Muestras de la arquitectura modernista en Badajoz

            Hablar de la arquitectura modernista supone situarnos en la transición que se hace de la arquitectura decimonónica a la del siglo XX, y la propia denominación nos da muestra de lo que supone, una idea de innovación, novedad y proyección de futuro. Así, nos encontramos ante un estilo estético típicamente urbano que busca unas formas más refinadas a las precedentes que ofreció la producción industrial, compaginando funcionalidad y belleza para generar una ciudad agradable a la vista, con muestras de elegancia y modernidad. Genera un fuerte componente ornamental inspirado en la naturaleza, la flora y la fauna, rechazando esquemas simétricos en pro de lo ondulado.

          El fenómeno surge en Europa y Estados Unidos hacia 1880/1890, aunque su auge se produjo hacia 1900, decayendo en la primera mitad del siglo XX. En España tiene su máxima expresión en Cataluña, abierta a las corrientes procedentes de Europa, con la máxima figura que representa Antonio Gaudí, teniendo siempre a la naturaleza como fuente de inspiración, de las que extrae las formas vivas y ondulantes. Sin ánimo de ser excluyente de otras muchas muestras, el Parque Güell y la Sagrada Familia son una clara manifestación de ello.

         En Extremadura, la llegada del modernismo se produce con cierto retraso, y un ejemplo lo encontramos en el Casino de la ciudad de Plasencia, que fuera proyectado a principios de 1905. Otros ejemplos se producen a partir de 1910, ciertamente contaminado por otros movimientos arquitectónicos y que se reduce generalmente a las fachadas (como la ventana que se muestra en una casa de la calle Moreno Nieto de Olivenza, la casa del Arrabal en Campanario, la del Doctor Riero en Logrosán, o el Casino de Quintana de la Serena). Algunos edificios muestran la evolución de la estética modernista hacia el art-deco (como la casa de la plaza del Pilar Redondo en Zafra o en alguna vivienda aislada como la existente en Miajadas).

         Badajoz, aun siendo una ciudad que en los momentos de auge de esta arquitectura modernista tenía una población pequeña, una capital de provincias alejada de los centros de poder, ha dejado dignas manifestaciones en inmuebles de tres o cuatro plantas, ubicadas en el centro urbano, hoy concebido como casco antiguo, cercano a los espacios comerciales principales de los años en que se introducía esta novedad arquitectónica, principalmente en la segunda década del siglo XX, prácticamente cuando  ya se encontrara casi agotado en otras regiones.

        Es mi propósito con esta entrada hacer un recorrido por la ciudad para destacar los elementos que pudiéramos decir son los más relevantes de este fenómeno arquitectónico, que nos queda para el recuerdo y disfrute visual. Para un cabal conocimiento he acudido a las fuentes más doctas existentes y que me permiten extraer los aspectos que resaltan de sus investigaciones. En especial, los numerosos trabajos del cronista oficial de Badajoz, José Manuel González González, doctor en Historia del Arte, son una fuente indiscutible e indispensable a las que acudir para conocer las entrañas de esta ciudad.

       Importa resaltar que en los momentos de proyectarse esta arquitectura modernista en Badajoz, existía una deficiencia de arquitectos en la localidad, y así las fuentes consultadas indican que cuando más auge modernista existía, hacia 1914, sólo se encontraba en activo un solo arquitecto en la capital, Ventura Vaca vinculado a instituciones oficiales (Diputación y Ayuntamiento), que impedía dirigir obras particulares, lo que supuso que tradicionalmente se atribuyera a un maestro de obras y decorador local el diseño de las nuevas fachadas, cosa que, por lo demás, era preferido por los propietarios en general en tanto que cobraban menos. Circunstancia que puede advertirse en los planos que se conservan, muchos sin firma o, en su caso, por algún maestro de obras. En todo caso, si de arquitecto se trata puede decirse que con la llegada de Francisco Vaca, hijo de Ventura, que concluyera en 1920 los estudios de arquitectura en Barcelona, el estilo modernista se confirma, si bien evolucionara finalmente hacia el racionalismo.

        Dicho lo cual, vayamos por esos bellos parajes del casco antiguo para repasar las muestras que han quedado.

       En la plaza de la Soledad encontramos una de las muestras más destacadas de la ciudad, la concebida como Casa Álvarez, cuya construcción comenzara en 1914 como vivienda plurifamiliar tras el derribo de tres edificios populares situados en esta plaza, y que finalizó en el año 1915, como así lo indica el frontón de remate de la misma, acompañada de las iniciales de Juan Álvarez Sánchez, su propietario. El proyecto se atribuye al maestro de obras Adel Pinna Casas.

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        Una edificación que consta de cuatro plantas y amplio solar, dividida en tres cuerpos, de los cuales el central es el más ancho. El cuerpo central consta de tres balcones adornados con rejerías en la primera planta; balcón continuo en la segunda; y tres ventanas en la tercera, que queda rematada por un friso de formas curvas suaves que presentan bellos frisos con escenas historicistas. Las ventanas y balcones presentan elegantes arcos escarzanos. Los detalles del modernismo están patentes especialmente en las rejas y en algunas molduras. Hay quien deduce que los balcones están inspirados en los pasamos de las escaleras y vanos del Grand Palais de París (de 1900), con quien muestra un parecido evidente.

         La cubierta se muestra inclinada a cuatro aguas, con tejas planas a modo de escamas de pez, y que se remata a su vez con una plantación de tulipanes de forja.

          Siguiendo por la plaza encontramos dos nuevas muestras, de bella ejecución. El pequeño edificio construido en 1915 para Antonio López, en el número 13, presenta un cuerpo volado y cerrado sobre el hueco de la entrada principal, que se decora en la parte superior con rejas formadas por temas florales. En la primera y segunda planta encontramos un balcón corrido, con barandillas de hierro de formas curvas, cuyos hierros de la balconada simulan un amanecer. Ya en la tercera planta, las ventanas tienen frontones decorados con formas geométricas. También, en este caso, se atribuye el proyecto a Adel Pinna.

        Justo enfrente se encuentra el edificio popularmente conocido como de Las Tres Campanas, por aquello de que culmina con dos pequeñas cúpulas en los extremos, agallonadas y de cierto gusto afrancesado, y en el centro un gran reloj fabricado por la empresa P. Pérez en 1917, al que hay que dar cuerda todos los días, cubierto con un parasol de hierro con tres campanas. El reloj posee un ingenioso sistema de transmisión mecánica de la hora a otro reloj situado a gran distancia y en el centro geométrico del edificio.

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          La construcción del edificio fue encargada por Luis Ramallo en 1899, un potente empresario de la época, y el destino lo era para uso comercial. En 1912 sufrió un incendio y fue reedificado cinco años después por Adel Pinna y el ingeniero militar Curro Franco.

     Comprende cuatro plantas, las dos primeras muestran dos cuerpos laterales avanzados sobre la fachada con miradores. El cuerpo central es más ancho y presenta un balcón corrido en la primera planta, con decoración floral, destacando los remates con cúpulas cuadrangulares gallonadas recordando edificios franceses de la época. En la tercera planta se sigue el diseño de las anteriores, si bien se sustituyen los miradores por unos pequeños balcones.

          Destaca el ritmo curvilinio de la fachada, un rasgo típico del modernismo. Así como el uso de la carpintería de madera, hecho éste que se deja ver especialmente en el interior, realizadas en su momento por la firma Francisco Ramallo Rigueredo-Ramón Salas, de Badajoz. En cuanto a dotaciones tecnológicas se le incorporó un ascensor, sucesor del primero que se hiciera en Badajoz.

      Durante bastantes años fue la juguetería de la ciudad, que después de muchas vicisitudes va a convertirse en cafetería, restaurante y salón de celebraciones, vinculado al hotel que se está levantando por la parte del edificio que da a la calle Duque de San Germán.

        Cercana se encuentra otra edificación que atiende a esta época, en la calle Virgen de la Soledad número 5. Se trata de viviendas particulares de Baldomero García, de 1914, que muestra una elegante fachada, con formas orgánicas y motivos geométricos, líricos y vegetales con las que se resuelven vuelos en balcones, cornisas, barandillas, jabalcones y carpinterías, con un orden simétrico en el que destaca un cierre central de fábrica. Destaca igualmente la exuberancia de las rejas de los balcones y del alero, cuyo vuelo se forma con arcos marcando los apoyos con apliques metálicos.

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       De las bulbosas formas que surgen bajo los balcones sobresalen una serie de ondulados juncos rematados en flores cuatrilobuladas. La rejería es plana, empleando un motivo que se repite en las diferentes alturas con leves variaciones, esto es, una lira de tres brazos que rasga verticalmente un motivo fetiche del modernismo, tres círculos de distinto diámetro unidos por un mismo punto, que en este caso se proyectan a los lados en ondas sucesivas para generar una profunda sensación de expansión.

         En la misma calle Virgen de la Soledad, en su número 18, podemos encontrar una obra que cabalga entre el modernismo y el regionalismo, que como puede advertirse es la única en la ciudad que emplea la técnica del trencadís, concretamente en el remate de su fachada. Una técnica artística y decorativa que inventara Antonio Gaudí y que pertenece a la familia del mosaico.

          Próxima se encuentra la calle Meléndez Valdés, en cuyo número 38 se encuentra la Casa de Luis Ramallo, de 1914, obra del arquitecto Ventura Vaca, apareciendo como director de obra, una vez más, el inefable artista local Adel Pinna. Posee una fachada que es menos llamativa por ser de pequeñas dimensiones comparadas con otras de las indicadas, y disponer de dos plantas, con una composición bastante tradicional y simétrica, con tres huecos por planta. La planta baja y la primera fueron dedicadas a vivienda, mientras que la segunda, retranqueada, se dedicaba al servicio.

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           A la casa se accede por la puerta que se ubica en el centro de la fachada, y sobre él se encuentra un mirador ochavado de estilo neobarroco (plateresco) a base de columnillas que soportan una pequeña cúpula como elemento notable. El mirador es singular, con unas barandillas un tanto rígidas en sus motivos, en contraste con la reja del vestíbulo, que para algunos constituyen la muestra más primorosa de todo el modernismo badajocense.

        Subimos a la plaza de San Juan para dirigirnos a la calle Ramón Albarrán, y en su numero 4 encontramos otra muestra del modernismo (sobre todo en la decoración interior), propiedad del que fuera politico y senador Manuel María Albarrán y García Márquez. Se cree que fue obra de Ventura Vaca, por el estilo y por la vinculación que tenia con la familia en la realización de otros inmuebles. La fecha de construcción es de 1912, y el toque modernista del exterior aparece en las barandillas de forja de algunos balcones. En el interior, algunas vidrieras y muebles, y sobre todo los estucos y yeserías de varias salas, son muestras palpables del modernismo.

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          En la confluencia de las calles Arco Agüero y Martín Cansado, nos encontramos con una obra para la casa de la familia Albarrán, que merece reparar en su fachada por constituir un ejemplo temprano del modernismo, aunque lo sea superficialmente sin entrar en mayors detalles. Se proyecta en 1906, sin poder confirmar su autoría aunque para algunos apunta claramente a Ventura Vaca por los detalles estéticos que tiene.

        En la calle Martín Cansado se encuentra otra edificación que podemos decir que responde al modernismo tardía, obra de Adel Pinna firmada en 1921 por el arquitecto sevillano Manuel Martínez, sobre lo que originalmente constituía una estructura que servía como corral, cuadra y graneros. Es el único ejemplo que queda de la arquitectura modernista aplicada a un edificio industrial, por cuanto se convertía en el Garaje Pla, manteniendo su actividad hasta la década de los 90 del siglo pasado. Más recientemente se restaura para constituir la sede del Ilustre Colegio Oficial de Abogados de Badajoz.

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        Es un edificio de marcada presencia destacando en los laterales las pilastras rematadas por formas curvas y los vanos circuladores. Las líneas rectas se entremezclan con las curvas llegando a su máximo exponente en la fachada de mayor altura que el resto. La planta inferior tiene esgrafiados, letreros y decoración vegetal. Destacan sus grandes vidrieras sobre la entrada principal, los óculos, pilastras y cornisas molduraras.

        En la calle del Obispo San Juan de Ribera, en su número 7, hay otra muestra restaurada recientemente en su integridad, concebida con el nombre de Edificio Juan Ortiz. Un edificio emblemático que en su momento (en los años 70 del siglo pasado) acogía a una academia, exposición y venta de la marca Alfa de máquinas de coser, y que tiene su origen en un edificio de viviendas que construye un militar de ascendencia francesa en 1909, que se atribuye al arquitecto Francisco Vaca Morales. Tiene cuatro plantas de altura, y la fachada muestra pilastras de distinto orden, que la enmarcan y dividen en dos cuerpos, siendo la última planta de remate, con antepecho que recoge las pilastras con formas curvas y decoración en relieve, que incluyen los péndulos. Destacan dos balcones (uno sobre la entrada y otro central) y varias ventanas con barandas decoradas con motivos geométricos.

       Por ultimo decir que existen ejemplos de incorporación de la vanguardia modernista a elementos constructivos aislados como ventanas, puertas y ornamentaciones. Así puede advertirse en los quioscos de prensa del paseo de San Francisco, o el remate a modo de voladizo de vidrio del que fuera establecimiento Ramón Salas, en la calle Virgen de la Soledad número 26.

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