Badajoz y su fortificación abaluartada (I)

          Pasear por Badajoz es descubrir partes de murallas integradas en la trama urbana, y que son el resultado de una historia no tan lejana y que dejó huellas de lo que la ciudad ha significado, fundamentalmente tras la delimitación de fronteras entre España y Portugal, y también -hemos de decirlo con cierto pesar- de cómo, a partir de 1930, las instancias gubernativas de esta ciudad han hecho todas las tropelías del mundo para destruir lo que era un sistema abaluartado de envergadura. He podido leer ciertos textos que, con ironía, señalan que “la muralla sufrió más daños en época de paz debido a los planes urbanísticos que a lo largo de todos los asedios a los que se vio sometida”. Cierto y, afortunadamente, los tiempos actuales parece que están permitiendo adquirir una cierta sensibilidad para no sólo dejar de cometer estos expolios y destrucciones, sino que se proyectan acciones para favorecer la conservación de lo que queda.

          Tras realizar un total de 14 kilómetros haciendo un recorrido minucioso por todo el trayecto de lo que fue el sistema abaluartado de Badajoz, para profundizar en los conocimientos del entramado y recrearme con la fotografía de lo que se me va poniendo delante, voy a relatar este paseo tan gratificante para mis piernas como para la mente.

           Por lo pronto, y para situarnos, he de decir que el recinto amurallado de Badajoz fue levantado entre los siglos XVII (como consecuencia de las tensiones entre España y Portugal durante la guerra de Restauración portuguesa) y XVIII, y hoy en día se conservan aún distintas puertas y baluartes de lo que fuera en su día un importante amurallamiento. La preexistente cerca medieval de la ciudad se había quedado anticuada por el uso de la artillería, de modo que se fue sustituyendo por una muralla nueva, adaptadas a las nuevas necesidades de la ingeniería militar que precisaba de muros más bajos y anchos para resistir los disparos de cañones, y la introducción de baluartes y semibaluartes en disposición hacia el sur (la defensa por el norte venía un tanto garantizada por los ríos Guadiana y Rivilla) para resistir las acciones de los enemigos.

            Para situarnos traigo primeramente a colación el plano más antiguo que se conoce de Badajoz, que data del año 1645  y que fue localizado en el año 2001 en el Archivo Militar de Estocolmo. La importancia no es solo por lo pionero del diseño sino también, en lo que ahora me interesa con mayor profusión porque presenta el tramado urbanístico completo de la ciudad, además del trazado de la muralla medieval anterior a la abaluartada.

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El después, tras la muralla abaluartada, se divisa en la imagen aérea siguiente, de los años 40 del siglo pasado.

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          En su globalidad, el sistema abaluartado consiste en todo un conjunto de murallas, fuertes, baluartes, fosos y revellines que protegían esta ciudad fronteriza. En lo más elemental esta construcción abaluartada contempla el sistema de traza en estrella, con una serie de lienzos de murallas (denominadas cortinas), que se unen por unas fortificaciones de forma poligonal y planta pentagonal, llamadas baluartes, que constan de dos flancos, dos caras y una gola (cara donde se une a las cortinas). En su trazado, se dificultaba el acceso por medio de fosos y otros obstáculos, que impedían en gran medida el impacto directo de la artillería de sitio y la incursión de la caballería e infantería de asalto.

           La fortificación abaluartada de Badajoz contaba con ocho baluartes y dos semibaluartes, y se unía a la islámica en la Puerta del Alpéndiz con el semibaluarte de San Antonio, descendía hasta el baluarte de San Pedro y bajaba al de Trinidad. Este se unía al baluarte de Santa María, donde está ubicado el colegio público Lope de Vega, enlazaba con el de San Roque, hoy Palacio de Congreso y antaño plaza de toros, continúa hasta Puerta Pilar y llega al baluarte de San Juan, único desaparecido, derribado en su momento para ensanchar la ciudad; sigue hasta el de Santiago donde está la Memoria de Menacho, continúa y llega al baluarte de San José, donde se encuentra la Comisaría de Policía, y termina con el último baluarte, el de San Vicente, ocupado por el Instituto Castelar. Este es el último de los ocho, uniéndose mediante lienzo de muralla con Puerta de Palmas, y continúa para enlazar con la Alcazaba Almohade en la Torre de los Ahorcados.

          Vayamos siguiendo el recorrido, con arreglo al esquema que incorporo:

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1. Semibaluarte de San Antonio.

         Este es uno de los primeros elementos de la fortificación abaluartada que se construyen, iniciada junto a la Puerta del Alpéndiz, desde cuya torre defensiva se trazó una cortina que arropó el flanco este de la Alcazaba. El semibaluarte de San Antonio, con la estructura propia que caracteriza a este tipo de fortificación, con una sola cara y un flanco, tuvo una doble función: por un lado cubrir el acceso a la vecina puerta de Mérida y, por otro lado, defender la ladera este de la Alcazaba. Es además el elemento de unión de la muralla moderna con la fortificación islámica de la Alcazaba y, por tanto, el elemento abaluartado situado a una mayor cota del terreno.

         Su construcción supuso el derribo y colmatación de elementos de la muralla islámica, como la denominada Torre Vieja. También implicó la colmatación de la puerta del Alpéndiz, justo donde sus muros se encuentran con los de la Alcazaba. No fue hasta mediados del siglo XX cuando se excavaron y redescubrieron de nuevo estos elementos. Y ahora, en este año 2016 puede lucirse con todo su esplendor tras la rehabilitación recientemente llevada a cabo en la zona.

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Interior y Exterior del Semibaluarte de San Antonio (zona de Torre Vieja)

         Tanto el foso como el camino cubierto de la fortificación de Badajoz arrancaban aquí. En su cara se encuentra el escudo del Conde de Montijo, Capitán General de Extremadura e impulsor de la construcción de la muralla abaluartada a finales del XVII. En el flanco presenta numerosos impactos de artillería de la Guerra de Independencia.

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Escudo del Conde de Montijo en la muralla recién rehabilitada

          Desde el exterior puede advertirse hoy que presenta una altura que es mucho mayor que la original, debido a la excavación que se produjo en su foso en el siglo XIX para extraer piedra. El foso, al igual que el camino cubierto, se ha perdido en gran parte, aunque de este se conservan fragmentos de su traza.

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Exteriores del Semibaluarte de San Antonio

2. Baluarte de San Pedro.

         Prosigue la fortificación desde el Semibaluarte de San Antonio por medio de una larga cortina en pendiente de descenso, en la que se inserta la antigua Puerta de Mérida, que originalmente estuvo junto al Rivillas, en la vieja cerca medieval. Se llega así al Baluarte de San Pedro, rehabilitado en el año 2014, entre cuyas acciones se sacó a la luz la galería de fusileros existente, con una longitud de más de 40 metros (con el acceso y la rampa de bajada) y una anchura de tres; hay 16 puestos de fusilero, que están segmentados en cuatro tramos divididos por arcos formeros de carga de la bóveda de cañón que la recorre y al fondo hay un pequeño polvorín, con un respiradero que da a la cara derecha de la muralla.

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Puerta de Mérida en la cortina de muralla

            En las esquinas del baluarte aún pueden verse los impactos de las bolas de cañón de la Guerra de la Independencia. No en vano, fue en este lugar por donde las tropas inglesas de Lord Wellington al mando del general Picton consiguieron entrar en la ciudad en 1812 tras el tercer asalto para su liberación, con una gran cantidad de bajas entre sus soldados.

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Baluarte de San Pedro desde el interior

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Baluarte de San Pedro, desde el exterior

3. Baluarte de la Trinidad.

           La continuidad de la muralla lleva a un nuevo Baluarte, el de la Trinidad, cuyo nombre se debe a que en su interior se encontraba el Convento de Trinitarios Descalzos desde el siglo XIII. Este edificio condicionó el trazado del baluarte para permitir que quedara intramuros. Supuso que el sistema defensivo se viera afectado, de modo que este enclave era fácilmente batido desde los cerros que la circundan y, por esta circunstancia, se propició la construcción de los fuertes del Príncipe o de la Picuriña y el de la Trinidad o revellín de San Roque.

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Panel ilustrativo del Baluarte de la Trinidad

             Respecto al fuerte del Príncipe o de la Picuriña, hay que decir que apenas quedan unas piedras y algunas dependencias. Este fuerte del Príncipe o de la Picuriña protegía el camino de Andalucía y los accesos del sur. Su toma por las tropas sitiadoras del Mariscal Wellington en el sitio de 1812, le permitió situar en este punto su base logística y de ataque artillero, para bombardear duramente los baluartes de la Trinidad y de Santa María y su cortina intermedia, hasta que se consiguió el objetivo perseguido de penetrar en la plaza tras abrir brechas y sufrir más de tres mil bajas.

           El Revellín de la Trinidad (popularmente conocido como fuerte de San Roque, por situarse a la entrada de esta barriada) se edificó tras la Guerra de la Sucesión Española, hacia 1735, como consecuencia de la experiencia adquirida durante el asedio de 1705, cuando se abrió brecha en este sector de la muralla. Con la defensa que se hacía desde el revellín se obligaba a alejar la batería del asedio de la plaza.

          Otra de las misiones era la vigilancia y custodia del camino de Talavera o Camino Real a Madrid, que desembocaba en la Puerta de la Trinidad. Fue atacado y ocupado durante el asalto británico de abril de 1812, en la Guerra de la Independencia Española. A mediados del siglo XX se reformó para acoger las instalaciones del Parque de Bomberos y se construyó una torre de prácticas y vigilancia, que fue eliminada cuando se ha rehabilitado y reordenado su patio interior. Sin embargo, no ha sido posible recuperar el camino cubierto, los traveses, ni las garitas.

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Revellín de la Trinidad o Fuerte de San Roque

          En el trayecto seguido desde el baluarte de San Pedro al de Trinidad nos encontramos con unos frondosos y bellos jardines que conectan con la Alcazaba árabe de la ciudad [ver entrada Badajoz y sus jardines (II)]. En la muralla que sigue esta cortina de la muralla puede advertirse una pequeña puerta que da acceso al antiguo túnel de comunicación que, atravesando la muralla, baja desde el interior de la ciudad, en la continuación de la actual calle Aflijidos,  hasta el foso de la cortina de la Trinidad. El conocido como Caño de la Loba tenía como función era permitir el paso rápido de tropas al foso. Para impedir que la caballería penetrara en la ciudad y dificultar el paso de la infantería enemiga hacia la plaza, cuenta con un nivel muy pronunciado cerca de la entrada.

           Además, el Caño de la Loba cumplía también funciones de canalización y desagüe de las aguas pluviales desde el interior de la ciudad hacia el arroyo Rivillas. Para ello se construyó la conducción que partiendo del puente que atraviesa el foso del tenazón de la Trinidad desemboca en el cauce del río Rivillas, donde desaguaba.

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Acceso al Caño de la Loba

            En el flanco izquierdo de este baluarte se encuentra la Puerta de la Trinidad,  formando un amplio paso abovedado por debajo de la muralla. La elegante fachada exterior es de estilo clasicista y está fabricada en sillería de granito, presentando un arco coronado con el escudo real de los Austrias, realizado en mármol. Además, pueden apreciarse numerosas marcas de canteros en sus sillares. La cara interior, es más sencilla, tiene a ambos lados del arco dos volutas, apareciendo en una de ellas el año en que fue construida, 1680, según el proyecto del ingeniero militar Francisco Domingo.

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Panel ilustrativo del acceso que representaba la Puerta de la Trinidad

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La Puerta de la Trinidad en 1929

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Baluarte y Puerta de la Trinidad, 1931

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Puerta de la Trinidad, año 2016

          La Puerta de la Trinidad dejó de ser puerta principal de acceso a la ciudad desde el momento que se abrió una brecha en la cara izquierda del baluarte para facilitar el tráfico rodado en el acceso a la ciudad. Con la brecha desaparecieron los restos del cuerpo de guardia existente en aquella ubicación, como se encarga de recordar el panel informativo que se ubica en el lugar.

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Brecha abierta en la muralla, 1931

Panel ilustrativo de las dependencias del Cuerpo de Guardia 

          El baluarte fue destruido en los sitios padecidos por la ciudad en 1811 y 1812 con motivo de la Guerra de la Independencia. Algunas piedras del centro religioso preexistente fueron aprovechadas para reforzar las murallas y son visibles actualmente. En otro de sus laterales podemos observar otra de las dos fechas incrustadas en la muralla como recordatorio de lo acaecido en las inmediaciones durante la noche del 6 de abril de 1812.

            En el interior del Baluarte de la Trinidad ha venido existiendo un frondoso jardín en el que se ubicaban las estatuas de los Cuatro Evangelistas, realizadas en bronce por Juan de Ávalos, iguales que las situadas en el Valle de los Caídos de Madrid. En el centro hay otro grupo escultórico en piedra del mismo autor que representa el Héroe Caído, junto con la cruz de los Caídos que en su momento estaba ubicada en la Alcazaba.

El baluarte en la década de los 70 del siglo XX y año 2010, respectivamente.

            Pero como consecuencia de las excavaciones que se llevaron a cabo en la zona, apareció parte de la muralla medieval así como la antigua Puerta Trinidad que habría existido antes de la actual, con lo que la zona está experimentando una profunda remodelación que prontamente concluirá. Junto a la posibilidad de ver estos restos descritos, hay una nueva reubicación de las estatuas existentes, y alguna otra, como la del Héroe Caído parece que dejará la ubicación para encontrarse en el interior del Museo Luis de Morales.

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Estado actual de la rehabilitación del Baluarte de la Trinidad (octubre 2016)

4. Baluarte de Santa María.

          Avanzando en el recorrido amurallado llegamos al Baluarte de Santa María, que en su momento era conocido igualmente por La Laguna, debido al aspecto que presentaba cuando su foso era inundado por las aguas del cercano arroyo Rivillas. A partir de 1772 fue remodelado para reforzar sus muros y en los recrecimientos laterales se incorporaron galerías de fusileros, al igual que sucedió en otros baluartes de la ciudad.

           Fue este el lugar elegido por el mariscal Wellinntong para tomar al asalto la plaza de Badajoz en 1812. En el año 2012 se inauguró en el foso del baluarte el Parque de los Sitios, que incluye el monolito conmemorativo de recuerdo a todos los participantes en los asedios sufridos por la ciudad en los años 1811 y 1812. En la muralla, al igual que sucedía en la del Baluarte de la Trinidad, puede leerse la fecha de 1812, realizada con bolas de cañón incrustadas manualmente.

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Panel informativo del Baluarte de Santa María

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Parque de los Sitios, Baluarte de Santa María

5. Baluarte de San Roque.

           En nuestro siguiente recorrido advertimos una brecha en la ahora denominada calle de los Hermanos Merino, precisamente para facilitar el paso.

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Calle Hermanos Merino (2016)

           Prosigue nuevamente la muralla para llegar al Baluarte de San Roque, que albergó en su momento a la Plaza de Toros de la ciudad, primero en su primitiva obra de madera y la otra más moderna, siendo testigo del triste escenario de los fusilamientos realizados en la ciudad tras la toma de la misma en agosto de 1936.

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          Somos muchos los que pensamos que fue un craso error destruir esta emblemática plaza, pero finalmente la decisión fue adoptada y ejecutada, y en su lugar puede advertirse en la actualidad el Palacio de Congresos “Manuel Rojas”.

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Baluarte de San Roque, 1914
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Inicio de derribo de plaza de toros en baluarte de San Roque
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Baluarte de San Roque conteniendo el Palacio de Congresos

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Palacio de Congresos, en su fisonomía exterior (2016)

          La muralla prosigue para advertir la existencia de una nueva zona ajardinada, antes conocida como “Salto de Caballos” por ser ahí donde se realizaban las pruebas de este tipo, y que, particularmente concebí como una explanada que permitía a los que sentíamos el deporte del fútbol practicarlo semanalmente con unos momentos inolvidables.

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Salto Caballo en Puerta Pilar, 1925

           Hoy, como digo, se encuentra una zona ajardinada para llegar a la Puerta del Pilar, llamada así por la pequeña imagen de tal advocación que su benefactor, el Capitán General de Extremadura, Conde Montijo, hizo colocar en la fachada interior en una pequeña hornacina. Esta fachada interior es de imagen sencilla, en la que además de la imagen citada se encuentran algunos esgrafiados. A ambos lados de esta capilla hay dos inscripciones que describen los actos de apertura y bendición del lugar (9 de abril de 1692). La fachada exterior es, por el contrario, de gran elegancia, fabricada con sillares de piedra y en la que destaca un pequeño frontón con el escudo Real de los Austrias y el del propio Conde de Montijo, así como muy diversos grafitos, entre ellos marcas de canteros e incluso un reloj de sol. Originariamente contaba con un puente levadizo para salvar el foso que rodeaba la ciudad, y que ahora es simulado tras las reformas producidas.

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Exteriores del Baluarte de San Roque y cortina de muralla hasta la Puerta del Pilar

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Puerta del Pilar

Fachada exterior e interior (con su hornacina) de la Puerta del Pilar

La Puerta del Pilar estaba defendida por el Fuerte de Pardaleras, construido unos 300 metros adelantado, y contaba también con un tenazón que protegía su acceso. Tenía, como el resto de las puertas de la ciudad, un doble cometido: de control de paso de las personas y mercancías, a la vez de una función fiscalizadora.

          La importancia para la defensa de la ciudad del cerro donde posteriormente se edificaría el Fuerte de Pardaleras se hizo patente en el asedio portugués de 1658, cuando fue necesario fortificarlo para evitar que fuera tomado por los atacantes, ya que por su altura dominaba el interior de la plaza. Y tras dos proyectos fallidos, se realiza la obra con dos frentes abaluartados unidos que componen dos semibaluartes en los laterales y un baluarte central.

           Se comunicaba con el cuerpo principal de la fortificación mediante una caponera o paso cubierto que se dirigía a la Puerta del Pilar, y esta fue la configuración que llegó hasta el siglo XX.

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Fuerte de Pardaleras, 1914

         El fuerte jugó un importante papel en el asedio de 1811, durante la Guerra de la Independencia, cuando quedó prácticamente destruido. En los años 40 del siglo XX se derribó para edificar en sus terrenos un centro penitenciario que posteriormente, en los años 90, se transformó en el actual Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo.

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Finales años 50 del siglo XX

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Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (2016)

6. Baluarte de San Juan.

          En el trayecto que seguimos alcanzamos el tramo más desafortunado por las actuaciones urbanísticas. Cortinas enteras de murallas han sucumbido ante las aperturas de una ciudad que no tenía mejor manera de hacerlo que destruyendo lo que aparecía por delante. Tendríamos que llegar, de esta manera, a lo que fuera el Baluarte de San Juan, en un recóndito lugar donde se ubicó en el siglo XVII el Cuartel de Caballería conocido como de la Bomba, y del que hoy únicamente recordamos por la calle perpendicular a la avenida de Europa que lleva su nombre.

         Cuartel y Baluarte fueron derribados en el año 1965 para facilitar el crecimiento de la ciudad. Esto es, exactamente, en el lugar en el que hoy se encuentran la Biblioteca Pública Bartolomé Gallardo y el inicio de la avenida de Europa. Este cuartel se encuentra referido en el año 1779 por primera vez en la documentación escrita. Con anterioridad a su construcción, existió en este mismo lugar un almacén de artillería y un establecimiento cuadrado que servía de dormitorio para la tropa. El cuartel de la Bomba tenía capacidad para 250 caballos y 100 hombres pero, al ser insuficiente, en el año 1800 se le añadió un dormitorio para 50 hombres más. Su distribución consistía en un recinto que se disponía en torno a un patio cuadrado, acogiendo en la planta alta a la tropa y en la baja a los caballos. En la parte posterior del edificio había otro patio en el que permanecían los caballos del Coronel, el ganado de tiro, la enfermería, la cantina, el taller del armero, el herradero y el botiquín de caballos. Llegó un momento en el que el cuartel no podía aumentarse más porque ocupaba la totalidad del interior del baluarte.

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Baluarte de San Juan y Cuartel de la Bomba en los años 30 del siglo XX

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