Feria: una ruta senderista «Pico Mirrio»

Con el Grupo Universitario Miltiaventura (GUM), promovido por el Servicio de Actividad Física y Deporte (Safyde) de la Universidad de Extremadura, emprendemos una nueva aventura rutera, en este caso para acercarnos al pintoresco pueblo de Feria (Badajoz), que se encuentra situado en las estribaciones de Sierra Morena, en la falda de un cerro que es coronado por una hermosa fortaleza.

La localidad extremeña tiene su historia y así lo muestra que fuera Declarada Conjunto Histórico Artístico, ligada a la familia Suárez de Figueroa (más tarde duques de Feria) desde que Enrique IV en 1394 le otorgara el título condal que Felipe II promocionó previo pago de su importe. La localidad dista de la ciudad de Badajoz unos 63 kms. en dirección noroeste.

Las casas encaladas, de volúmenes paralepipédicos, cubiertos con rojos tejados, se escalonan al compás del solar. En su contexto, toda Feria aparece como un gran museo de enorme belleza y singularidad.

El recorrido senderista es circular, iniciado y finalizado en Feria desde la Ermita de los Santos Mártires, del siglo XVIII. Comienza la ruta con dureza por hacerse en permanente subida. A unos cien metros se toma el desvío a la izquierda por el camino del Pilar de Arriba para introducirnos en la Sierra Vieja de Feria, un macizo montañoso perteneciente a las estribaciones más septentrionales de Sierra Morena.

Pasando el Pilar de Arriba encontramos un cruce de caminos para tomar el que nos llevará, con fuerte pendiente, al Puerto de la Zorra. En este punto tomamos el desvío a la izquierda, ladera arriba por terreno pedregoso hasta coronar la sierra en el punto más alto llamado Pico Mirrio, situado a 812 metros de altitud. Todo este trayecto de los comienzos se produce en elevación, ciertamente exigente.

En este punto merece el descanso que hacemos, prestos a visualizar todo un entorno de belleza única. La panorámica es completa los 360 grados, divisando la hermosa Tierra de Barros, con encinares, prados y dehesas. Y en la lejanía, el pueblo y la cúspide de ese castillo que tanto deseos tengo de conocer. He pasado tantas veces por carretera, dirección a Zafra, que esta fortaleza no pasaba desapercibida y siempre decía que en algún momento tendría que subir a esa Torre Homenaje que cubre de solemnidad el entorno en el que se ubica. Hoy puede ser ese gran día.

Alcanzado este pico descenderemos con el cuidado que merece una bajada llena de piedras y surcos terrenales, para circundar las montañas de alrededor entre suaves vaguadas hasta que finalmente lleguemos a la falda del castillo de Feria. Un trayecto hermoso con algo más de comodidad para su recorrido hasta que nuevamente empiecen las empinadas cuestas.

El trayecto colma de admiración a la vista por la gran variedad botánica que encontramos, especialmente bellas en esta época del año, además de olivares y pequeños huertos, con esos animales que sienten la tierra como suya. Cabras, ovejas, vacas, todo un espectáculo. Tan natural como en las cercanías vemos como una hermosa vaca empieza, no sin dificultades,  a dar a luz a su ternero.

Con el cansancio propio de lo ya recorrido llegamos a las inmediaciones del Castillo, visto todavía desde la lejanía porque para alcanzarlo tenemos que subir una empinadísima carretera, y que se hace un tanto interminable. Pero merece la pena llegar a estos dominios.

El panel informativo que obra en su interior viene a darnos unas ligeras pinceladas de su historia, aludiendo al origen de Feria como lugar concebido para la defensa, y de ahí que el cerro sobre el que asienta este castillo haya ejercido una gran atracción para los primeros pobladores, que necesitaban para su supervivencia vigilar sin ser vigilados. Más tarde llegó a ser atalaya de los árabes, entrando a formar parte de los planes defensivos del reino de Taifa de Badajoz. Durante la época medieval la alta nobleza y las órdenes militares se asentarán en estas tierras y de nuevo el dominante promontorio, coronado ya por una fortaleza, atraerá la mirada del poderoso Maestre de la Orden de Santiago don Lorenzo Suárez de Figueroa.

En la parada que hacemos apreciamos sus características y habitáculos. La torre actual y el conjunto principal del recinto debieron de construirse a mediados del siglo XV, y posteriormente se llevaron a cabo algunas reformas y reconstrucciones. Este recinto amurallado tiene un trazado irregular que sigue la forma del terreno.

La muralla incorpora torres o cubos redondos y prismáticos. En el interior existe otro muro transversal que divide el cuerpo principal del castillo en dos partes a modo de diafragma, lo que permitía reagrupar la defensa en caso de que alguno de los patios de armas se viera comprometido por los atacantes.

La espectacular Torre del Homenaje se sitúa en esa zona intermedia del recinto. Aun teniendo en las piernas el sufrido machaqueo del recorrido realizado, no quiero perderme el interior y conocer, a golpe de escalones y escalones, sus cuatro cuerpos. El sótano se dice que probablemente contendría en su momento el almacén de provisiones y el aljibe. En la planta primera se encuentra lo que fuera la residencia del señor del castillo y las dos plantas superiores que posiblemente tendrían un uso variado. En la parte superior de la torre se abría un conducto que llevaba el agua recogida hacia el aljibe situado en el sótano.

Además de este aljibe de emergencia situado en la torre, cada sector del recinto amurallado disponía de su propio aljibe para almacenar agua.

Subiendo a lo más alto podemos advertir todas las hermosas vistas que ofrecen los alrededores. No es de extrañar que en su momento este lugar fuera un lugar de vigía extraordinario.

Terminada esta visita nos dirigimos al corazón de Feria, una población que se desparrama por la suave ladera con una cascada de casas blancas. En la travesía nos encontramos con calles en las que no faltan las flores del tiempo en ventanas y balcones ni recónditos y evocadores rincones, como el conocido como rincón de la Cruz, ubicado en una pequeña plaza del siglo XVII, así llamada por la notable cruz de hierro forjado que luce en el centro que es adornada con exquisito gusto cada tres de mayo, cuando se celebra la fiesta de la Cruz.

Llegamos así al punto donde iniciamos esta bella ruta. Un total de 14 kms. recorridos,  no exentos de cierta dificultad pero de maravillosa atracción. Objetivo cumplido.

Agradecidos nuevamente a este personal universitario que nos ha facilitado este trayecto.

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