El retiro del Emperador.

          La visita de unos buenos amigos que tienen su residencia en Madrid ha permitido que les acompañe a lo que era su deseo, conocer los entresijos de un lugar emblemático donde los haya, en el que un buen día todo un Emperador, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César», vino a culminar el recorrido de su vida, ciertamente tras un trayecto que ha cubierto páginas importantes de la historia de España, de Europa, y recientemente ha servido para que se proyectara en una magnífica serie de televisión.

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         Comienza así un gran día, con clima un poco fresco pero soleado, en el que nos acercamos a la población de Cuacos de Yuste, y a dos kilómetros, sobre la ladera de una estribación de la Sierra de Tormantos se levanta el Monasterio jerónimo de Yuste, que acrecentó su importancia artística con el retiro que en él hizo hasta su muerte Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico.

          El sitio llama la atención desde el momento en que llegas a sus inmediaciones. Al parecer, el origen del convento está en la ermita denominada de El Salvador a la que se retiran unos ermitaños placentinos, los cuales vivirían allí hasta que, a principios del siglo XV, un vecino de Cuacos llamado Sancho Martín, les dona el terreno para la construcción de un convento, al tiempo que don Garcí Álvarez de Toledo, Conde de Oropesa, daba consentimiento a la fundación. En 1414 los ermitaños reclaman la protección de la comunidad jerónima de Guadalupe para constituir una nueva en Yuste. Es de suponer que a partir de entonces se iniciaran las obras del monasterio. Datan del siglo XV la iglesia y el claustro gótico adosado al lado del evangelio de ésta. En el siglo XVI, los condes de Oropesa amplían el edificio con la construcción del claustro nuevo, cuyas obras concluirían hacia 1554. Por estas fechas el futuro Felipe II visita el monasterio, pues éste había sido elegido para retiro de su padre. Con posterioridad a esta visita dan comienzo las obras para la construcción de la vivienda del emperador, las cuales concluirían estando ya en Yuste Carlos I, cuya llegada tuvo lugar a principios del año 1557.

         Pero vista esta perspectiva, vayamos a conocer esta edificación. El acceso principal, que no el de las visitas, se produce franqueando una sencilla puerta de medio punto, cobijada por un pórtico adintelado sobre pilares de fuste octogonal para ingresar en el recinto conventual; se presenta de esta forma el frente occidental del templo, cuya esbeltez anuncia ya las proporciones monumentales del mismo. Realizada en mampostería y sillería, como el resto del edificio eclesial, la fachada presenta un aspecto ciertamente sobrio que hace destacar los elementos decorativos de la portada que, dadas sus características, data de la ampliación del edificio en el siglo XVI.

         El conjunto monacal se forma por la iglesia gótica (siglo XV), los dos claustros y las estancias monacales.

        La iglesia es un templo tardogótico con reformas renacentistas, que sobresale por su esbeltez y profundidad. Pero en ella claramente se aprecia una sencilla estructura compuesta por una  única nave de cuatro tramos, cubierta con bóveda de crucería estrellada y rematada por una cabecera poligonal. Un gran arco carpanel indica el comienzo de un extenso coro que dispone de dos pequeñas alas en ángulo a los extremos sustentadas por trompas. El sotocoro se cubre con una bóveda de crucería estrellada. El arco triunfal, que separa la nave de la cabecera, es apuntado y muy decorado.

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            Tres ventanas rectangulares de amplio derrame hacia el interior iluminan la iglesia desde el lado de la epístola. En el mismo lado un vano más, de amplio abocinamiento, arco de medio punto y baquetones góticos, en la cabecera. Por último, el óculo de la fachada occidental y una ventana de arco rebajado da luz, respectivamente, al coro y sotocoro.

           De la iglesia destaca, sin duda, su espléndido retablo mayor. Realizado por el escultor y pintor riojano Antonio de Segura, en 1580, según encargo de Felipe II, cuya escritura de contratación data del 16 de junio de dicho año. Se hizo dicho retablo según traza de Juan de Herrrera. Es, por ello, obra muy clasicista, en la que cuatro grandes columnas con capiteles corintios sostienen un gran frontón partido con el escudo imperial en medio. En el banco, dos pinturas sobre tabla que representan a los cuatro padres de la iglesia occidental: a la izquierda, San Agustín y San Jerónimo, y a la derecha, San Gregorio y San Ambrosio. La parte central la ocupa un gran óleo sobre lienzo, la “Apoteosis de Carlos V”. Se trata de una copia que Antonio de Segura hizo del cuadro de Tiziano “La Adoración de la Santísima Trinidad”. En lo alto, a los lados del escudo del águila bicéfala, cuatro virtudes en impresionantes esculturas de bulto: Fortaleza, Justicia, Fe y Esperanza.

CR - Yuste

           La sillería del coro, que durante algún tiempo estuvo en la iglesia parroquial de Cuacos, se encuentra hoy también en su primitiva ubicación, es decir, en el coro alto de la iglesia del monasterio. De nogal y estilo gótico que guarda algún parecido estilístico con la de la catedral de Plasencia, es obra del maestro Rodrigo Alemán. Data de finales del siglo XV y dispone en su sillería alta de un doselete corrido que apoya en finas columnillas a modo de balaustres. Los respaldos de los asientos se decoran con motivos vegetales de esquemáticos tallos, asuntos fantásticos y temas satíricos y de género. En el respaldo de la silla central aparece un cuidado relieve de San Jerónimo bajo venera y dos ángeles tenantes de corona.

           También puede visitarse la cripta de la iglesia donde quería ser enterrado el emperador, el cual dispuso en su testamento la ubicación del féretro en la cripta, para que en un gesto último de humildad y sencillez, el cuerpo del mismo descendía de tal forma que el sacerdote que estuviera oficiando la misa en la planta superior estuviera de pie justo encima de su cuerpo.

CUACOS DE yUSTE (CACERES) MONASTERIO DE SAN JERONIMO.CRIPTA DEBAJO SEL ALTAR MAYOR EN DONDE EL EMPERARDOR DISPUSOO FUERA SU ENTERRAMIENTO

            Una puerta de arco conopial, situada en el lado del evangelio del sotocoro, comunica la iglesia con el claustro gótico del siglo XV. Tiene planta rectangular con dos pisos, abiertos al patio central mediante amplísimos vanos delimitados por arcos carpaneles que se funden con los pilares cilíndricos que hacen las veces de columnas. El conjunto de este claustro es de gran elegancia y severidad, por su casi completa desornamentación.

           Lindando con el ala este del claustro gótico se encuentra el construido en el siglo XVI, renacentista. También es rectangular, pero más amplio que el anterior. Tiene igualmente dos pisos. El inferior lleva arcos de medio punto y el superior arcos escarzanos. Las columnas de apoyo son decoradas con volutas y guirnaldas.

           Si las dependencias religiosas del Monasterio de Yuste son de gran austeridad, no menos lo son las que forman parte del Palacio o vivienda del emperador. El edificio es sencillo y de fábrica humilde, a base de ladrillo y mampostería, con algunas partes de sillería.

           La planta principal tiene forma rectangular con un pasillo central que delimita dos áreas con dos salas en cada una. Las dos habitaciones interiores son la alcoba del emperador y una antecámara, mientas que las dos exteriores tenían función de comedor y sala de audiencias y estaban abiertas al jardín exterior. Cuenta con miradores que dan a la huerta del monasterio y al bonito estanque donde el emperador solía pescar.

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          Una de las particularidades de la casa del emperador es que en su habitación se practicó un vano que comunicaba con la iglesia del monasterio y que le permitía asistir a misa desde su propia cama, hecho que su hijo Felipe II imitó en el Monasterio de El Escorial, años más tarde.

          Del conjunto de objetos procedentes de la residencia real es necesario destacar el llamado “Reloj de Carlos V”, sin duda el ejemplo más sobresaliente de la orfebrería civil que se conserva en Extremadura. Construido a base de oro y platino, es obra que se atribuye el famoso grabador, orfebre y relojero alemán, Jeremías Metzger, activo en Ausgsburgo a mediados del siglo XVI. El reloj de Yuste data de 1562 y constituye una obra de gran valía por su singularidad como pieza en sí y por su interesante decoración renacentista, como la de los “triunfos” de su base o las representaciones alegóricas de sus cuatro frentes.

          Destaca entre el modesto mobiliario la litera en la que fue trasladado a hombros por mozos de la zona para llegar a su última morada, y también la silla articulada que se construyó especialmente para que el emperador pudiera acomodar su pierna enferma de gota.

          Se dice que en vida de la única esposa del emperador, a Isabel de Portugal nunca se le realizó un retrato. Al fallecimiento de ésta, Carlos V encargó a Tiziano su retrato, que no llegó a conocerla y tuvo que basarse en un camafeo de autor desconocido y la información facilitada por los que conocieron a Isabel en la corte. El bellísimo cuadro originario está actualmente en el museo del Prado, quedando una copia en el monasterio. En el modelo que sirvió al pintor iba vestida de negro y no había sido realizado por ningún artista de primera fila. Es más el pintor tuvo que retocar la nariz de su rostro, ya que la plasmó un poco aguileña, cosa que no fue del agrado de su viudo. Este retrato y el del matrimonio realizados ambos por Tiziano, siempre acompañaron al emperador llevándoselos incluso a su retiro en el monasterio de Yuste.

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            En 1558, el emperador falleció, al parecer de fiebre palúdica, causada por la picadura de un mosquito procedente de uno de los estanques de la zona.

           Pero una de las interrogantes más grandes que todo el mundo se hace es cómo pudo llegar a tomar esta decisión de retirarse al monasterio de Yuste en los últimos días que tuviera su vida. A mí también me asaltaba esa duda y para despejarla he acudido a informarme por los relatos existentes. Así puede decirse que a los 55 años de edad, el hombre más poderoso de Europa, Rey de España y emperador Carlos de Alemania, enfermo, cansado y completamente desdentado, decidió dejar las cosas del imperio en manos de su hermano Fernando, archiduque de Austria, y «la Corona de las Españas» a su hijo. El 28 de septiembre de 1555, el emperador desembarco en tierras españolas y, tras franquear la Sierra de Gredos por la Garganta de la Olla, entre Tornavacas y Jarandilla, llegó a Jarandilla, donde recibió, entre otras muchas personalidades, a su amigo Francisco de Borja, III General de la Compañía de Jesús. Durante todo el trayecto, Carlos V fue transportado en una improvisada silla fabricada con un arcón.

           La elección de Cuacos de Yuste respondía a la benevolencia de su clima y a la ubicación de un Monasterio de la Orden de San Jerónimo. Su Majestad cesárea buscaba oír misas y mimetizarse con la tranquilidad del monasterio. La comunidad Jerónima del monasterio estaba integrada por 38 monjes.

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           En Yuste, su servidumbre quedó reducida a 50 personas que, en parte, se alojaban en los pueblos cercanos. Y las dependencias fueron adaptadas para cobijar a tan ilustre huésped. No en vano, allí le eran enviados toneles de cerveza alemana y flamenca, sus predilectas; ostras de Ostende; sardinas ahumadas; salmones; angulas; truchas; salchichas picantes; magros chorizos, etc., que no hicieron sino empeorar el estado de salud del emperador hasta el punto de tener dificultades incluso para vestirse solo.

          Durante muchos meses, a Yuste acudieron personajes de la corte en busca de consejos e influencias. Además, Carlos V mantuvo correspondencia diaria con su hijo  y trató de influir hasta sus últimos días en los asuntos de estado. Además, el emperador tuvo tiempo de conocer a un niño de 12 años llamado Jeromín, al que un año después le sería revelado su auténtica identidad: era el futuro don Juan de Austria, hijo natural del emperador, y a la postre héroe en la batalla de Lepanto.

         Puede decirse, por todo ello, que la visita al Monasterio de Yuste además de ser un placer por la ubicación,  es obligatoria para los amantes de la Historia de España y Extremadura.

Nota explicativa de la imagen de portada:

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