En estos paseos que realizo por la ciudad de Badajoz, no cabe duda que resulta repetitivo mi deambular por el casco antiguo y, en particular, la Alcazaba. Magnífica obra que no me cansaré nunca de admirar, y que es el mayor monumento árabe de su especie de toda España, declarada Monumento Histórico-Artístico desde 1931. Hoy se conserva en la fisonomía que se erigió en el siglo XII por el rey almohade Abu-Yacub-Yusuf sobre la cerca levantada en el IX por el fundador de la ciudad, Ibn Marwab al Yilliqui. Hay que advertir, necesariamente, que debe considerarse fundador oficial aunque restos arqueológicos han demostrado que antes hubo una presencia en la zona del pueblo visigodo.
La Alcazaba Islámica (siglos IX-XIII)
Entraré en los detalles no sin antes reflexionar sobre los orígenes de la ciudad de Badajoz, que hay que situarlos en la colina de la Muela, conocida también como Cabeza del Monturio, en la margen izquierda del río Guadiana. Allí, la topografía del terreno reúne condiciones inmejorables para establecer una plaza defensiva, y que a lo largo de la historia constituiría un importante enclave estratégico, teniendo en cuenta que una vez establecida las delimitaciones entre España y Portugal, la ciudad adquiere el carácter de ciudad fronteriza y defensivo-militar que define su personalidad.
La colina de la Muela se eleva unos 60 metros sobre el río Guadiana, en aquel punto en el que confluye el arroyo Rivillas, de modo que la fortaleza quedaba protegida de forma natural en las vertientes norte y este.
Vista general de la Alcazaba y la ciudad antigua de Badajoz
Siendo este el punto neurálgico de la ciudad, su utilización vino de la mano del rebelde Marwan al Yilliqui, que al venir huyendo de Alange solicitó al Emir Muhammad, en la etapa del Califato de Córdoba en el siglo IX, un lugar en el que establecerse. Le fue concedida la Colina que fortificó y le dotó de las construcciones necesarias. Un primer recinto que se hizo de argamasa y debió ser destruido en las sucesivas modificaciones que sufrió la Alcazaba, de manera que si se reconoce algo es por las recientes excavaciones que han hecho aflorar importante restos arqueológicos.
Ibw-Marwan al Yilliqui
Mientras que el recinto amurallado originario de la Alcazaba en el siglo IX tenía un trazado hipotético que se ceñía al cerro de la Muela por su máxima altura, a partir de 1169, se mejoró la extensión con la excavación de un pozo, la Kuraya o Coracha. Además, se produjo la ampliación de la muralla en dirección al río, y gracias a ello se facilitó el acceso a este para la provisión de agua y se obtuvo un mayor espacio para albergar a la creciente guarnición almohade.
La cerca árabe que conocemos coronando la Colina de la Muela cierra una extensa superficie de ocho hectáreas, de forma aproximadamente oval de 400 metros de norte a sur y de 200 de este a oeste. Su construcción es desigual, de manera que se aprecia la aplicación de diversos materiales. El sillar bien recortado, que seguramente se tomó ya elaborado de antiguas construcciones, se utiliza para el recubrimiento de las puertas, y junto a él, la generalidad de la fábrica se construye en mampostería, a veces mezclada con ladrillo tapial.
La Alcazaba: de 1959 a la actualidad
La fortificación se abre al exterior mediante tres grandes puertas y varios portillos secundarios. Las puertas, bien destacadas en la fortaleza, desde la dominación almohade no son de entrada directa, sino de camino quebrado o en recodo, lo que dificultaba su acceso, al mismo tiempo que quedaban protegidas por torres salientes de la muralla.
1. Acceso a través de la Puerta principal (1).
El acceso lo vamos a hacer a través de esta puerta que es considerada como principal, y que se llama Puerta del Capitel (1). Se encuentra entre las famosas Plaza Alta (puede verse en la entrada: Badajoz y su Plaza Alta) y Plaza de San José (entrada: Badajoz y su Plaza de San José), y junto con la Puerta del Alpéndiz es una de las dos puertas de época almohade que se conservan íntegramente, situada en el flanco occidental de la Alcazaba. El nombre de la puerta viene del capitel romano que se encuentra sobre su arco de entrada. Un punto que se corresponde con la pendiente occidental de la colina, y desde donde después se iniciaría el desarrollo de la ciudad extramuros.
La Puerta del Capitel en el tiempo
La puerta se abre con un arco de herradura ligeramente apuntado que se conforma en piedra de granito, como el resto del paramento hasta su coronamiento, donde se mezclan el tapial y el ladrillo. Al interior del arco, en la parte superior, todavía se mantienen los encajes de los quicios de la puerta, que se realizaron sobre piezas de mármol de labra visigoda. Traspasado el arco, se accede a un patio característico en estas puertas, en parte abovedado posteriormente con plementería gótica, donde el eje cambia perpendicularmente para dar entrada al recinto.
Entorno de la Puerta del Capitel
En este lugar se sitúa la torre que vigila el acceso, de base maciza. Su parte superior está hueca y contiene una dependencia accesible desde el adarve, además de una terraza almenada. En la base de la torre se encuentran dos fustes de columnas que se cree que son visigodas, reaprovechadas como refuerzo de las esquinas. La altura que presenta esta torre permite claramente visionar las plazas de San José y Alta.
Puerta del Capitel y Torre de Vigilancia
Es palpable el deterioro que se advierte en este precioso monumento, y hay que acoger con entusiasmo el anuncio público hecho desde la Alcaldía de Badajoz en que se prevé su restauración con la partida presupuestaria prevista al efecto. Un paso más en ese decidido propósito de mejorar este escenario que tanto valor patrimonial aporta a la ciudad.
Hay que puntualizar que desde el año 1548 se añadió una portada de acceso a la Puerta del Capitel, construida por Gaspar Méndez, de estilo renacentista y situada cerca del Arco del Peso, en la Plaza de San José. Esta portada está formada por un arco de medio punto a base de dovelas graníticas, al igual que las jambas. Se corona por un frontón, , en cuyo friso consta la siguiente inscripción: “La ilustre ciudad de Badajoz mandó hacer esta obra y casas siendo corregidor don Nuño de la Cueva. Anno MDXLVIII”. A la derecha se puede ver otra leyenda en latín: “Civitas Pacensis”, al parecer influenciada por la desechada creencia de que la ciudad de Badajoz fue la Pax Augusta de los romanos. También se aprecian en una de las esquinas dos escudos erosionados esculpidos en piedra.
Frontal y trasera de la Puerta de Acceso a la Puerta de Capitel
Tras penetrar en el recinto amurallado por estas puertas, apreciamos justamente en el frente izquierdo la existencia de un bello edificio, que alberga en la actualidad el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz (1.1). En su momento fue Palacio de los Condes de la Roca, aunque igualmente es conocido como Palacio de los Duques de Feria por ser el anterior propietario. Fue construido por Lorenzo Suárez de Figueroa, Gran Maestre de la Orden de Santiago, entre los años 1387 y 1410, en mampostería de piedra y ladrillo.
El edificio muestra claramente su faceta de haber sido una residencia señorial renacentista con trazas medievales y mudéjares. Destacan los cuatro torreones que flanquean sus esquinas y el gran arco escarzano que preside la fachada principal. En el exterior, y como elemento decorativo, tenía esgrafiados, de los que hoy sólo se conserva uno en la ventana del primer piso de la parte izquierda de la torre que representa a un dragón tragándose a un hombre del que sólo se ve parte del cuerpo y las piernas.
Museo Arqueológico Provincial de Badajoz
Esgrafiado en la ventana del edificio del Museo Arqueológico
En el siglo XVIII formó parte del cuartel de San Pedro y en la Guerra de la Independencia quedó en estado ruinoso.
Declarado Monumento Histórico Artístico el 1 de marzo de 1962, fue restaurado entre 1972 y 1989 para darle la funcionalidad anunciada de Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.
En la explanada que precede a la edificación se diseña un reloj de sol, de tal manera que su fuente central marca las horas solares.
Reloj de Sol en plaza del Museo Arqueológico
Contiguo a la edificación principal, se encuentra una casa de menor proporción que parece haberse construido entre los siglos XVIII y XIX para Cuerpo de Guardia o polvorín (1.2), y que hoy desempeña funciones de almacén del museo.
Almacén del Museo
2. Tramo de la Puerta de Capitel hasta la Puerta de Carros (2).
Volviendo a las murallas, debo destacar que, con carácter general, la muralla de la Alcazaba es almenada y con barbacana en gran parte del trayecto, y toda la parte superior y las torres mantienen una comunicación por un paseo de ronda o adarve (de 1.140 metros) al que se accede, generalmente, por escaleras interiores. Este trayecto, hoy totalmente accesible en todo el perímetro del recinto, es el que vamos a seguir para ir comentando cuantos aspectos puedan atraer nuestra atención.
Siguiendo el recorrido que desde la entrada a la Alcazaba gira a la izquierda, podemos ver un inicial trayecto en el que la muralla aparece sin almenas, a modo de un gran balcón con hermosas vistas hacia la Plaza de San José, a las Casas Mudéjares que se encuentran en ella, y frontal y todo el lateral izquierdo del Convento de las Adoratrices. Al frente, la vista llega a la extensión de la ciudad, con sus salientes torres de la Iglesia de la Concepción, la torre de la Catedral, el edificio de La Giralda o la cúspide de la Ermita de la Virgen de la Soledad. Todo un placer para la vista.
Recorrido de la Alcazaba desde la Puerta del Capitel, en paralelo a la Plaza de San José y calle Suárez Figueroa
Todo este recorrido mantiene, por lo demás, barbacana, esto es un muro o estructura defensiva que se sitúa delante de las murallas.
Barbacana en el recorrido de la muralla en la Plaza de San José
Al mismo tiempo que se recorre la muralla se irán descubriendo numerosas torres en todo el perímetro, algunas de ellas albarranas (en la ubicación que va desde La Galera a la Puerta de Carros) y otras adosadas a los lienzos. Esta es la tónica general en toda la parte amurallada de la Alcazaba, y en algún supuesto se observarán meros restos de torres que ya han desaparecido.
Las concebidas como torres albarranas son aquellas que están exentas y se encuentran comunicadas con el adarve de la muralla por un pequeño arco o puente, y su función es reforzar la defensa de la muralla en las partes más débiles de la misma o defender un punto estratégico. Esto permitía que en caso de que las torres fueran tomadas por el enemigo, este arco o puente pudiera ser fácilmente destruido. Aunque la construcción de este tipo de torres data del siglo XII, antes que llegaran los almohades, fueron estos las que más llegaron a utilizarlas.
En el tramo que ahora recorremos se levantan dos torres albarranas de planta rectangular, una de ellas sólo conservada en su basamento.
Torre Albarrana de la Alcazaba, calle Suárez de Figueroa
A mitad de este recorrido que abordamos advertimos dentro del recinto unas ruinas de casas en zona más próxima a la muralla, y otras más alejadas. Las primeras constituyen los restos de la llamada Casa de Zapata y su torreón (2.1), de fecha desconocida. El conjunto (paredes, puertas y sótano) se presenta muy deteriorado.
Casa de Zapata en el interior de la Alcazaba
Las más alejadas, situadas en el lado izquierdo de la carretera que se adentra por la Alcazaba, son restos que parecen corresponderse con los del antiguo Cuartel de Infantería contiguo a la Ermita de San Pedro (2.2), que en gran parte desaparecieron al construir la calzada. Esta única referencia aparece en el plano que de 1803 elaboró José de Gabriel y Estenoz.
Restos del antiguo Cuartel de Infantería en el interior de la Alcazaba (zona del Parque)
Llegamos en nuestro recorrido a la Puerta de Yelves (2.3). El nombre que se daba a esta puerta se debe a que era de donde partía el camino que se dirigía a la localidad portuguesa de Elvas. La originaria puerta árabe, de entrada directa, fue construida (o reformada) en época de la dinastía Aftásida (Reino Taifa de Badajoz), y se cerraba con un rastrillo, aunque no se tiene certeza sobre este último hecho en momento inicial o fue añadido en época cristiana. Tras la llegada de los almohades la puerta fue reformada añadiéndosele el acceso en recodo, con una portada exterior, la cual se cerraba mediante batientes de madera. En el pasillo de la entrada se puede apreciar una pieza de mármol estriado visigodo reaprovechada como refuerzo en la esquina, que junto con el fuste de columna que se encuentra en la portada exterior, son buenos ejemplos de los restos visigodos reaprovechados en la Alcazaba.
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Puerta de Yelves y su entorno
Fue destruida en fecha comprendida entre 1912 y 1914 para que pudieran entrar los carruajes al interior del recinto de la zona amurallada de la Alcazaba árabe. En los años 70 del siglo pasado fue reconstruida según proyecto de José Menéndez Pidal, aunque con algunas diferencias respecto a la original. De esta forma se propician dos puertas totalmente diferentes, la de Yelves, como puerta de doble recodo, con una fachada exterior formada por un arco de herradura con dovelas de granito y ladrillo situadas de forma alternada. Y la Puerta de Carros (2.4), contigua, que es una gran portada con arco escarzano, por donde sale la calzada que recorre la Alcazaba hasta su máxima altura.
Puerta de Carros en su entorno
En esta zona el terreno presenta un ligero desnivel, confiriendo a estas portadas un atractivo encanto. La portada exterior del Yelves tiene la misma orientación que la Puerta del Capitel, con la que guarda un cierto parecido formal.
En el interior, para bajar y subir nuevamente al adarve, se habilitan escaleras que, en este caso, son del siglo XVII y posee peldaños realizados con piedra reaprovechada del propio monumento en la demolición producida para establecer el acceso por la Puerta de Carros.