Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad

             La ciudad de Cáceres es declarada por la UNESCO, el 26 de noviembre de 1986, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. A ello sin duda contribuyó el conjunto monumental que posee, pues no en vano esta ciudad presume de contar con uno de los recintos monumentales mejor conservados de España, y que transmite al viajero la esencia de la Edad Media. Sus murallas almohades y edificaciones de incalculable valor histórico y arquitectónico hacen de esta villa un retrato de los siglos XIV al XVI. Por si fuera poco, también tiene la distinción que le otorgó el Consejo de Europa de considerarla el “Tercer Conjunto Monumental de Europa”, por su magnífico estado de conservación.

Cáceres

          Me agrada enormemente entrar en la esencia de esta ciudad monumental, para conocer cuanto menos sus elementos más destacados, dado que la profusión en el relato de todo cuanto abarca sobrepasaría mi intención. Quede ello para la visita presencial del visitante.

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           Empecemos el recorrido desde la Plaza Mayor (1), lugar de encuentro de los cacereños, donde en otros tiempos se concentraban feriantes, comerciantes, y artesanos,  y en el que se sitúa el Ayuntamiento, un edificio de estilo clasicista del siglo XIX. A partir de este momento, pasear por los lugares que vamos a señalar nos hará irnos mentalmente a algunas escenas de recientes series televisivas o películas que en su entorno han contado con este inmaculado patrimonio.

           En esta Plaza se encuentra el conocido como Arco de la Estrella, del siglo XVIII, que recibe su nombre de la virgen que se encuentra en una hornacina en la parte posterior del arco. Fue levantado sobre uno anterior del siglo XV y era el acceso principal a la ciudad.  Hoy en día es también la puerta más transitada por los visitantes, y nos sirve de antesala al recorrido que vamos a hacer. Une la Plaza Mayor con la Plaza de Santa María, ambas centros neurálgicos de la ciudad durante siglos.

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              En la parte exterior, el arco está coronado por un escudo de Cáceres, y en la parte posterior hay un templete en el que está la imagen de la Virgen de la Estrella que, como decía, le da el nombre al arco. A esta imagen se confiaban los viajeros cuando salían de la ciudad ay a ella agradecían la vuelta. La imagen está iluminada por un pequeño farol de estrella y, debajo de la misma, hay un escudo en piedra de la familia Carvajal.

           El Arco es flanqueado por la Torre de Bujaco (2), de origen árabe, del siglo XII, aunque hoy está completamente reformada. Se trata de una torre albarrana de planta cuadrada y edificada con muros de mampostería y sillares en las esquinas; en su parte inferior se aprecian basamentos romanos. En la parte superior presenta tres voladizos matacanes apoyados sobre modillones y está coronada de almenas con remate piramidal. en el muro frontal hay un balcón renacentista, añadido en el siglo XVI, y que es conocido con el nombre de «balcón de los fueros».

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             El nombre de la torre deriva del califa Abu Jacob que en 1173 conquistó la ciudad. Esta torre fue el último baluarte de residencia, muriendo en su defensa 40 Fratres de Cáceres, orden de caballería y germen de la que después sería Orden Militar de Santiago.

             Por la calleja de enfrente llegamos a la Plaza de Santa María (3), en la que se levanta la Iglesia del mismo nombre, finalizada en el siglo XVI, con una arquitectura interior propia de un gótico de manual. En unos períodos determinados (entre abril y mayo) puede advertirse en su interior, durante unos días, la Virgen de Santa María de la Montaña, patrona de Cáceres, que habitualmente se encuentra en la ermita existente en las afueras de la ciudad.

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          En la Plaza se advierte una estatua de bronce situada entre las dos puertas de la Iglesia, pegada a los muros de la misma. Se trata de la imagen de San Pedro de Alcántara, y que la tradición manda que el visitante toque su pie para tener suerte en los estudios, en el amor, en la vida.

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           En la misma Plaza se encuentra también el Palacio Episcopal, que actualmente es el centro administrativo episcopal y residencia del obispo de Coria-Cáceres. La parte más antigua data del siglo XIII y la más moderna del siglo XVII. La fachada principal es renacentista y en ella se abre una interesante portada de medio punto, con doble hilera de dovelas almohadilladas, columnas laterales y entablamento superior con la inscripción: «Don García de Galarza, Obispo de Coria. 1587«. En la portada del palacio pueden advertirse dos medallones con imágenes (una representa a un anciano oriental y otra a una india) de lo que, unos dicen pueden ser representaciones americanas, y otros un homenaje a oriente y occidente, al viejo y al nuevo mundo. Las ventanas de esta fachada están también enmarcadas con dovelas y, en lo alto remata con el escudo de los Galarza.

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           Cerrando por el oeste la plaza de Santa María se advierte el Palacio de Carvajal, que fue erigido entre los siglos XV y XVI. En la fachada principal se abre la portada, en arco de medio punto y con grandes dovelas, presidida por el escudo de los Carvajal encuadrados en alfiz, y una ventana en ángulo transformada en balcón. Cuenta con un interesante patio gótico con arquerías sobre columnas.

Palacio de Carvajal

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        Los Carvajal fueron una noble estirpe que se asentó en Plasencia a principios del siglo XIV, pasando de allí a Trujillo y luego a Cáceres.

            El Palacio de Mayoralgo constituye el más claro exponente de la pujanza de la nobleza extremeña. El fundador del linaje, Juan Blázquez, acompañó a Alfonso IX en la conquista de Cáceres, asentándose en la ciudad. Uno de sus sucesores adoptó el apellido de Mayoralgo, que pasó a sus descendientes.

            El edificio es una construcción de época medieval muy reformada a partir del siglo XV. Del medievo se conserva una puerta, el pilar con dos arcos del patio y la distribución interior. A comienzos del siglo XVI se construye la fachada principal, en la que destaca en el cuerpo inferior la portada, con arco de medio punto y amplias dovelas. En el cuerpo superior hay dos elegantes ventanales geminados, entre finas molduras, con intradós trilobulado y que descansan en delgado mainel cilíndrico. Entre los dos ventanales se sitúa el espléndido escudo de los Blázquez-Mayoralgo, con media águila y medio castillo acotados, timbrado por yelmo y con león por cimera; a los lados roleos vegetales que terminan en cabezas de niño los superiores y en monstruos los inferiores. Debajo una inscripción en latín: “Sé Tú, Señor, para nosotros, torre de fortaleza; y se renovará, como la del águila, nuestra juventud”, que hace referencia al escudo de la familia (águila y torre).

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           Este edificio ha sido habitado ininterrumpidamente por los sucesores de la familia hasta que lo adquirió Caja Extremadura para ubicar su sede social e institucional. Durante las obras de rehabilitación aparecieron en el jardín importantes restos arqueológicos, de la época romana, como parte del foro, un edificio termal, una herrería del siglo III, etcétera.

            El Palacio de Hernando de Ovando es una construcción renacentista, con una interesante portada de no grandes dimensiones, en arco de medio punto encuadrado en una especie de entablamento sostenido por pilastras y rematado en sus extremos por figuras de niños. En las enjutas del arco hay dos medallones que parece ser representan a Hernando de Ovando y Mencía de Ulloa, y en el friso la inscripción «AETERNA IUSTORUM MEMORIA«. Por encima, en el centro, el escudo de los Ovando y Ulloa, y en lo alto el águila esgrafiada que sostiene en el pico una cinta con una leyenda, muy borrosa, que dice «VERITAS VINCIT«. El Palacio, de amplias dimensiones, posee un patio rectangular porticado y en el que se encuentran diferentes escudos nobiliarios. En la esquina izquierda de la fachada se alza la torre, desmochada, con ventana gótica y el escudo de los Ovando y Ulloa.

Palacio de Hernando de Ovando

           La dinastía de los Ovando fue una de las que tuvo mayor raigambre y antigüedad entre la nobleza cacereña; uno de sus miembros, Hernando de Ovando, casado con Mencía de Ulloa, levanta en el primer cuarto del siglo XVI este palacio, que será reformado en el siglo XVIII.

             La Casa de los Duques de Valencia cierra, por el oeste, la plaza de Santa María, entre ésta y la calle de la Manga. En la fachada principal se abre la portada, en arco de medio punto y con grandes dovelas. En lo alto, una sencilla ventana entre dos escudos, uno de la estirpe de los Golfín (torres y lises) y otro de la de los Toledo (jaquelado con quince escaques). En la actualidad, tras una profunda reforma, se ha instalado en su interior algunos servicios técnicos de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres.

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              Seguimos hacia la Plaza de San Jorge  pasando junto al Palacio de los Golfines de Abajo, uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad Monumental. Con fachada principal a la Plaza de los Golfines, alarga otra fachada por la plaza de San Jorge y la cuesta del Marqués, construyéndose durante el siglo XV y principios del XVI.

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             Los Golfines fueron una familia de origen incierto, se dice que oriundos de Francia o Cataluña, siendo Alonso Pérez Golfín el primero en establecerse en Cáceres en el siglo XIV. Uno de sus sucesores, Pedro Alonso Golfín, tuvo gran ascendencia en las cortes de Enrique IV y de los Reyes Católicos, y un hijo de éste, Sancho Paredes Golfín, fue camarero mayor de la reina Isabel, firmando como testigo en su histórico testamento. Él fue, a su vez, el artífice de la construcción de la fachada principal, donde figura el escudo de  Reyes Católicos por especial permiso de los monarcas, que se alojaron en este palacio en sus visitas a Cáceres en 1477 y 1479.

            La fachada principal se desarrolla con un cuerpo central de sillería y dos torres laterales de mampostería y sillares. En el cuerpo central se abre la portada, de medio punto con dovelas y enmarcada en alfiz. En las enjutas del arco el escudo de los Golfín y el de los Coello. El alfiz se extiende por el cuerpo superior de la portada, quebrándose y estrechándose para acoger los dos vanos superiores y terminar en aro trilobulado. El primer vano es una sencilla ventana con reja, pero la más alta es geminada con mainel de mármol sobre el que campea el escudo coronado de los Reyes Católicos y una cruz. Bajo esa ventana el escudo de los Golfín entre ángeles tenantes y más abajo una corona que encierra la enigmática inscripción «FER DE FER«.

          La torre de la fachada sobresale en volumen. En el cuerpo superior presenta medallones, lambrequines y el escudo de los Golfín bajo yelmo frontal. Debajo del escudo un cartel con la inscripción: «Esta es la casa de los Golfines». Toda la fachada principal está rematada por una elegante crestería de granito.

           La torre de la esquina es la parte más antigua del palacio. Construido de mampostería y sillares en las esquinas, presenta matacanes defensivos en sus caras exteriores y algunas ventanas. En el interior hay un patio rectangular con arquería sostenida por ocho elevadas columnas, y en él, trasladados aquí de la desaparecida iglesia del Convento de Jesús, varios escudos y una lápida con la inscripción; «Aquí esperan los Golfines el día del Juicio«.

           La Plaza de San Jorge (4) es una de las plazas emblemáticas de Cáceres, a la que podemos considerar como el corazón de la Ciudad Monumental. Fue creada en la restauración que se llevo a cabo en los años 1965-1966, cuando se decidió eliminar una fuente pública que se situaba donde hoy se ve una placa en honor al poeta Rubén Darío.

            Preside la plaza, la imagen de San Jorge con un dragón en una hornacina, obra del escultor contemporáneo Jesús Rodríguez  Aranda. Esta obra hace referencia al Patrón de Cáceres, San Jorge, ya que la ciudad fue reconquistada el 23 de Abril de 1229.

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            En la parte más alta, podemos ver el impresionante conjunto barroco formado por la Iglesia de San Francisco Javier, de los jesuitas, y el Colegio de la Compañía de Jesús. Este conjunto arquitectónico fue levantado a mediados del siglo XVIII, y se debe a la iniciativa de don Francisco de Vargas y Figueroa, quien cede su hacienda para levantar una iglesia y colegio de Jesuitas, los que, tras decretarse su expulsión, tuvieron que abandonarlo en 1767, sólo doce años después de su conclusión. Desde entonces ha tenido usos dispares: hospital, cuartel, instituto, residencia de estudiantes…Ahora es Centro de Exposiciones de la Junta de Extremadura.

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          Exteriormente destacan en el conjunto las fachadas principales del templo y del colegio (barrocas) y las torres. La fachada del templo presenta portada con arcos de medio punto entre columnas dobles; en el cuerpo superior, una hornacina con la imagen de San Francisco Javier y sobre ella un escudo con cuarteles de Castilla y León, todo entre columnas simples para rematarse con frontón partido por una ventana. A ambos lados de la fachada dos poderosas torres de mampostería y sillares en las esquinas.

          La fachada del colegio presenta portada coronada por un sencillo entablamento y entre columnas dobles; en el segundo cuerpo un balcón y el escudo entre columnas simples, terminando con frontón quebrado.

        En la plaza podemos destacar también la Fundación Mercedes Calles y Carlos Ballestero, visita obligatoria tanto por su exposición permanente como por las magníficas exposiciones temporales que alberga.

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             Desde la Plaza de San Jorge subimos por la Cuesta de la Compañía hacia la parte alta de la ciudad, la Plaza de San Mateo (5). Otra bella explanadas para dedicarle un tiempo en deleitarse con su bella estampa. En esta plaza encontramos la Iglesia de San Mateo, construida a partir de una antigua mezquita árabe, en el siglo XVI y principios del XVII, con un estilo gótico tardío, excepto la capilla de los Sande, que es renacentista, y cuya obra de la torre es ya de finales del siglo XVIII.

           En el exterior destaca, a los pies, una buena portada plateresca, de mediados del siglo XVI y atribuida a Guillén Ferrant. Está formada por un arco carpanel con dovelas adornadas por querubines, flanqueada por dos columnas rematadas por flameros; sobre ella un friso decorado y en él un medallón de San Mateo. En las enjutas del arco los medallones de San Pedro y San Pablo. Otras dos portadas, situadas en los muros del evangelio y epístola, son sencillas y están formadas por arco de medio punto.

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            Al lado de la iglesia se San Mateo emerge poderosa la torre de los Sande, desmochada de sus almenas que en otro tiempo la coronaron. Destacan en ella una ventana gótica con mainel de mármol y el voladizo matacán en esquina sostenido por nueve ménsulas. en la fachada norte de la casa, hoy cerrado el espacio por una alta tapia, hay una ventana gótica similar a la de la torre y dos escudos de mármol de los Sande y los Ulloa. La fachada sur forma un rincón o patio interior también cerrado donde hoy funciona un típico restaurante.

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              En materia culinaria y de hospedaje nos encontramos con lo más en la misma Plaza de San Mateo, mirando a su histórica iglesia. Es el Relais & Châteaux Atrio, un edificio que alberga el Restaurante Atrio (dos estrellas Michelín) y un hotel boutique de nueve habitaciones y 5 suites. Una verdadera delicia que, además, para los buenos aficionados al fino permitirá conocer una de las mejores bodegas de España. Desde 2003 este restaurante ostenta el Best Award of Excellence, la máxima calificación en la Dining Guide de la prestigiosa revista estadounidense Wine Spectator. Las 35.000 botellas que reúne, de más de 20 países, aconsejan visitar la bodega, en la que destaca una capilla circular que alberga una única colección de sauternes Chateau d´Yquem, un auténtico tesoro para este exclusivo museo particular del vino.

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           A pocos metros de la iglesia se encuentra el Convento de San Pablo, conjunto monumental que se forma con la iglesia y las dependencias conventuales, obras realizadas en el siglo XV con añadidos en época barroca. Está ocupado por la comunidad de religiosas de clausura de la Orden de Santa Clara.

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            En su fachada de granito predomina el estilo gótico, como puede apreciarse en su portada, formada por un arco enmarcado en alfiz. Tiene una bonita espadaña de doble arcada coronada con un tímpano triangular, añadida en el siglo XVII.

             También se encuentra en la plaza el Palacio de las Cigüeñas, del siglo XV, cuya torre fue la única que pudo conservar las almenas tras el desmochamiento de todas las torres de la ciudad ordenado por la reina Isabel la Católica. Fue mandado construir por el capitán Diego de Cáceres Ovando, paladín de los Reyes Católicos.

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             El Palacio fue construido con piedras de mampostería y sillares en las esquinas, la característica principal en su patio claustrado un poco mayor que el más común de los palacios cacereños. La puerta de entrada esta compuesta por un arco de media punta con grandes sillares de piedra. En el primer piso se abra al exterior mediante dos aljimeces de arco de herradura apuntados de estilo mudéjar. La torre esquinada con forma almenada marca su carácter defensivo además de su señorío para identificar el poder de sus ocupantes.

              En la actualidad esta ocupado por el Gobierno Militar. En su interior se exponen la colección de mapas perteneciente a la ocupación por parte de las tropas de Napoleón y las guerras en Extremadura entre España y Portugal. Aquí descubrimos la primera alianza entre España, Portugal y Inglaterra para expulsar a los franceses. También hay varios mapas de Olivenza cedido por Portugal en lo que fue la Guerra de las Naranjas.

             Continuamos a la Plaza de las Veletas (6), en la que se encuentra el Palacio del Aljibe o de las Veletas, edificio del siglo XVI que conserva en su interior un aljibe árabe de los siglos XI-XII. Se trata de uno de los aljibes mejor conservados de España y todavía sigue cumpliendo su función, recogiendo el agua de lluvia a través de un patio renacentista situado en la parte posterior del edificio.

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          Desde el año 1933 se aloja en este edificio el Museo de Cáceres, en sus secciones de Arqueología, planta baja y sótano, y Etnografía en la planta alta.

          A espaldas de este Palacio se encuentra la Casa de los Caballos, en la que se ubica la sección de Bellas Artes, con muestras de arte medieval, moderno y contemporáneo. El edificio no presenta rasgos especiales y en sus orígenes fue caballeriza para después ser rehabilitado y acoger parte de las dependencias del Museo de Cáceres.

          El recorrido que nos hemos propuesto nos lleva atrás, nuevamente a la Plaza de San Mateo, para acceder a la calle Ancha, que inicia el descenso, en un recodo donde aparece la sencilla y elegante fachada gótica de la Casa de Lorenzo Fernández de Ulloa. Se abre en ella una portada de medio puno con poderosas dovelas; encima, un alfiz cobija una ventana adintelada con columnas en las jambas, escoltada a los lados y en la parte superior por tres escudos de los Ulloa y Carvajal. En los ángulos superiores del alfiz sobresalen dos gárgolas.

           A la izquierda del inicio de la calle se encuentra, haciendo esquina con la plaza, la mansión que fue levantada en el siglo XV por la familia Ulloa, linaje procedente de Galia. La Casa solar de los Ulloa es un edificio de considerable extensión, con portada adovelada y sobre ella un sencillo balcón bajo alfiz y vano con dovelas. Destacan en las esquinas los escudos de los Ulloa, de forma oval, bajo yelmo y sobre una cabeza de ángel. Hoy este edificio alberga la Escuela de Bellas Artes «Eulogio Blasco«.

             Continuación de la casa anterior es la Casa de los Paredes-Saavedra, linaje procedente de Palencia que llegó a Cáceres durante la reconquista de la ciudad por Alfonso IX. La casa, con aspecto de fortaleza  y desmochada torre, tienen una gran portada con dovelas; sobre ella una ventana también adovelada y a los lados dos escudos de los Paredes-Saavedra y de los Paredes-Golfín. En esta fachada principal también puede advertirse, en lo que antes fue torre, una ventana gótica con dos arcos trilobulados y en la fachada lateral otra con adornos góticos, verdadera belleza que me hace parar para recrearme con lo contemplado.

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            Proseguimos para llegar al Palacio del Comendador de Alcuéscar o de los Marqueses de Torreorgaz, hoy convertido en Parador de Turismo. Fue edificado a mediados del siglo XV sobre una casa anterior de Diego García de Ulloa, Comendador de Alcuéscar, y sufrió reformas en los siglos XVI y XVIII, en el que se remodeló la fachada principal.

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             De la fachada principal destaca su gran portada neoclásica, los escudos de Carvajal y Ulloa, y sobre el balcón, un escudo bajo corona de marqués, perteneciente a los Marqueses de Torreorgaz, con cuarteles de Ulloa, Carvajal, Aponte, Zúñiga y Córdoba.

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             La torre del palacio se remató en el siglo XVI; está construida de mampostería en la base y sillares graníticos el resto. Es la parte más antigua del palacio, y vemos en ella, bajo un alfiz, los escudos de Espaderos-Herreras y Ulloa-Carvajal, y una ventana gótica con doble arco sobre la que hay un escudo de Ulloa y adornada con alfiz. Una ventana muy parecida puede apreciarse en la fachada lateral, bajo un alfiz que enmarca los escudos de Espaderos, Carvajal y Valverde. La torre está rematada por una balaustrada y gárgolas en la cornisa.

             En el interior encontramos un pequeño patio renacentista, rodeado de arcos que destacan sobre columnas toscanas.

             Al final de la calle Ancha, en la esquina con la calle Pereros, se levanta la Casa de Sánchez Paredes. Construida en el siglo XV, sólo permanece de lo primitivo una portada con dovelas, el escudo de los Sánchez y Paredes enmarcado en alfiz y un interesante patio interior. Bajo el escudo campea la inscripción «Non habemus hic civitatem manentem sed futuram inquirimus» (No tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la futura).

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             Girando hacia la calle Puerta de Mérida, vemos un precioso rincón, en el que se situaba el Hospital de los Caballeros. Su fundación fue dispuesta en testamento por don Diego García de Ulloa «El Rico», aunque su construcción no se llevó a cabo hasta el siglo XVI. Servía de refugio a los caballeros que peregrinaban a Santiago a honrar la tumba del Apóstol. La portada es arquitrabada, sujeta sobre modillones, sobre la que aparece el escudo de Ulloa, que ya vimos anteriormente, en blasón con el jefe en punta. Sumado al mismo, una hermosa cruz esgrafiada. En el ángulo de la fachada llama la atención la ventanita tardogótica conopial, con maneras aquiladas que contrasta con la sobriedad del pequeño de medio punto, dispuesto casi simétricamente a ella.

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            Nos adentramos por la derecho a la calle del Olmo, y encontramos en ella la antigua Enfermería de San Antonio, edificio hoy ocupado por una comunidad de monjas Jerónimas. Destacar en el edificio su fachada del siglo XVII, con sencilla portada y sobre ella una ventana rectangular entre tres escudos: el de arriba de España (de Felipe V); a la derecha el de Cáceres con los cuarteles cambiados (León y Castilla) y, a la izquierda, el de la Comunidad Franciscana.

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        Más adelante la Casa de los Ovando-Perero, del linaje Paredes que pasó luego a los Perero y a los Ovando. Construido en estilo goticista fue reformado en los siglos XV y XVI, destacando su portada de medio punto bajo alfiz y dos escudos partidos de Ovando-Mogollón uno y de Perero-Paredes otro. En lo alto de la fachada dos ventanas de estilo gótico se coronan con adornos que simulan calados.

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           Siguiendo por la calle del Olmo, en el entronque con la calle Condes, podemos advertir, sobre un solar de más de 1.7oo metros cuadrados, el Palacio de los Golfines de Arriba (7). Su torre homenaje es un hito de referencia desde cualquier punto de la ciudad.

           Fue construido en el siglo XV y reformado en el XVI por García Golfín, señor de Casacorchada, quien obtuvo de Fernando el Católico en 1506 autorización para reedificar la torre del homenaje y almenarla. Esta gran torre, de mampostería y sillares, lleva como adornos escudos del linaje de los Golfines  algunas ventanas góticas; en la cornisa, bajo las almenas, hay varias gárgolas. Advirtiendo los restos de otras cuatro torres medievales en las esquinas, manifiestan su condición de casa fuerte. Una de ellas exhibe un gran matacán con siete canes y una ventana de tipo mudéjar.

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            Sin embargo, la fachada principal del edificio es sumamente sencilla, con portada adintelada y ventanas con reja a los lados; en el cuerpo superior sencillos balcones. El escudo de los Golfín corona el balcón central y otros dos acodados (Golfín y Cerda) la portada. Durante los primeros días de la guerra civil fue este palacio cuartel general de Franco, estancia que se recuerda con una placa que figura en la fachada.

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             Bajamos por la Cuesta de Aldana dejando a la izquierda la Casa Mudéjar, del siglo XIV. Esta construcción es excepcional porque sobrevivió en un época en la que las construcciones no asociadas a la nobleza eran sustituidas por palacios y mansiones dentro del recinto amurallado.

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           Un poco más abajo giramos a la derecha por la calle Orellana. Allí se encuentra la Casa de Aldana, siglo XIV, de estilo gótico. Sus orígenes se encuentran en el siglo XIV, aunque poco queda de la estructura primitiva. Lo más destacado aparece en la fachada posterior: dos sencillos balcones, un escudo de mármol con cinco flores de lis y debajo una ventana con reja.

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            Ya en la calle Monja y un poco más abajo (a la derecha) podremos contemplar la Casa del Sol o Casa de los Solís (8), una mansión-fortaleza del siglo XV con una hermosa torre en la que destaca el matacán semicircular. En el siglo XVI sufre una profunda reforma, con la construcción de la portada y la es alera interior. La Casa del Sol perteneció a Gómez de Solís, Mayordomo de la Real Casa de Trastámara y Maestre de la Orden de Alcántara. El nombre de Casa del Sol se popularizó por el astro que campea en el escudo de los Solís.

           Seguimos por la calle Monja hacia abajo y nos encontramos con la Casa del Espadero-Pizarro, más conocida como la Casa de Mono. Se trata de una construcción gótica del siglo XV, que debe su nombre popular a que en el patio interior aparece la figura de un mono esculpida en la escalera, dando lugar a la leyenda que tiene esta casa: se dice que sus dueños, unos ricos burgueses, no tenían hijos. A la vuelta de un largo viaje el marido trajo un mono, que fue tratado en la casa con todo tipo de mimos. Y ocurrió que tras una de las ausencias del comerciante, su mujer le recibió con la grata noticia de que estaba embarazada. Cuando nació el bebé, el mono celoso, en un descuido de la familia, agarro al pequeño y lo lanzo por la ventana, causando su muerte.

           En la fachada del edificio se dispone una portada de medio punto y las características dovelas; sobre ella un pequeño alfiz acoge un escudo sostenido por dos leones y con cuarteles de la familias Cáceres, Nidos, Andrada y Pizarro. Bajos los leones del escudos la inscripción partida: «De ora leonis-liberanos«, frase sacada del orificio de difuntos. Encima del escudo una ventana gótica con arco conopial, y coronando la fachada una cornisa donde destacan tres gárbolas. En el interior hay un elegante patio con arcos escarzanos en dos de sus muros.

          Enlazamos ahora con la Plaza de los Caldereros, para situarnos en un entorno que hoy en día es universitario. En ella encontramos la Casa de los Ribera, una mansión que ha sufrido enormes reformas desde el siglo XV en que la levantara Alonso de Ribera, de linaje sevillano. El padre del aludido, del miso nombre, fue doncel del rey Juan II y entroncó en Cáceres al casarse con doña Catalina de Ulloa.

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         El edificio hoy alberga las dependencias del Rectorado de la Universidad de Extremadura, y de su primitiva construcción queda únicamente la portada con grandes dovelas y el escudo de los Ribera a la derecha del balcón central; dentro puede verse un elegante patio en el que se conserva el pozo.

           Justo enfrente se erige en alto la enorme fachada del Palacio de la Generala, igualmente dedicada a dependencias universitarias (servicios centrales) y que en su momento albergaba la primitiva Facultad de Derecho. El nombre del palacio se debe a que una de sus propietarias, a mediados del siglo XVIII, doña María Josefa de Ovando, marquesa de Camarena la vieja, se casara con el general del ejército don Antonio Vicente de Arce.

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           El edificio tiene su origen en el siglo XIV, aun cuando haya experimentado desde entonces profundas reformas. En el siglo XV la fachada principal fue mandada construir por don Francisco de Ovando y presenta una sencilla portada de medio punto con dovelas; en el cuerpo superior dos escudos de Ovando-Mogollón flanquean una ventana bajo un sencillo alfiz. Sobre los escudos sobrevuela un matacán semicilíndrico apoyado en tres ménsulas y con aspilleras en forma de cruz. Es igualmente relevante la buena foja de las rejas de balcón y ventana. El interior del edificio ha experimentado una casi total reforma para adaptarlo a las funciones que hoy mismo tiene.

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          Salimos por la puerta de acceso a la Plaza Piñuelas para bajar al Foro de los Balbos, presidida por la Torre de la Yerba, construida por los árabes en el siglo XII junto con las murallas defensivas. En el Foro de los Balbos estuvo situada una de las puertas de la antigua colonia Norba Caesarina, fundada en el siglo I.

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          Damos así por concluida la visita realizada por la Ciudad Monumental. Una belleza que en nuestro recorrido no ha podido llegar a su integridad, dado que los tesoros que existen son numerosos. Saborearla merece cuantas visitas podamos realizar. En mi caso, cuanto más recorro estas calles más disfruto con todo el entorno. Siempre se descubren cosas nuevas.

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