El Valle del Jerte y sus cascadas naturales

Los recorridos por Extremadura siempre dan sorpresas por las múltiples variantes que ha dejado la madre naturaleza. En este paraíso se encuentra el Valle del Jerte, la comarca natural situada al noroeste de Extremadura, a la que siempre se acude para referir la belleza sin par que representa la estacional aparición de los cerezos en flor, un espectáculo inigualable que todos los años viste de manto blanco a la inmensa extensión que ocupa. Pero esta zona mantiene su esplendor dando más regalos para la vista: sus bosques, piscinas naturales, y cascadas de inmensa belleza. No es de extrañar que se convierta en un lugar privilegiado en cualquier época del año, incluso en verano para refugiarse del calor que asola en otros lugares próximos.

En mis rutas senderistas no podía faltar un recorrido por esta bella zona y descubrir en su esencia estas cascadas naturales. Hoy dedico el día soleado que ha salido, a este paseo lleno de esplendor.

Acudo, en primer lugar, a las estribaciones de la Sierra de Tormantos, en la susodicha comarca del Valle del Jerte, en el pueblecito de Valdastillas, de algo más de trescientos habitantes, que será el punto de inflexión para encontrarse con tres cascadas en sus inmediaciones: Caozo, Calderón y Garganta de Marta.

El indicador que existe casi a la salida de la población de Valdastillas lleva a la Cascada del Caozo, una de las más conocidas y visitadas de la zona. Aproximadamente se recorren en coche unos 3,5 kms para situarse en la garganta de Bonal, junto a un puente y una fuente, en el que dejo el vehículo para adentrarnos a pie por un sendero de fácil trasiego, con escaleras y algunas piedras en zonas de terrazas para, inmediatamente, llegar a la hermosa cascada, en un entorno mágico entre ejemplares de robles, fresnos y alisos.

Sobre una pared de granito pulido se precipitan las aguas más de 30 metros, cubriendo de blanco la roca. Las recientes lluvias han permitido que en este momento la afluencia de agua sea considerable. El ruido de esa agua cristalina hace que la tranquilidad aflore en tu interior.

El sendero a seguir se compone de escaleras de piedra, un puente y algunas piedras en zonas de terrazas, en los pies de la cascada. Es posible ascender más mediante nuevas escaleras de piedra para llegar a una plataforma metálica que permite acceder hasta las inmediaciones del agua y disfrutar de esta sensación en primer plano. Un ligero cimbreo en el paso de la plataforma hace que se tenga una sensación especial, temerosa para los que tengan vértigos pero que no reviste peligro alguno.

En el panel informativo de acceso a esta zona se incorporan unas bellas palabras pronunciadas en 1883 por el periodista vasco Nicanor Zuricaldy. Vino a decir: “Aquí entre los castaños y robles que se elevan con gruesos de ocho varas y alturas de sesenta; por las gargantas hondas las aguas se despeñan, en resonantes arpas y en cristalinas trenzas”. Unas palabras que dan idea del valor y dimensión que tienen los saltos de agua en el Valle del Jerte.

Vista esta primera y sensacional cascada prosigo el camino de retorno al pueblo de Valdastillas y, desde ahí, seguir en vehículo por la carretera que se dirige a otra conocida población de la zona, Piornal. Sin llegar a esta última, entre los kilómetros 9 y 10, hay que estar atento a la indicación que se hace a la izquierda anunciando la cascada de Calderón. Otra belleza natural que se encuentra en la misma garganta Bonal, aguas arriba.

Para llegar a ella, tras dejar el vehículo estacionado en los pocos lugares que lo permiten, debemos caminar un kilómetro y medio. De bajada a la ida y, eso ya es otra cosa, de subida al regreso.

Llegamos así a un hermoso entorno donde aparece una fuente a la derecha, y a la izquierda un bello y humilde puente de piedra, el puente de los Molinos, y de frente a esta obra humana se encuentra la que es fruto de la naturaleza, la caída de aguas de unos 30 metros de altura, más estrecha que la del Caozo pero igualmente bella para disfrutarla sentándose en torno a ese puente de piedra que permite divisarla con la tranquilidad precisada. Sobre todo si se hace, como he querido, en días donde la afluencia de gente se ve minimizada.

Volviendo de nuevo al punto de partida, Valdastillas, y desde su interior se encuentra un nuevo indicador que hace referencia a la cascada de Marta. Este es ya un recorrido sencillo que lleva al lagar de Marta que, según se dice, en tiempos medievales se aprovechaba la fuerza motriz de la garganta de Marta para producir aceite.

Unos cien metros del lagar se encuentra el lugar propicio para disfrutar del salto de agua, aunque no me detuve mayor tiempo por querer completar la jornada acercándonos al pueblo de Navaconcejo, a algo más de nueve kilómetros, y ver otra monumental zona de cascadas, las de Nogaledas.

Navaconcejo se halla enclavado en la vertiente meridional de la Sierra de Gredos, en pleno corazón del Valle del Jerte, detonante de un relieve montañoso, bastante quebrado, en el que predominan las fuertes pendientes provocadas por el encajamiento del río Jerte en el roquedo granítico. Esto supone que nos vayamos a enfrentar a la ruta de cascadas de Las Nogaledas que, aun cuando es considerada como de dificultad baja, reviste un tanto de complicación por la fuerte pendiente que tendremos que subir si queremos ver en todo esplendor todas y cada una de las cascadas que sucesivamente van produciéndose en esa caída de aguas que sorprenden por su extraordinaria belleza.

Se trata de una ruta de senderismo de recorrido circular, de poco más de cuatro kilómetros, y que se estima de una duración mínima de hora y media. Un sendero que está bien señalizado y que tiene algunas zonas en las que se agudiza la pendiente. Pero al paso de cada una de las cinco cascadas que se divisan, encontraremos el pretexto suficiente para hacer un descanso y gratificar la vista con la belleza del entorno.

La ruta parte desde un puente de piedra situado en la población y que cruza el río Jerte. Allí tenemos los indicadores suficientes para adentrarnos en el recorrido de la ruta, cuyo tránsito inicial lo es entre huertos, aunque en estos primeros escarceos de subida estaremos divisando como corren las aguas con el sonido de fondo de lo que está por verse. Este tramo te introduce en un bosque donde predominan chopos, robles y fresnos.

Por la orilla de la garganta se llega a la primera de las cascadas, ciertamente la más espectacular por la altura que tiene y el caudal que lleva. La cercanía con las aguas es posible gracias a los espacios que así lo facilitan. Tras ello, el permanente zigzag, con las adaptaciones posibles de escalones y barandillas de madera, hacen posible la escalada. En algún lugar no puedes resistir el descalzarte y refrescar los pies cansados del día, en una sensación de auténtico deleite.

Tras alcanzar una pista forestal en lo alto, se inicia el regreso por el camino de la derecha.

Concluyo así este día dedicado por completo al Valle del Jerte y sus cascadas. Una jornada repleta de satisfacción por la belleza de este entorno. Volveremos para seguir descubriendo estos parajes de ensueño.

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