Vivir el hoy puede no resultar tan grato

Personas cercanas a mí me hacen saber que en algunos de los relatos que realizo puede advertirse un cierto sentimiento de tristeza o desánimo. La verdad es que no puedo ocultar que el trayecto recorrido y las vivencias tenidas hace que afloren en mí ciertos sentimientos que pretendo no exteriorizar pero lo querido sucumbe con lo que pueda resultar por eso de que somos lo que somos, con nuestras fragilidades, y la realidad que vivimos. Quizá no sea incierto que por momentos deje caer posos de desánimo pero en modo alguno aparecen con pretensión diferente a la de ser reflejos de los pasajes de la vida que llevo recorrido y que me ha dado experiencias que, como puede ocurrir a muchas otras personas, no siempre son agradables. Vivir es transitar por el camino que tiene baches difíciles de evitar, y que quedan inmersos en tu interior por lo dificultoso que haya podido ser superarlos.

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La paz interior

El ajetreo de la sociedad actual y las circunstancias que concurren en cada persona lleva, a veces, a sentir un cierto desasosiego interno que impide ser como deseas y caminar con la rectitud que se precisa, si no para alcanzar la plenitud de la felicidad sí para conseguir una cierta armonía en el estado emocional como para no ir dando pasos llenos de insatisfacción y sintiendo eso que algunos llaman «ruidos interiores», tan persistentes como para hacer padecer al que los tiene.

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La desazón del adiós

Si hay una palabra que define un sentimiento con especial profusión es la del “adiós”, esa que se dice con intensidad cuando se deja atrás algo más que una mera despedida temporal. El “adiós”, dejando de lado esas otras connotaciones que aparecen recogidas en el diccionario de la Real Academia Española por su uso como interjección que enuncia una desilusión, un desencanto o una sorpresa, es una palabra de término, de finalización, de soslayo, de contumaz decisión y, en definitiva, de dolor, porque normalmente se pronuncia cuando despides a algo o alguien que no te gustaría hacer, o queriéndolo se enfatiza para arrancar de tu interior una profunda sensación de ahogo.

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Día del Padre, sin resquemor

           Me van a perdonar los que repudien esta festividad al no creer en la existencia de padres por aquello de que pudiera maliciosamente pensarse en masculino, esos a los que en algunos momentos hay gente que quiere tirar a la basura y pisotearles por culpa de desaprensivos que más que atender al género lo hacen para hacer ver su casta, la que tienen los bellacos, dicho sea el término en la peor de las acepciones posibles. Seguir leyendo «Día del Padre, sin resquemor»

Sobrevivir con ahínco

          La vida nos sorprende cada día, con ese sol que hace brillar nuestro interior, con esa lluvia que te da otra perspectiva y refresca nuestros pensamientos, con las ocurrencias de los que se encuentran a nuestro alrededor, con las vicisitudes de la familia, y también con el dolor inesperado y al que nunca nos acostumbraremos pese a que está siempre presente en sus múltiples variantes. Seguir leyendo «Sobrevivir con ahínco»