La ruta de los 12 apóstoles

Qué agradecida se muestra la tierra extremeña cuando fenecido el solariego verano recoge las lluvias que tienen a bien caer en sus recónditos lugares. El manto verde deja atrás los terrenos baldíos y la hermosura se apodera de la vista de los que la trabajan y transitan.

Caminar en este período por estas inmediaciones terrenales se convierte en un placer, un lujo de los que se dan gratuitamente sin pedir nada a cambio. Solo hace falta salir, pisar el suelo y conducirte por sus vericuetos para recoger el regalo que brinda la naturaleza.

Convertirte en senderista es un modo saludable de conocer y ver todo lo que ofrece el entorno físico y biológico que nos rodea. Absorber la pureza de un aire que agradece el organismo humano. Todo ello lo saben las personas que, dentro de lo que constituye el Servicio de Actividad Física y Deportiva (Safyde) de la Universidad de Extremadura, programan rutas de senderismo que brindan al llamado Grupo Universitario Multiaventura (GUM).

En esa programación que suelo seguir por los distintos lugares donde se desarrollan, afrontamos ahora la llamada ruta de los 12 apóstoles, que une las poblaciones badajocenses de Salvaleón y Nogales, con un nombre tan característico que fue otorgado para designar a los doce grandes alcornoques centenarios que se encuentran a medio camino entre las dos poblaciones citadas, y que hoy solo quedan siete aun cuando se pretende reforestar los que ya dejaron de existir. De cualquier modo, no es este el único elemento a considerar como atractivo de la ruta, sino que el recorrido entre dehesas y sierras próximas va a dar buena cuenta de la hermosura que suponen los 14 kilómetros que en este caso hemos podido completar.

La aventura del día comienza a las diez de la mañana, una hora prudencial para que esas heladas nocturnas no hagan mella en los senderistas ya más avanzados de edad que, como es el caso, pretendemos divertirnos y saborear el trayecto dejando atrás, olvidados temporalmente al menos, los achaques cotidianos. Claro que la juventud también aflora en el grupo, presta a comerse los caminos. La unión hace la fuerza y todos a una seguimos la estela de ese magistral director de expedición (Eduardo), y los que le acompañan para empujar y evitar dispersiones (Sole e Iván).

El encuentro se hace en la localidad de Salvaleón, que tiene su enclave histórico en el asentamiento celta del vecino Monte Porrino, al suroeste de la provincia de Badajoz. El marco natural general que presenta es la de un relieve quebrado, cubierto de dehesa, monte bajo y otra vegetación frondosa y húmeda con abundancia de cuevas, lo que hace que disponga de los atractivos necesarios para visitar el municipio.

Pronto nos adentramos en esos caminos que se introducen en un espectacular entorno de la dehesa de encinas y alcornoques hasta desembocar en el paraje de los doce apóstoles, situado entre la sierra de Monsalud y la de Rozallana, a unos 400 metros de altitud.

Un lugar propicio para hacer una parada y servir de avituallamiento en aras de reponer fuerzas. No faltan las consabidas fotografías para recuerdo de este hermoso paraje. Y las caras alegres, como no, de unos senderistas que veían como lo que se les decía se veía acrecentado por la belleza de estos caminos.

Proseguimos el recorrido entre frondosa vegetación con las huellas palpables de las hocicadas de jabalíes que pueda haber en sus alrededores y que buscaban sus alimentos en el terreno ahora blando, y todo el ambiente se impregna de olores de esas plantas que sirven de velo al tránsito, procedentes de ese matorral mediterráneo que acompaña al senderista. Tras cruzar algún arroyo avanzamos para llegar a una altura que permite divisar en el fondo la población de Nogales y su castillo. Y unos 360º de esplendoroso relieve que verdea por doquier.

De vuelta ya puede advertirse la presencia de abundante ganado que genera riqueza a este lugar: vacas, ovejas y especialmente abundantes cerdos que surtirán a la localidad de esa riqueza alimenticia que es el jamón de Monte Porrino. No degustarlo estando aquí sería un pecado. Habrá ocasión cuando finalice el recorrido.

Así completamos una ruta circular de dificultad moderada que ha permitido a este grupo senderista oxigenar los pulmones y dar locomoción a sus cuerpos, santificados por un apostolado aunque sea de ruda fortaleza alcornocal. Algunos incluso tuvieron oportunidad de recolectar hermosos espárragos que brotaban ante el sol que llegaba al suelo húmedo, y que permitirían recordar todo esto con un rico manjar. Tras tres horas y media nos despedimos hasta una próxima ruta, felicitando nuevamente a sus organizadores.

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