterrada y olvidada hasta que, primeramente fuera sacada a la luz en unas primeras excavaciones producidas y, después, en un momento reciente, se restaure permitiendo disfrutar de su extraordinaria belleza y de las grandes posibilidades para comunicar la Alcazaba con la zona de San Roque y los parques de la Trinidad. Configura un recorrido amurallado casi ininterrumpido desde Puerta Pilar, así como la conexión que hace con los Jardines de la Galera, otro de los espacios con más magia de la ciudad.

Un cambio de fisonomía tras un largo período de espera

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