Civismo y manspreading

       He acudido a la biblioteca para desempolvar publicaciones que, nacidas tiempos atrás, se referían al protocolo social, esto es, a las normas de urbanidad y saber estar.Normas que uno recibía en escuelas y colegios, unidas a las enseñanzas que los padres imprimían, y he aquí que uno de los epígrafes que me encuentro es aquel de “Sentarse adecuadamente”. No es algo ajeno a nuestros oidos haber escuchado infinidad de veces eso de ¡Siéntate bien!

            Pues bien estos códigos o normas de civismo muestran a las claras que la “compostura” era regla primordial. De este modo, una postura “de libro” era la de tener las piernas ligeramente separadas y los pies apoyados en el suelo, concibiendo el peligro que puede suponer los despistes propios del relajo y que dan ocasión a posturas realmente “comprometidas” en algunos casos y realmente ordinarias en otros. Se decía, en esos anticuados métodos que “No hay nada más feo que ver a una señora o a un caballero, con las piernas muy separadas (como se dice de forma popular, “abierto de piernas”)”.

IMG_5382

            Pues bien, el tiempo pasa y llegamos a los tiempos actuales donde la modernidad y los contemporáneos –que todo lo saben- se inventan un nuevo término (anglosajón, por supuesto), cual es el manspreading, que significa algo así como “hombre espatarrado”, para referirse a la actitud habitual de algunos hombres que tienden a abrir excesivamente las piernas cuando están sentados, de manera que ocupan más de un asiento o no dejan espacio para las personas que están a su lado. Reprochable, sin duda, y la conveniencia de reconducir situaciones mediante la llamada al civismo que debería presidir la conducta humana.

             Pero como los tiempos son otros, surge un colectivo feminista llamado “Mujeres en lucha” que populariza su actuación en redes sociales y anima a los dirigentes políticos para que tomen medidas correctoras. Muy prestos se encuentran en la capital de España para confirmar lo que este colectivo feminista dice, que no es otra cosa que todo se debe a «la idea de jerarquía y de territorialidad que se ha transmitido históricamente a los hombres, y que lo muestran con la apertura de piernas para intentar marcar el territorio (como si el espacio les perteneciese)«, al contrario de la débil mujer que han recibido una enseñanza de sentarse con las piernas muy juntas, “como si tuviéramos que sujetar algo entre nuestras rodillas” –dicen-. El caso es que se pide, sin cortapisa, que se coloquen carteles en el metro y la red de autobuses municipal contra esta práctica. Para recriminar públicamente al hombre que pretenda espatarrarse.

             Me atrevo a decir, abiertamente y no precisamente de piernas sino de mente, que el problema es cívico, y quienes pretendan ver fantasmas donde no los hay creo que deberían pedir y luchar por una efectiva igualdad de hombres, mujeres y mixtos, con respeto mutuo entre todos ellos, y no dirigir campañas para generar enfrentamiento y  odio, amparados en una lucha que a nada conduce. Ya me imagino lo que puede ocurrir en esos medios de transporte cuando se encuentren con un maleducado y alguna persona valiente pretenda corregirle recordándole el cartelito.

          Civismo para no ocupar más de un asiento, para cederlo a personas mayores o necesitadas, para no golpear tus oídos con la música que otros quieran o hablando a voces, para dejar salir antes de entrar, para transitar por la derecha, para no bocear cualquier fallo humano que se produzca en la conducción de otros, para saber disculpar a quien se equivoca, para no tirar los chicles al suelo, para…poder vivir en paz, sin tanto listo y tanto cartelito (o grafiti) que resultan insultantes. Educación, en definitiva. Así de simple.

4 comentarios en “Civismo y manspreading

Deja un comentario