Hacía infinidad de tiempo que no me sumaba a esos ciudadanos que cada día aprovechan los medios públicos urbanos para desplazarse por el interior de la urbe. Con el vehículo particular, mis preferencias las tenía por la comodidad que pudiera suponerme este medio propio, y cuando no, simplemente hacía uso de mis piernas para caminar, cualquiera que pudiera ser la distancia que en la ciudad tuviera que recorrer. El caso es que en estos momentos, teniendo el vehículo en revisión y una lesión pasajera que me impide caminar, me he propuesto subir a ese autobús urbano para cubrir el trayecto que me llevara a la recogida del vehículo.
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